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Al salir del vertedero, se encontraron con un camión olvidado, el motor servía y el depósito estaba casi lleno por lo que lo tomaron, siendo Thalia la que se encargó de conducir al ser la que menos afectada estaba.

Hacía buen tiempo, y pese a que apenas comenzaba a aclarecer el día, lograba distinguirse el resplandeciente sol que sucumbiría los cielos, resultaba irónico tras la reciente pérdida. Constantinova se encontraba acurrucada en la parte trasera, mantenía su frente sobre la ventana, observando un punto nulo en el desierto.

—Tendría que haberme tocado a mí. Tendría que haberme metido yo en el gigante.

Tras escuchar aquellas palabras por Percy, la azabache se recompuso rápidamente mirando severamente al semidios.

—No se te ocurra decir eso, en todo caso tendría que haber sido yo quien ocupara su lugar. —Sentía un nudo formarse en su garganta.

—No vuelvas a decir semejante cosa, Constantinova. —Escucho el reproche de Zoë desde la parte delantera del vehículo.

Se volvió a acurrucar en su misma posición de antes, esta vez teniendo un pensamiento asfixiándola. No podía seguir con la muerte de Bianca, y aún peor era pensar la forma en que debía decirle a Nico aquella noticia desgarradora.

...

Se detuvieron tras haber llegado al final de la carretera, se encontraban prácticamente en medio de la nada, rodeados de naturaleza, entre montañas ríos y demás.

—Hay un camino, podemos bajar al río.

Percy pareció meditar por varios segundos el camino, hasta que finalmente aseguró que sería mejor caminar cuesta arriba. Caminaron hasta llegar a una pendiente que resultaba más fácil bajar.

Constantinova se había mantenido a un lado de Zoë en todo momento, encontrando consuelo la una con la otra sin tener apenas que hablar. Después de varios años, su relación se había fraternizado hasta tal punto.

—Tenemos que ir corriente arriba. —Su voz parecía vacía y apenas resultaba perceptible. – Los rápidos son muy violentos.

Había un silenció abrumador en la canoa en la que iban Percy y Zoë, junto Nova. Zoë se veía inquieta y cada cierto tiempo revisaba por debajo del agua.

—Odio a las náyades. —Escucho a Zoë refunfuñar por detrás de ella, en el momento preciso en que un chorro broto hacía ella y salpicaba el brazo de Nova.

—Venga, mujer. Solo están jugando.

Constantinova soltó una diminuta y casi imperceptible risa por debajo, causando la mirada de desaprobación de su hermana.

—Malditos espíritus del agua. Nunca me perdonarán. —Escucho a Percy inquirir tras aquella declaración, de la cual Zoë no dijo nada más.

—Lo que le ocurrió a Bianca no ha sido culpa suya —declaró en voz baja—. Ha sido mía. Yo permití que lo hiciera.

Los dos pares de ojos que tenía enfrente suyo se giraron hacía él. Nova se adelantó a hablar.

—No, Percy. No ha sido tu culpa. Era mi responsabilidad, y de no haberme distraído ni darle la oportunidad de tirarme, ella estaría bien.

Percy no tuvo la oportunidad de replicar, cuando la mirada gacha de Zoë lo miro detenidamente. Podía imaginar lo que las lugartenientes podrían sentir tras su reciente pérdida, tal cual había declarado Constantinova, Artemisa las había dejado a cargo de todas las cazadoras, por lo que cargaban con la culpa de su muerte sobre sus hombros, las dos de distinta forma, pero lo hacían.

Greek Tragedy | PJOWhere stories live. Discover now