Capítulo 23: Revelaciones inesperadas.

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El jefe de los orcos debe ser un orco muy imponente. O al menos eso piensa Caballo de Copas, que ya hasta tiene ganas de verlo, después del caminito a base de patadas e improperios que le están dando los simpáticos orcos que lo tienen cautivo junto a Caballo de Bastos y esa, la que no quiere ver. "¿Será parecido a Caballo de Oros? Al fin y al cabo, todos los orcos se parecen entre ellos", piensa. Y no puede evitar soltar una carcajada.

Caballo de Copas: Pfffjsjsjajjsjajsjajs...

Caballo de Bastos: ¿¿??

Uno de los orcos que los desplaza hasta el despacho del jefe le lanza una collega, además de mirarlo con cara de asco. "¿De qué se ríe este twink?", piensa el orco, que no está para bromitas, después de un largo y duro día de trabajo.

Orco 1: ¡Tú! ¿Se puede saber de qué te ríes tanto?

Caballo de Copas: Jsjsjsjjss de tu cara.

El orco le propina otra colleja. Esta vez, el doble de fuerte.

Caballo de Copas: Es que estaba pensando que tengo un amigo que se parece mucho a vosotros. Físicamente, digo.

Orco 1: ¿?

Caballo de Copas: Bueno, no diría yo que es mi amigo... Más bien un conocido...

Orco 2: ¿¿Y a nosotros qué nos cuentas?? Anda, tira y calla.

Y le propina un nuevo manotazo. Caballo de Copas gruñe, prefiere que le de manotazos un hipotético amo bdsm, no unos orcos feos como esos. Tiene ganas de llegar ya a la sala del jefe y cantarles las cuarenta, la cosa no va a quedar así. Entonces, cae en que ya han llegado, porque una gran puerta se erige ante ellos.


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Caballo de Espadas no puede avanzar normalmente, pese a los golpes que le van propinando los orcos que los acompañan a él y a Sota de Copas. Tiene los pantalones sucios, le da mucha vergüenza y piensa que los restos de cagalera van a ir cayendo al suelo. Así no se puede. Y eso no es lo peor de todo. Lo peor de todo es que existe la posibilidad de que se encuentre a Sota de Espadas por el camino. Eso sería el fin. Sota de Copas no ayuda, porque no para de reírse de él.

Sota de Copas: Jsjsjjsjsjsjs perdón, es que no puedo.

No para de reír, pese a que, de vez en cuando, se lleve una colleja de los orcos. Caballo de Espadas pone mala cara. La situación le sobrepasa. Y aún le puede sobrepasar más.

Cuando llegan al sitio que, según los orcos que los acompañan, tenían que llegar, resulta que ni más ni menos que están Caballo de Copas, Caballo de Bastos y ¡Sota de Espadas!

Sota de Copas: ¡Lo sabía! ¡Los demás también se han convertido en humanos!

Sota de Espadas se gira. Se alegra al ver a su primo. "Al menos está vivo", piensa. Y suspira de alivio. Aún no ha mirado la parte inferior de su vestimenta, para suerte de Caballo de Espadas. Caballo de Espadas se sonroja al ver a su prima, y reza para sus adentros porque no mire hacia abajo, si es que aún no lo ha hecho. Se muere de la vergüenza. Quiere que la tierra lo trague.

Caballo de Espadas: ¡¡Sota de Espadas!!

Sota de Espadas: ¡¡Caballo de Espadas!!

Orco 1: Ah, que se conocen.

Orco 2: Claro, ¿no ves que son super parecidos? Seguro que son familia.

Orco 1: Qué va, es que todos los humanos son iguales. ¿No los ves?

Los orcos miran a sus prisioneros durante un rato.

Orco 3: Sí, mira, la chica que se parece al chico rarito de los pantalones sucios también se da un aire al chico rubio con pinta de f*ckboy.

NAIPES (II): UN VIAJE LARGO Y DUROWhere stories live. Discover now