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A la mañana, Constantinova aguardaba en los peldaños de las escaleras del porche de la casa, tenía a Nico a un lado de ella envuelto en una capa negra que le sacaba más tallas que la suya.

El semidios se había acercado a ella con indecisión, tenía los ojos enrojecidos y su rostro se encontraba más pálido. Intentaba mostrarse fuerte, como todos, pero cuando alguien ha tenido que ocultar lo que siente durante toda su vida, se le es fácil detectar cuando alguien lo hace.

Constantinova podía notar la barrera que Nico se esforzaba por mantener alzada, después de todo, solo era un niño que intentaba protegerse de los demás.

Estuvieron en silencio durante unos minutos, hasta que el semidiós se armó de valor y decidió silenciar sus dudas. Nova le ofreció una sonrisa cálida, intentando contarle todo lo que sucedía hasta entonces.

Se replanteó contarle sobre la orden que Hades le había encomendado, el inmortal le había dado instrucciones de mantenerlo secreto, pero los ahora presentes ya sabían lo que el dios creía que seguía siendo uno.

—No hace falta que me lo digas —interrumpió—. Se que estas aquí porque te lo pidió. Lo soñé.

Constantinova suspiró.

—Desde antes ya estaba buscándote. El solo confirmó mis sospechas —confesó, encogiéndose de hombros—. Te habría seguido buscando de cualquier forma.

—¿Por qué? —preguntó incapaz de encontrar lógica en sus palabras.

—No eres tan distinto a como lo era yo antes —susurró, intentando explicar la cercanía que sentía hacia él—. Nadie debería de afrontar solo sus problemas.

No podía encontrar palabras exactas que describieran aquel instinto que sentía por protegerlo, podía verse reflejada en el joven semidiós y de alguna forma, esperaba poder salvarlo del mismo destino del que nadie la pudo salvar.

Nico alzó la mirada, sin duda, expresarse no era algo que le resultara fácil, pero logró formular un casi imperceptible gracias, que Nova respondió con un sutil asentimiento en su cabeza.

No pasaron tantos minutos cuando el resto del grupo salió y se encaminaron hasta las rejillas de retención, donde se despedirían. Nova sabía que ahí se separarían, ella debía cuidar a Nico y hasta entonces, tendría que convencerlo de regresar al campamento o resguardarlo cuanto pudiera.

Nova se había visto obligada a contarle parte de su deber con Nico a Percy, al preguntarle como había llegado hasta ahí. Habían aprovechado el camino hasta ahí para ponerse al tanto sobre el otro, dejando unos metros atrás a sus amigos.

—¿Por qué no nos acompañas, Nico? —se animó a preguntar Percy, pasando su mirada del semidiós a Nova, quien había fruncido el entrecejo y ahora esperaba con ansías la respuesta de Nico.

—Necesito tiempo para pensar —respondió sin levantar la mirada. Constantinova suspiró.

—Escucha, Nico —terció Annabeth—, Bianca sólo quiere que estes bien.

Posó su mano sobre su hombro, pero inmediatamente la aparto y comenzó a caminar cuesta arriba. Antes de alejarse demasiado, se detuvo y miró a Nova.

—Deberías ir tu con ellos —aseguró—. Necesito estar solo.

—Nico... —Intentó detenerlo, pero el brazo de Percy se lo impidió—. Tal vez sea lo mejor.

La semidiosa no estaba segura de sus palabras, pero sabía que muchas veces lo que uno deseaba era poder aislarse de todo por un instante. Desaparecer por completo.

Hades solo pidió que lo encontrara, ella había decidido cuidarlo, pero aquello era un motivo más personal, probablemente Nico lo sabía, por lo cual le había pedido que acompañara a Percy en lugar de quedarse con él.

Greek Tragedy | PJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora