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Traición

Desde hace algunos días habías comenzado a tener unos síntomas raros

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Desde hace algunos días habías comenzado a tener unos síntomas raros...

Esos síntomas eran claros lo que podrían significar por ya haberlos vivido hace un par de años.

Al principio no lo comprendías, la primera vez que te sentiste mal estabas en la florería atendiendo a las personas, en su mayoría parejas, que venían a comprar ramos como regalo mientras que la señora Mei cuidaba de tu pequeña Akeno.

Te sentiste muy cansada, pero pensaste que quizás era por trabajar mucho y por lo mismo no le tomaste tanta importancia. Aunque hoy volvió a ocurrirte lo mismo y su grado aumentó hasta dejarte muy débil, con trabajo pudiste ponerte de pie.

La señora Mei se dio cuenta de tus malestares y recomendó que fueras a ver a la doctora del pueblo al terminar la jornada de trabajo, le dijiste que quizás no era algo grave, pero por su insistencia terminaste por aceptar. Ella cuidaría a Akeno por mientras.

—Felicidades señorita, usted volverá a tener un bebé.

Esa era la respuesta que solo te confirmaba todo.

Una calidez se esparció por tu pecho y un tenue brillo a razón de la noticia se miró recorrer tus pupilas, ensanchándolas por la emoción. Estabas embarazada de nuevo, esa sensación maternal se iba a presentar una vez más, se sentía lindo y nostálgico de solo pensarlo.

—Puede que tengas un mes de embarazo aproximadamente. —supuso la doctora sentada frente a ti, sacándote de tus pensamientos—. Recuerda lo que si y no debes comer y hacer durante estos meses, aunque si tienes dudas de algo puedes venir aquí. —finalizó amablemente.

—Gracias... Gracias de verdad. —la suave sonrisa en tus labios no pasó desapercibida y menos tu semblante radiante—. Tenga buena tarde. —hiciste una leve reverencia de agradecimiento para después marcharte.

El aire fresco de esa tarde chocó contra tu rostro y movió los mechones de tu cabello al compás de él. Una ráfaga de ese mismo aire llevó consigo unas cuantas hojas de los árboles y tomaron la atención de tu mirada para observar la dirección por la que se fueron, viendo como se perdían entre el horizonte mientras que la sensación en tu pecho persistía. No aguantaste mucho y tu mano se dirigió a ese lugar para colocarla sobre la tela de tu kimono.

Volver a tener otro hijo no estaba en tus planes en realidad, pero la simple idea de darte la oportunidad de ser madre por segunda vez era lindo.

Pensabas que esto podría cambiar las cosas, quizás podría mejorarlas.

—¡Mami! —escuchaste el grito alegre de Akeno cuando llegaste a la florería. Sus apresurados y un poco torpes pasos se escucharon llegar a ti y te abrazó de las piernas, sujetándose de tu kimono y sonriendo.

—¿Todo bien con la doctora? —preguntó la señora Mei a la vez que se acercaba a ti.

—Sí, todo bien Mei-san. —sonreíste tranquila y cargaste a Akeno en tus brazos, ella pronto rodeó tu cuello—. Gracias por cuidar a Akeno mientras regresaba.

AMORES PUROS || Gemelos Tsugikuni Where stories live. Discover now