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—¿En verdad no quieres quedarte? —preguntó Percy por cuarta vez en el día.

—Ya te dije que no puedo, si me quedo retraso la búsqueda y perderé las pistas de Cronos —aclaró—. Solo accedí a quedarme en el tiempo en que mis heridas sanaban.

—Te volverán a herir —sentenció el chico.

—¡Percy! —regañó su madre, golpeando suavemente su hombro y ofreciéndole una mirada avergonzada y de disculpa a la semidiosa.

—¡Gracias por el ánimo, eh! —ironizó levantando sus manos.

—No estoy bromeando, tuviste suerte todo este tiempo, pero no puedes contra todos.

—Creo que ya demostré que sí —susurró, mordiendo el interior de sus mejillas—. Estaré bien. Prometo venir a visitarlos.

—Eres bienvenida cuando gustes, Nova —habló Sally.

Percy parecía renuente, pero terminó soltando un resoplido y asintiendo.

—Pero haz llamadas iris cada semana para saber que sigues con vida —exclamó, señalándola con el dedo índice de forma acusatoria—. Si te pasa algo, al menos deberían saberlo quienes te quieren.

Constantinova hizo una mueca, antes de asentir sin mucho ánimo.

—En este punto, no estoy segura de importarle a alguien, Percy —murmuró—. Así que no me preocupa mucho eso.

Percy iba a decir algo, pero su madre lo interrumpió cortándolo.

—No olvides llevarte esto, te servirá después.

Constantinova frunció las cejas al notar el dinero que Sally le ofrecía, luego la miró consternada y negó frenéticamente. No era el regalo más caro que recibía, pero sabía que no era correcto aceptar aquello, tal vez porque no solía recibir ayuda sincera.

En el mundo olímpico, un favor siempre significaba tener que pagarlo con algo a cambio.

—No puedo aceptarlo...

—Lo necesitarás, lo sé.

—No hace falta, puedo sobrevivir...

—Pero de vez en cuando es necesario para este mundo.

—Más vale que lo aceptes —terció Percy.

Constantinova posó su mirada en ambos durante varios segundos, antes de soltar un suspiro y sonreírle a la madre de Percy.

—Gracias... —expresó.

Ajustó la mochila a sus hombros, les dio un último vistazo y tocó la manija de la puerta que la separaba de la comodidad de aquellas paredes, con la del caos del exterior.

—Cuídate, Nova —pidió Sally.

Había sido corto el tiempo que convivió con ellos, poco más de una semana, pero era el necesario para que los Jackson se hayan encariñado con la auténtica personalidad de la micénica quien, de la misma manera, había simpatizado con ellos y les había tomado cariño.

Esa era una de las cualidades que destacaban a la semidiosa, su carácter siempre había sido admirable, pero no era por ello por lo que se ganaba el cariño de los demás.

Demostraba la misma energía y espíritu que su padre en sus tiempos de gloria.

Siempre era difícil no quererla....

Lo cual se comprobaba fácilmente, cuando los mismos inmortales no habían sido capaces de resistirse ante ella.

Aquella debilidad, estaba destinada a terminar en tragedia.

Greek Tragedy | PJOWhere stories live. Discover now