食 - | 29 |

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Culpa

Esa noche Akeno durmió a tu lado y no en el cunero como debería de ser, tu bebé no logro calmarse por un buen rato hasta que lograste dormirla y cuando lo hizo preferiste traerla a tu lado para dormir junto a ella

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Esa noche Akeno durmió a tu lado y no en el cunero como debería de ser, tu bebé no logro calmarse por un buen rato hasta que lograste dormirla y cuando lo hizo preferiste traerla a tu lado para dormir junto a ella. Creíste que Michikatsu se uniría a su lindo momento familiar, pero cuando miró que tenías a Akeno en brazos al sentarte en el futón simplemente te dio la espalda y se durmió por su cuenta.

No entendiste su actitud tan extraña y él no te decía la razón, pensabas que era algo de estrés por volver de sus misiones, pero no podías comprenderlo por más que quisieras si él no decía nada, añadiendo que es un hombre de pocas palabras.

Al otro día temprano y por la mañana, los rayos del sol entraron por la ventana de tu habitación e iluminaron todas las paredes de madera, sin embargo, no fue esa la razón de que te despertaras. Unos pequeños toquecitos en tu rostro tomaron tu atención e interrumpieron tu sueño, cuando abriste los ojos miraste que tu bebé era la razón de ello ya que al parecer había despertado antes que tú, y al tenerte más cerca de ella se acercó un poco y envuelta entre mantas para que abrieras los ojos.

—Buenos días mi pequeña Akeno... —sonreíste al ser ella lo primero que vieras. Tallaste tus ojos para después sentarte sobre el futón y estirar tu cuerpo, cuando fuiste dueña de todos tus sentidos miraste a tu alrededor, solo tú y Akeno estaban en la habitación, Michikatsu no estaba—. ¿Hm?... ¿Y papá? —miraste a la bebé, como si ella te pudiera responder, pero solo te miraba con sus pequeños y bonitos ojitos de color granate.

Dejaste salir un suspiro para acomodar un poco tu cabello revuelto antes de levantarte, cuando lo hiciste tomaste a Akeno entre tus brazos para después salir de la habitación, desayunarías algo por lo pronto para también alimentarla y el resto del día seguirías guardando reposo, te aburrirías un poco en estos cuarenta días.

Cuando llegaste a la sala que era compartida con la cocina tus pasos se detuvieron repentinamente, pues Michikatsu estaba ahí, pero todavía no parecía percatarse de tu presencia ya que colocaba su katana en el costado de su cuerpo sin prisa. Iba a irse pronto y eso te extrañó, aunque fue un poco más extraño encontrarte con él antes de que se fuera de casa, al parecer Akeno fue la responsable de despertarte para ir con Michikatsu.

—¿Michikatsu?... —tu voz lo hizo salir repentinamente de sus pensamientos y detuvo sus movimientos, pero al estar dándote la espalda no se giró para verte, él pensó que seguías dormida porque aún era temprano—. ¿A dónde vas? —preguntaste, acercándote poco a poco a él hasta que te detuviste cuando volteó a tu dirección.

—Debo irme, tengo una misión.

—¿Otra misión?... —ladeaste la cabeza un tanto desconcertada—. Es muy temprano para que te vayas, además... Apenas regresaste de una ayer... —lo miraste en espera de una respuesta.

—Los cazadores no podemos descansar. —masculló mientras volvía a poner su atención en su katana para colocarla adecuadamente a un lado de su cuerpo. Hiciste una mueca por lo que dijo, en realidad tenía un punto.

AMORES PUROS || Gemelos Tsugikuni Where stories live. Discover now