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Sus hermanas se habían mantenido despiertas por un rato más, charlando y haciendo juegos absurdos entre ellas. Constantinova una vez entró en la cabaña, tomo una de las camas y se enredó entre las cobijas, quedándose dormida inmediatamente.

De haber sabido lo que podría haber soñado que, aunque estaba acostumbrada, ya que aquello era bastante normal en los semidioses, hubiera preferido permanecer más tiempo despierta, para postergarlo. Aquel había sido uno de los sueños más raros y tormentosos que pudo haber tenido.

Había visto fugazmente algunas imágenes, logrando vislumbrar a Artemisa, debajo de lo que parecía ser una gran carga, que oscurecía por completo el sitio, no dejándole analizar el panorama completo. Alcanzó a distinguir sobre el suelo a Annabeth, completamente cansada y en un estado crítico y vulnerable. Antes de poder digerir aquello, las imágenes fueron desvaneciéndose y una ráfaga de luz llenaba la escena, impidiéndole distinguir lo que ocurría.

—Cerebrito, cerebrito. —Alcanzó a escuchar lejanamente.

Abrió sus ojos agresivamente, acoplándose a la luz. Apolo se encontraba de pie, observando el rostro de la chica, que aún yacía recostada sobre su cama.

Se incorporó rápidamente alarmada, buscando al resto de sus hermanas y aventando al dios en su cama en un intento por esconderlo. No compartía alguna relación con este, pero no quería responsabilizarse por algún daño a su persona por sus hermanas.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo se te ocurre si quiera, estar aquí? ¿Dónde están mis hermanas? —Las palabras habían surgido tan rápidamente de su boca, que apenas pudieron reconocerse.

—Cerebrito, tranquila. Ellas no están aquí. —El rostro de Nova pareció relajarse—. Ahora que si lo que querías era que estuviera en tu cama, me lo podrías haber pedido amablemente sin ocupar tanta agresividad, sabes que hubiera aceptado enc.... —Se calló abruptamente al recibir el impacto de la almohada contra su rostro.

—Ahórrate tus sucios comentarios, sabes bien que no funcionan conmigo y que lo tengo prohibido. —No entendía lo que sucedía, pero aun así se mantenía alerta a la entrada.

—Una verdadera lástima, pero ya te dije que estés tranquila, cerebrito. Aún sigues dormida. —Nova dejó de cuidar la entrada, se cruzó de brazos y le miró inquisitivamente—. Sabes que algo le paso a Artemisa.

—Todas las cazadoras estamos al servicio de Artemisa, haremos todo por encontrarla. Te lo aseguró.

Apolo negó. —Necesito que tú me prometas que la encontrarás. Te ayudaré, es mi hermanita, no puedo permitir que le pase algo. —Apolo se veía abatido, por primera vez no irradiaba energía, ni aquel desinterés característico de él—. Prométeme que harás todo para ayudarla.

Apolo miraba fijamente el rostro de Constantinova, irónicamente se percibía la frustración por la que pasaba a través de la claridad de sus ojos. La semidiosa tuvo el deseo repentino de tomar su rostro por sus mejillas y consolarlo, no soportaba verlo de aquella forma, no cuando estaba acostumbrada a su forma tan enérgica de ser.

—¿Por qué me lo pides a mí?

Quería asegurarle que contaba con ella, que haría todo cuanto fuera posible, su devoción y lealtad hacía Artemisa era inimaginable, siendo que inclusive esta se había vuelto un pilar importante en su vida, llegando a tomarla como una figura fraternal a quien seguir, pero la incertidumbre por aquel necesitado y súbito pedido del dios, le dejaba cientos de interrogantes sin responder. Era cierto que mantenía un trato cercano con la mayoría de los dioses, inclusive con algunos manteniendo un trato fraternal, pero con Apolo su relación era prácticamente nula, no pasando de simples saludos y platicas triviales, que inclusive podrían considerarse más como frases.

—El resto de tus compañeras ni si quiera me permiten que me acerque a ellas, por lo menos contigo puedo mantener una plática decente. —Sus ojos azules rompieron el contacto que ambos mantenían, cuando su vista se posó directamente sobre un punto muerto en el suelo—. Nova, eres la única en quien confió, sin contar que también la única que no me trata como la peor escoria, y ni mucho menos le intereso de forma romántica o esperando obtener algo. Mejor dicho, de ninguna forma posible.

Constantinova se quedó en silencio. Siempre era ella quien se encargaba de animar y ayudar a los demás, pero en ese preciso momento no encontraba las palabras adecuadas. Quería abrazarle y decirle que todo estaría bien, pero únicamente le miró y esperó a que este se encontrará nuevamente con sus ojos.

—Lo prometo. Haré lo que sea necesario, todo estará bien. —Hizo el intentó por mostrar una sonrisa esperando transmitir todo aquello que quería expresar.

Los ojos de Apolo se iluminaron fugazmente. La comisura de sus labios se elevó ligeramente, mostrando una pequeña sonrisa.

—Gracias, cerebrito. —Antes de que la imagen se disolviera por completo, alcanzó a escuchar sus últimas palabras—. Ten dulces sueños, linda.

Se despertó abruptamente, comprobando que la habitación aún se encontraba oscura, sin embargo, el alba de la mañana parecía comenzar a salir. Salió de la cabaña, cuidando de no despertar a las cazadoras.

Gran parte de la mañana se quedó en la playa, recargada sobre un par de rocas, intentando ordenar las ideas de su cabeza. No tenía idea de cómo empezaría a buscar a Artemisa, pero lo que más le afligía era buscar una excusa para hablar sobre ello, sin tener que contar que Apolo estaba en medio de ello.

Finalmente, se armó de valor y corrió en busca de su hermana. Al regresar al campamento, todo parecía mantenerse igual. Zoë corría en dirección a ella con la misma preocupación.

—Tenemos que hablar —dijeron al mismo tiempo. La semidiosa le cedió la palabra a su hermana, posponiendo aquella noticia no tan agradable.

—Así que soñamos lo mismo —declaró Constantinova al escuchar la versión de su hermana, sintiendo un gran alivio por no tener que contar el encuentro con Apolo. Había expresado parte de su sueño, omitiendo aquel detalle—. Quirón, ¿En serio no nos dejó? —Su hermana negó, sus ojos ardían de furia, nuevamente al recordar lo sucedido. —Hablaré con él. No podemos quedarnos de brazos cruzados y no hacer nada al respecto.

Antes de que pudiera dar un paso, Zoë le sujetó del brazo mirándola severamente. —Ya se nos ocurrirá algo, pero no insistas más.

El resto del día intentó mantenerse ocupada, sin embargo, varios campistas miraban con molestia tanto a sus hermanas como a ella, sabía que no eran bien recibidas. Al contrario de sus hermanas, que tendían a hacer frente a cualquier situación que no fuera de su agrado, Constantinova prefería mantenerse neutral para evitar cualquier disputa, que consideraba innecesaria.

Terminó por asistir en las clases de arquería cuando Quirón le encontró sola, y logró convencerla de revivir los viejos tiempos. Nunca había sentido que el día avanzara tan lentamente, y por más que se esforzaba por mantenerse ocupada, su mente no dejaba de insistirle sobre su sueño. Le frustraba sentir que las cosas se salieran de control. 



Nota
Esto lo he escrito después de publicar el capítulo, pero vengo a auto promocionar mi cuenta de tiktok dónde en ocasiones, subo adelantos y clips de mis historias.

Les dejo el enlace de uno de mis videos recientes, con un clip del capítulo. Espero les guste y apoyen mucho.

—PaoBtzar

https://vm.tiktok.com/ZMYMfFg7V/

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