Capítulo 38: Casi-algo.

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Después de tanto trote, Sota de Copas llega a la casa de Caballo de Bastos, exhausta. ¿Qué es lo que acaba de pasar? No puede parar de preguntárselo. Un grupo de personas que parecen provenir del Reino de Espadas están buscando a Sota de Espadas. "Al menos tienen el detalle de buscarla con vida", piensa, lo que le da cierto alivio, aunque no es suficiente para quitarse el tema de la cabeza. ¿Acaso vuelve a estar Sota de Espadas en peligro? Porque si no es así, no vendrían con tal secretismo a buscarla. Parece obvio que quieren encontrar a Sota de Espadas y no para algo bueno, así que ella debería advertir del peligro. ¿Pero cómo?

Sota de Espadas no quiere verla ni en pintura y aunque intentase acercarse a ella, no querría escucharla, pensaría que lo que le está diciendo es mentira. Por mucho que haya visto las orejas al lobo el día de Naipesvisión, ¿en qué contexto podría acercarse a Sota de Espadas? ¿Y merecería la pena hacer que se preocupase? Ella misma podría protegerla desde la distancia durante todo el viaje y ahorrarle todas las preocupaciones. "¿Y si se lo digo a Caballo de Espadas? Él sí puede saber qué es lo que pasa o tener una mínima idea y seguro que está dispuesto a hablar conmigo, tenemos cierta confianza ya". Nunca pensó que lo diría, pero en la actualidad tiene una mayor confianza con Caballo de Espadas que con Sota de Espadas, lo que, en cierto modo, hace que se ponga melancólica y triste. "Para lo que hemos quedado", reflexiona. Puede que su relación con Caballo de Espadas no haya sido la mejor en todo momento, pero el viaje le ha servido para corroborar que es alguien en quien confiar.

Entre tanto pensar, se queda dormida en el suelo. Aunque tuvo mucho cuidado de no gastar todo su poder mágico (más que nada, para inhabilitar a sus enemigos después de sonsacarles la verdad), está muy cansada, todo lo de emanar poder en forma de calor, con el frío que hacía, y luego tener que usarlo y quedarse al fresco le ha pasado factura.


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Caballo de Copas perrea con el desconocido que menos le disgusta de todos los que hay allí. Parece que está dispuesto al perreo y eso le parece bien, porque su único objetivo es que Caballo de Bastos se ponga celoso y acuda a él, arrastrado, mendigándole las migajas de su atención para, obviamente, dárselas como una limosna. Sólo de pensarlo se viene arriba con el perreo, aunque enseguida se viene abajo al oler el aliento de cerveza del tipo con el que estaba perreando. Mira a su alrededor, buscando con la mirada a Caballo de Bastos.

"¿Me estará mirando? ¿estará celoso? ¿podrá soportar que esté bailando con otro?", se pregunta, hasta que al fin lo encuentra. Está pasándoselo bien, bebiendo y hablando con los demás. "Al menos no está fornicando por ahí", se consuela a sí mismo, aunque lo que ha visto no es lo que esperaba. Sus expectativas eran Caballo de Bastos, desesperado, buscándolo con la mirada, celoso, nervioso, preocupado porque esté bailando con otro. Sigue mirándolo, esperando una respuesta por su parte. Durante una milésima de segundo, nota como Caballo de Bastos lo mira. Con tácticas ninja, aparta su mirada en tiempo récord para que las de ambos no se crucen y se produzca un momento incómodo.

Cuando ha pasado un tiempo prudencial (dos segundos) vuelve a buscar a Caballo de Bastos con la mirada. Ya no lo está mirando, y sigue feliz, hablando con el resto y bebiendo cerveza. "¿¿Pero este tío no se pone celoso??", gruñe para sus adentros. Como si no le hubiese importado nada que esté perreando con un random por ahí. La rabia se apodera de él y, en un arrebato de ira, le quita la cerveza de las manos al tipo con el que está perreando y se la bebe de un trago.

Tipo: ¡¡Oye!!

Caballo de Copas: Es que tenía mucha sed, ups.

Acto seguido, le deja la jarra en la mano a su compañero de perreos, se da la vuelta y se va hacia donde está Caballo de Bastos con el resto, con paso firme, pero tambaleándose.

NAIPES (II): UN VIAJE LARGO Y DUROWhere stories live. Discover now