𝟑𝟒

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⋆⁺₊⋆ 𖧵 ⋆⁺₊⋆ ✵⋆⁺₊⋆ 𖧵 ⋆⁺₊⋆ ✵⋆⁺₊⋆ 𖧵 ⋆⁺₊⋆ ✵

Yujin se arrastró por el suelo siendo jalado por Gyuvin, quien se negó a cargarlo más de tres veces. Era un berrinche, uno inmenso que iba ascendiendo conforme las negativas del mayor se hacían cada vez más firmes. El niño buscó llorar y patalear, dar pequeños brinquitos o correr lejos del adulto y así hacer lo que quería.

Gyuvin se contuvo múltiples veces de ceder, reafirmando su autoridad ante el pequeño berrinchudo que comenzaba a revolcarse en la tierra. Los gritos y lloriqueos no se detuvieron durante todo el espectáculo, llamando a la gente a detenerse varios segundos para admirar la escena.

─ ¡Yujin! ─gritó Gyuvin con la voz más gruesa, pareciendo la voz que usaba Hanbin cuando se enfadaba con el menor.─ ¡No puedes seguir haciendo una rabieta! ¡Levántate!

Pero Yujin soltó, por primera vez, una patada directo al mayor, atinando junto en su pierna de manera estable, sacando un curioso sonido cuando lo hizo. Fue entonces cuando se dio cuenta del límite al que llegó, deteniéndose por un par de segundos con los ojos llorosos para observar a Gyuvin.

─ Perdón. ─susurró tratando de detener su llanto.─ ¿Te dolió?

Gyuvin se mantuvo callado, sin mirar al niño y sosteniéndose sobre sus rodillas, provocándole un latente miedo a Yujin. El silencio se extendió por varios segundos, ambos permaneciendo quietos a la espera de una respuesta.

─ Vamos, Yujin. ─el mayor le extendió la mano con una tranquilidad pacífica, abriendo sus ojos como si nada hubiese sucedido.─ Tenemos que hablar con Hanbin.

─ ¿Le dirás que te pegué?

─ No le diré nada si prometes no volver a hacerlo.

─ ¡Lo prometo! ─Gyuvin no dijo más, recibió la mano del niño y se adentró al restaurante esperando ver a Hanbin sentado justo en la mesa que habían acordado.

Yujin limpió su rostro con rapidez, fingiendo no haber estado haciendo un berrinche durante todo el camino, viéndose alegre como todos los días mientras daba pequeños saltitos al divisar a su hermano mayor. Gyuvin lo dejó sostener su pequeña mentira, sintiéndose agotado por no haber cedido ni una vez a la eterna rabieta hasta que se vio calmado.

Hanbin esperaba, jugando en su celular y sin mostrar interés en el menú que descansaba sobre la mesa. Sus ojos afilados encajados en la pantalla y sus dedos bailando con rapidez sobre ella, ajeno a cualquier situación que estuviera ocurriendo en el local. Le recordó un poco a todas esas veces que observó a Ricky en algunas fiestas, donde se distanciaba del mundo para estar en su celular.

El niño corrió, soltando su mano y chocando de inmediato contra Hanbin, trepando sobre sus piernas sin aviso alguno y cubriendo su vista de la pantalla, Este soltó una suave risa para liego abrazarlo de inmediato dejando el aparato de lado. Algunas palabras que Gyuvin no escuchó salieron de sus labios hasta llegar a Yujin, quien respondió agitando la cabeza de arriba abajo. Cuando llegó hasta ellos saludó y tomó asiento.

─ ¿Hubo algún problema con la psicóloga? ─preguntó el hermano mayor con la mirada seria, sus ojos puestos sobre el rostro de Gyuvin para luego viajar hacia el pequeño que parecía apenado.─ Yujin...

─ ¡Yo no hice a Wookie con mi cabeza! ¡Tampoco a Taerae ni Jeonghyeon! Ellos ya estaban en la casa cuando llegamos. ─exclamó después de una mueca de enfado.─ Binnie, no quiero irme de la casa...¡mamá aún no llega!

El incómodo silencio regresó con fuerza, deformando el rostro inerte de Hanbin y convirtiéndolo en la clara muestra de aflicción escondida, mientras que Gyuvin solo miraba sus manos sobre la madera sin saber que hacer exactamente.

𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐇𝐎𝐌𝐄 𖧵 𝐙𝐁𝟏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora