Capítulo 4: El hotel del amor.

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Después de tener sus incidentes con los duendes, parece que todo se calma, que se han cansado de las bromitas. Están atentos al mapa y a la gente de su alrededor para que nadie se pierda, aunque les cuesta estar atentos a Caballo de Copas y no reírse en su cara. Nadie está dispuesto a decirle que tiene toda la cara pintarrajeada, prefieren que lo descubra por sí mismo cuando sea el momento. Lo de estar pendientes en el camino les hace no tener muchos pensamientos negativos, no desviarse del mapa por sus propias preocupaciones. Esto es algo fuera de lo común para Caballo de Espadas, que se sorprende a sí mismo por no estar pensando en su prima. "¿Lo estaré superando?", piensa. 

Y así pasan los minutos hasta que, por fin, consiguen llegar a una zona más clara. El camino se hace más llano y no hay tantos árboles a su alrededor. Los que hay se encuentran más disipados y algo apartados de lo que es el camino, que es amplio y tiene espacio para que pasen personas, caballos y hasta carruajes (en el caso de que los tuvieran).

Sota de Copas: Pues parece que por fin hemos salido del bosque. No era para tanto, ¿veis?

Caballo de Oros: Si tú lo dices... Yo lo pasé mal...

"Aunque lo pasé mal, más que nada, por tener los pantalones todo meados", recuerda, y se queda cabizbajo. ¿Cómo es posible que haya estado tantos días con los pantalones llenos de pipí? Aquello era solo un signo más de la decadencia que le estaba tocando vivir en ese viaje de penurias e inmundicia.

Sota de Copas: Bueno, tú es que lo pasas mal por todo.

Caballo de Oros: ¡Pero! ¿Estas confianzas?

Sota de Bastos: Ciertamente, hemos hecho mucha confianza en todo este tiempo. Quién lo hubiera dicho cuando nos conocimos... Nunca pensé que iba a hacerme amigo de esta gente, j*der, cómo pasa el tiempo.

Sota de Oros: A ver, es que no somos amigos.

Caballo de Copas asiente desde la comodidad del caballo de Caballo de Bastos.

Caballo de Bastos: J*der, yo creía que habíamos hecho amistad...

Sota de Espadas: Literalmente me intentaste matar.

Caballo de Bastos: Creía que eso estaba ya superado.

Caballo de Copas: Pues yo creo que la amistad está sobrevalorada. Yo de aquí solo soy amigo de mi onii-chan. Y de Sota de Copas.

Sota de Copas: Gracias por la parte que me toca.

Caballo de Espadas: Creía que me habías cancelado.

Caballo de Copas: Un poco, porque no se te veía muy preocupado después de encontrarme, pero lo de perdernos te lo he perdonado porque igual algo de culpa sí que tuvieron los duendes. Además, quiero un onii-chan.

Caballo de Espadas: Gracias, supongo.

Caballo de Copas: Con el resto estoy muy decepcionado. Deberíais preocuparos más por mí. Al fin y al cabo, yo fui indispensable en la derrota de Sirocco, también fui indispensable en la casa de la Señora Angustias ejerciendo el papel de voz de la razón, y ahora, lo he vuelto a ser siendo el único que se pispó de que algo raro estaba pasando en ese bosque. Muy poco se me valora. Deberíais estar celebrando que me habéis encontrado, porque no sé qué haríais sin mí.

Caballo de Bastos asiente, aunque al rato se arrepiente de ello, porque su gesto le dio alas a Caballo de Copas para empezar a hablar y no callar. Obviamente, hablaba de sus múltiples e innumerables virtudes: que es un gran mago, que sin él a saber dónde estarían, que fue realmente indispensable en Indura (incluso en la derrota del Joker, no se sabe por qué)...

Caballo de Bastos: Oye, Caballo de Copas...

Caballo de Copas se gira ipso facto al oír la voz de su amo en su nuca.

NAIPES (II): UN VIAJE LARGO Y DUROKde žijí příběhy. Začni objevovat