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🚨⚠️ Advertencia: Este capítulo contienen escenas de temática sexual, leerse bajo su propia responsabilida🚨⚠️

Un sentimiento desagradable, como cuando un olor putrefacto llega a tu nariz, cuando ves a tus enemigos siendo felices mientras tu estás sumido en la mierda, el sentimiento de estar solo mientras todos disfrutan lejos de ti como si fueras un adefesio.

Sasori recordaba ese sentimiento, era el mismo que venía a su pecho cada vez que veía a una familia por la ventana de su casa cuando era un niño y sus padres no regresaban. El sentimiento de ira, de envidia, ese podrido sentir que te hace desear con fervor hacerle daño a alguien, arrebatarle esa felicidad que tanto te fue negada sin explicación.

La última vez que lo sintió fue varios años atrás, momentos antes de arrancarse la poca humanidad que le quedaba y transformarse por completo en una marioneta. Genuinamente creyó que los sentimientos se irían por completo cuando lo hiciera, y así, podría dedicar su vida enteramente al arte sin nada que lo molestara.

Pero rápidamente descubrió que no era así.

Los primeros días después de volverse una marioneta notó que las sensaciones físicas desaparecieron, pero los sentimientos no. ¿Cómo es posible explicar la ira o la tristeza sin recurrir a malestares físicos? Bueno, es bastante complicado para ser honestos. Pero el chakra, al ser energía, seguía sufriendo fluctuaciones y por ende lo hacía tener sentimientos. Ya no eran iguales a los anteriores, el dolor no se sentía igual, la ira seguía apareciendo pero ya no había sangre corriendo por su pecho con velocidad.

Así que aunque muchos creyeran que Sasori no sentía nada, se equivocaban, él podía sentir, pero nadie podría entender la naturaleza de esos sentimientos.

Nadie… Excepto una persona.

La vió a lo lejos, viéndose tan jodidamente feliz que seguramente podría darle un infarto.

Sasori no era muy destacado en cuanto a técnicas de arena se hablaba, pero como cualquier ninja de alto rango, aprendió un jutsu de espionaje, el jutsu del tercer ojo que se formaba de arena.

El mismo que estaba usando para ver la boda entre Itachi y Sora.

La primera vez que vió a Sora supo que había algo diferente en ella, tan solo su apariencia era bastante destacable, su piel morena como pocas en el país, los lunares debajo de sus ojos blancos y la belleza innegable en su rostro, era como ver una artesanía tallada cuidadosamente en los mejores materiales.

Al principio pensó en ella como un souvenir, un lindo adorno para su colección privada de marionetas, conservar su belleza iba a ser todo un reto.

Pero después se vió constantemente sorprendido por todo lo que hacía y decía, era tan impredecible que le fastidiaba, lo obsesionaba pensando con todas las posibilidades, porque si había algo que a Sasori le molestaba era ser ignorante. Fue entonces cuando consideró la idea de conservarla en una marioneta idéntica a la suya, glorificarla con las armas más sofisticadas, elegir los mejores materiales para su cuerpo y sellar eternamente su corazón. De esa manera ella permanecería para siempre ahí, comportándose de manera impredecible y complementandolo.

Pero ese futuro se estaba viendo truncado en ese momento.

Itachi Uchiha era un cabrón con el que honestamente no quería involucrarse, un enfrentamiento le bastó para entender que estaban en niveles completamente diferentes. No porque Sasori fuera completamente indefenso ante él, ser de madera le daba la ventaja de no poder caer en genjutsu y con eso quitarle la mitad de técnicas al Uchiha, por desgracia, genjutsu no era lo único que ese bastardo tenía para atacar.

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