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Familia peculiar

Luego de unos días, Yoriichi pensó que era un buen momento para llevarte con las personas que había conocido desde hace unas semanas, ya te sentías un poco mejor y no tuviste problema cuando Yoriichi te ofreció ir a visitarlos

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Luego de unos días, Yoriichi pensó que era un buen momento para llevarte con las personas que había conocido desde hace unas semanas, ya te sentías un poco mejor y no tuviste problema cuando Yoriichi te ofreció ir a visitarlos. Hoy el día era soleado y era perfecto, ya que tampoco había ninguna nube que indicara que habría lluvia pronto.

Cuando estuviste lista con un bonito kimono floreado y con tu pequeña Akeno sujetada a tu espalda Yoriichi y tú comenzaron a emprender camino, ese día Michikatsu no estaba en casa, estaba en una de sus tantas misiones como siempre te lo decía y fue imposible decirle que los acompañara, de verdad te hubiera gustado que lo hiciera.

Como no sabías donde quedaba la vivienda de aquella familia solo te atuviste a seguir a Yoriichi, mientras que tu pequeña Akeno estaba despierta en una parte del camino y con sus pequeños ojitos veía los árboles a cada lado del sendero por donde iban, sonreía a la vez que movía sus manitas como si quisiera tocar las hojas secas a lo alto de los árboles.

Habían salido de casa antes de medio día, así que el sol tardaría muchas horas en esconderse y podrían tener un poco más de tiempo de convivir con aquella familia de carboneros.

Momentos después en el rumbo de su caminata divisaste una pequeña cabaña a lo poco lejos de ustedes, era pequeña, pero se miraba muy cómoda.

A la vez que se acercaban pudiste darte cuenta que una pareja estaba afuera de ese lugar, estaban en lo suyo y quizás platicando de cualquier cosa de la vida, no hasta que el varón que vestía un haori de cuadros verdes y negros se percató de sus presencias, se miraba joven al igual que su esposa y su sonrisa se ensanchó cuando reconoció al hombre con quien ibas acompañada.

—¡Yoriichi-san! —exclamó el varón de peculiares cabellos burdeos y se puso de pie para acercarse, sin dejar de lado una sonrisa que era seguro que lo caracterizaba siempre—, nos alegra ver que nos visite de nuevo. —Yoriichi y tú se acercaron lo suficiente y el otro hombre terminó con la tanta distancia que los separaba cuando se detuvo frente a ustedes.

—¡Vaya! ¡Ha traído a su esposa como nos lo dijo la última vez que vino! —se le escuchó decir a la joven mujer, mientras se acercaba de igual manera con un pequeño bulto en brazos que era su pequeña hija.

Sus palabras hicieron sonrojar tus mejillas de un suave color rosa, Yoriichi y tú no estaban casados hasta el momento y te puso un poco nerviosa que así los tuvieran vistos, pensar en eso de alguna manera fue lindo y te aceleró el corazón.

—Lamento si llegamos a interrumpir algo. —Yoriichi se mostró tranquilo ante la situación, nada raro en realidad.

—¡Claro que no! —el varón negó y sonrió tranquilo—. Es un gusto conocerla. —se dirigió a ti, tomando tu atención para luego ver como se acercaba al lado de la mujer que sostenía a su pequeña hija en brazos—. Mi nombre es Sumiyoshi Kamado y ella es mi esposa, Suyako. —se presentaron.

AMORES PUROS || Gemelos Tsugikuni Where stories live. Discover now