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Mantenía sus manos en su costado, ejerciendo presión sobre la herida chorreante de sangre, un color carmesí y dorado, tan peculiar que había llamado la atención de los sanadores de Apolo que le auxiliaban.

Se mantenía recargada en el autobús escolar, mordiendo con rudeza un trozo de tela de su ropa hecha jirones. Su aspecto lucía atemporal aún lado de los semidioses, luciendo como un recuerdo de los tiempos de mayor emporio griego.

Veneno, eso era lo que habían inyectado en su cuerpo al atravesarle aquella daga, recorriendo con fluidez lo largo de su espina dorsal a través de sus terminaciones nerviosas y las conexiones sensitivas.

Sentía el escocer de su piel al roce del antiséptico, cayendo directamente sobre la ávida herida. La entonación de los cánticos en griego en honor a Apolo, fue hecha por un chico un poco más alto que Will, el semidiós permanecía a su costado, sosteniendo su cabeza y auxiliando a su hermano y ella, que curaban la herida.

El semidiós maldijo, la herida no parecía mejorar mucho, pareciéndole alarmante lo rápido con que avanzaba la lesión, pese a lo pronto que había sido atendida.

—Cauterízala —pidió.

Sentía su voz seca a causa del desgaste físico. Un sudor frío y ligero recorría su frente.

—¿Qué? —El semidiós le miro extrañamente, esperando tal vez que la micénica terminase diciendo que se trataba de una broma—. No eso..., solo detendría la hemorragia, pero...

—Lo sé —tranquilizó, haciendo un intento por sonreír, terminando por parecerse más a una mueca—. Lo haré yo, no te preocupes. Encontraremos un modo de detenerla.

—No podemos dejar que avance más...

—El veneno terminara por matarte antes de poder detenerlo —termino Will con su mirada en la herida.

—No pasará nada —respondió, arrugando su nariz al sentir dolor—. No podemos perder a nadie más, solo somos nosotros contra ellos.

Ambos semidioses se miraron brevemente, asintiendo forzadamente al pasarle un encendedor. Constantinova lo paso a lo largo de la herida, comenzando cerca de su cintura al espacio entre la octava y séptima costilla.

Con ayuda de ambos semidioses, vendo su costado con trapos raídos de un trozo de camisa. Intentó reincorporarse, sosteniéndose por sus codos. Will la auxilió sosteniéndola de sus antebrazos, una mueca se dibuja en su rostro al sentir la presión de la herida.

—Tal vez deberíamos cerrarla, sí piensas seguir luchando —advirtió el otro semidiós.

—Así está bien —repuso, recobrando dificultosamente su postura—. Debe secarse al menos antes de cerrarla, de lo contrario se infectará más rápido de lo que avanza.

Percy regresó a su posición, traía el semblante serio y una expresión vaga, acompañada de un ceño fruncido.

—¿Qué ha pasado? —preguntaron al unísono, llamando la atención de quienes estaban próximos.

—Annabeth fue herida. Silena me ha hablado, debemos ir al hotel Plaza —respondió con rapidez—. ¿Qué te paso?

—Solo una herida —respondió, encogiéndose de hombros minimizando el daño. Ambos sanadores a su lado permanecieron en silencio, compartiendo una mirada cómplice—. Iré contigo.

...

Percy llevo a Will Solace con ellos, tomaron una motocicleta de un motorista dormido sobre el asfalto y se abrieron paso, cruzando sobre la acera y rodeando transeúntes dormidos.

Greek Tragedy | PJOWhere stories live. Discover now