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Actitud cortante

Después de unos cuantos días todo volvió a la normalidad, independientemente de que si apenas habías dado a luz o no, pues Yoriichi retomó sus misiones como cazador de demonios al igual que Michikatsu lo había hecho el día siguiente en que tu pequ...

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Después de unos cuantos días todo volvió a la normalidad, independientemente de que si apenas habías dado a luz o no, pues Yoriichi retomó sus misiones como cazador de demonios al igual que Michikatsu lo había hecho el día siguiente en que tu pequeña Akeno nació.

De nuevo comenzó a verse la ausencia de ambos gemelos en casa, te entristecía y eso era algo difícil de poder evitar, añadiendo que aquella dolorosa espina en tu corazón aparece cada vez que vuelves a recordar las consecuencias que trae la marca de cazador que apareció en ellos, en un tiempo podrían ya no estar contigo y eso te dolía demasiado.

Akeno parecía percibir tu dolor a pesar de ser muy pequeña, ya que al cargarla en tus brazos sentías como se removía para llamar tu atención y hacerte salir de tus pensamientos, cuando la mirabas parecía ser que ese dolor desaparecía por un momento, pero sabías que en algún punto iba a volver como un ciclo doloroso.

En muchas ocasiones pensabas y rogabas que el mundo hiciera una excepción con ellos, que las leyes de la vida estuvieran de su lado para que pudieran vivir contigo y junto con Akeno, no importa si todo esto sonara muy egoísta de tu parte.

Este día había sido tranquilo en casa, demasiado de hecho, ya que las presencias de los gemelos no estaban, pero al encontraste Akeno contigo no te hacía sentir tan sola como antes, haberla tenido a ella había sido una verdadera bendición para ti.

—Mi pequeña Akeno... Regresemos adentro, ¿Te parece? —murmuraste suavemente, mientras acariciabas con el dorso de tus dedos su pequeño rostro, ella abrió sus ojitos de un color granate para verte—. Sé que te gusta ver el sol, pero puede que pronto llueva y no quiero que te enfermes siendo apenas una bebé... —miraste por un momento el cielo—. Además, mamá debe seguir descansando. —Akeno al tener cerca uno de tus dedos lo tomó entre su pequeña mano tiernamente, sonreíste por esa acción.

Desde hace unos pocos días habías descubierto que a Akeno le agradaba salir y disfrutar del aire libre del día ya que sonreía cuando salías de casa para caminar un poco mientras la llevabas en brazos, lo hacías muy poco tiempo, ya que debías guardar reposo al no terminar aún tu cuarentena.

Esta tarde lo habías hecho menos tiempo que los otros días, ya que se habían comenzado a acumular unas cuantas nubes grises en el cielo hasta que llegaron a cubrir el cielo por completo, puede que en unas cuantas horas llovería.

Te levantaste con cuidado de la madera que había por el pequeño pasillo fuera de tu cabaña y donde habías estado sentada por un rato para después entrar a casa, teniendo a Akeno en tus brazos y cubierta de las delgadas cobijas que rodeaban su pequeño cuerpo.

Tenías hambre a esa hora del día y por eso decidiste preparar algo para ti, pero antes te acercaste al pequeño portabebés de madera con cómodas cobijas para dejar con cuidado a Akeno, así no habría problemas al momento de cocinar y no las lastimarías con algo.

AMORES PUROS || Gemelos Tsugikuni Where stories live. Discover now