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Tan confuso

Los días pasaron como el agua que lleva un arroyo, aunque no demasiados, pero los suficientes para que sintieras un poco más de mejoría en tu cuerpo después de dar a luz a tu pequeña bebé

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Los días pasaron como el agua que lleva un arroyo, aunque no demasiados, pero los suficientes para que sintieras un poco más de mejoría en tu cuerpo después de dar a luz a tu pequeña bebé.

No habían pasado todos los cuarenta días como lo era normalmente, pero ya te sentías bien como para volver a tus actividades diarias, como acompañar al trabajo a la señora Mei en la florería, ella era una mujer mayor y probablemente ya ocuparía ayuda.

Este día se lo hiciste saber a través de una carta, aunque para no ir hasta el pueblo se la diste al cuervo de Yoriichi para que se lo diera a la señora Mei, cuando volvió se posó sobre tu hombro y en agradecimiento le diste unas cuantas semillas.

Akeno se encontraba en tu espalda mientras era sujetada a tu cuerpo con una tela blanca que era amarrada en la parte de tu pecho, como una especie de rebozo. Solo su pequeño rostro se miraba y su corto cabello borgoña cuando girabas tu cabeza hacia ella, sonreías al verla tranquila y dormida.

Estabas en el pequeño jardín frontal de tu cabaña mientras era más de medio día, el sol resplandecía, aunque también era acompañado por unas nubes grises, pero el paisaje era bonito de todas maneras.

Unos pasos sobre la hierba verde a tus espaldas tomaron tu atención y te giraste a esa dirección, el ave en tu brazo voló y se dirigió a la persona que se acercaba a ti, pues se trataba de Yoriichi, llevaba su katana a un costado de su cuerpo y eso te dio una idea de lo que iba a suceder.

—¿Yoriichi? —lo miraste, ladeando un poco tu cabeza—. ¿Irás a otra misión?

—Debo ir. —respondió, observándose como tu expresión se entristecía un poco—. Lo lamento.

—Ah... Lo sé bien. —suspiraste y también te acercaste a él. Se detuvieron cuando estuvieron uno frente al otro—. Solo pensé que ibas a quedarte un poco más.

—Michikatsu está aquí. —comentó, señalando detrás suya la cabaña. Habían estado ambos gemelos en casa unos cuantos—. No estarás sola.

—Oh... —musitaste, tratando de no hacer una extraña expresión en tu rostro, ya que no le habías dicho a Yoriichi sobre el comportamiento que ha tenido últimamente su hermano—. Entonces está bien... —sonreíste, con un poco de nervios.

—Trataré de no tardar. —dijo mientras miraba hacia arriba por un momento y ver como su cuervo daba vueltas en espera de que se fueran—. Pero el pueblo al que iré está un poco lejos de aquí.

—Descuida... —cambiaste un poco tu expresión triste a una más tranquila—. Te deseo suerte como siempre, Akeno y yo te estaremos esperando. —lo tomaste suavemente de las manos y le sonreíste. Después giraste un poco tu cabeza para ver a su pequeña hija dormida en tu espalda y la mirada de Yoriichi siguió la tuya, se miraba muy tierna dormida.

AMORES PUROS || Gemelos Tsugikuni حيث تعيش القصص. اكتشف الآن