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Estaba haciendo calor.

Mucho calor.

El sonido de las cigarras por alguna razón daba la sensación de estar incrementando el calor.

El verano había entrado formalmente y no era de extrañarse que esa noche estuviera siendo tan calurosa, por eso Itachi prefería por mucho el otoño.

Sin embargo el calor no era la única razón por la que se encontraba despierto a las 3 de la mañana con la ropa empapada de sudor.

Había tenido una pesadilla.

Bueno, en realidad no estaba seguro de poder decirle pesadilla.

Una pesadilla se definía como un sueño desagradable que produce angustia, ansiedad, miedo o terror.

Ciertamente se encontraba angustiado, pero no de manera convencional, sino más bien avergonzado.

A pesar de que Itachi no pasó mucho tiempo en la academia, se dió la tarea de prepararse en todas las asignaturas de los demás grados, eso incluían materias de desarrollo humano, aseo y educación sexual.

Estaba consciente de que la pubertad era un proceso molesto y con muchas variantes, sin embargo no había sufrido sus estragos de manera profunda, quizás porque cuando llegó a la adolescencia estaba tan estresado y deprimido que su cuerpo no tenía energía para nada más que lo esencial, quizás porque al hacer tanto ejercicio su cuerpo entraba en balance o quizás porque ni siquiera él se había percatado del todo de que era un adolescente.

Pero ahora era diferente y hubiera preferido percatarse de su adolescencia de otra manera.

Un terrible acné, mal olor, cambios de humor o cualquier otra cosa habría sido preferible que eso.

Pero no, si los dioses existían no parecían tener mucha compasión por él y se encargaban de avergonzarlo terriblemente todas las noches sin falta desde dos semanas atrás.

Desde el día en que Sora había estado encima de él para ser más exactos.

Él entendía a la perfección cómo funcionaba la atracción entre dos personas y al ser un chico expuesto al mundo adulto desde pequeño también entendía que no era algo que se pudiera controlar. Aunque en esos momentos deseaba que él fuera la excepción y pudiera controlarse.

Cada noche se repetía el mismo sueño, con algunas pequeñas variantes pero en esencia el mismo.

Sora encima de él con esa ropa ajustada y el sudor corriendo por su cuello con la respiración agitada.

Obviamente Hinata y Sasuke no estaban en el sueño, eso habría sido demasiado escalofriante.

En el sueño siempre era él quien actuaba primero, sus manos recorrían lentamente de las caderas a la cintura de Sora mientras se incorporaba para tenerla cerca, todo parecía real, la textura de su piel, el calor que irradiaba su cuerpo, incluso el olor a vainilla.

Ella lo miraba a los ojos con una pequeña sonrisa y después le acariciaba el rostro y el cabello con ternura, lo abrazaba por el cuello pegando sus cuerpos por completo.

Él quedaba con la cara hundida en su cuello y podía ver una única gota de sudor corriendo lentamente, sin poder controlarlo pegaba sus labios al cuello de ella mientras apretaba su cintura, ella soltaba un suspiro. Suspiro que estaba seguro de nunca haber escuchado, seguramente su cerebro lo había creado únicamente para molestarlo. Después ella metía las manos debajo de su camisa haciéndole ver cuán caliente estaba su cuerpo.

Él reaccionaba a la caricia inclinándose para quedar encima de ella y dejarla en el piso. La sola imagen de su cabello regado en el piso, sus mejillas sonrojadas y su mirada brillante era suficiente para enviarle un escalofrío por toda la columna.

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