𝟏𝟕

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El polvo se disparó haciendo que todos se queden completamente quietos en el lugar oscuro y obviamente antiguo frente a ellos. Era un pasillo pequeño, con puertas a cada lado y una al final cargada de rosarios en la perilla.

Hanbin no mentiría si dijera que ese lugar no le inquietaba, le causaba una alarmante sensación de pánico. La casa era inmensa, y no fue hasta que bajó a ese lugar que se dió cuenta de la cantidad exagerada de habitaciones que tenía.

─ ¿Cuándo llegaste por primera vez, viste esto? ─le preguntó Hanbin observando a Matthew, quien pareció palidecer tan pronto lo escuchó, aún estando en la parte de arriba junto a Soojin.

─ Bueno, yo... ─titubeó un poco antes de finalmente suspirar y hablar.─ ...en realidad no bajé cuando me la vendieron.

El silenció se volvió denso, casi tanto como las paredes de concreto de aquel frío sótano. Hanbin suspiró, adentrándose esperando no mostrar su miedo, ignorando las telas de arañas y asegurándose de que su pequeño hermano se mantuviera afuera.

Gyuvin fue detrás de él, con la curiosidad desbordando de su sorprendido rostro, seguido por Ricky, quien bajó las escaleras con prisa, abriéndose paso entre Hao y la pared. Él quería saber porqué tanto misterio, al final de todo, él no sentía miedo, o eso quería creer.

─ Mil... ─mencionó Ricky casi en susurro, sin siquiera poder terminar la frase por la sorpresa y el vacío que sintió en su estómago. Su voz fue baja, pero el eco del lugar lo hizo audible.

Gyuvin caminó hasta su novio al oírlo, observando la puerta con aquel inquietante número grabado en ella como una cicatriz. El rubio acercó su mano a la perilla, girándola con facilidad al ver que no estaba resguardada bajo llave.

Empujó con cuidado y cuando la habitación por fin pudo ser visible, un escalofrió recorrió su espalda de inmediato. Estaba vacía, apenas con una vela apagada en el centro, abandonada en medio de la oscuridad y con pedazos de vidrio tal vez provenientes de la bombilla evidentemente rota.

Lo que realmente llamaba la atención eran las paredes, grabadas con un material parecido al carbón, con manchones negros que formaban el número que estuvo acechando al rubio en todo este tiempo: 1407.

─ Matthew...¿qué casa compraste? ─preguntó retrocediendo hasta chocar con el cuerpo de Gyuvin, sintiendo su calor, sin intenciones de apartarse por nada.─ Esto no me gusta nada.

Fingiendo no sentir temor, Hanbin se adentró con rapidez, dándole un vistazo a la habitación de arriba hacia abajo, buscando algunos agujeros o los animales que supuso que los atormentaban, pero nada, todo estaba en orden, al menos en ese contexto. Ahora ya podía eliminar una habitación de su lista de cosas por hacer.

─ Podemos arreglarla. ¿Qué podríamos hacer con tanto espacio? ─preguntó indiferente, tratando de mantener su rostro neutro ante la incomodidad latente.

─ ¿Qué? ─Hao, quien no dijo absolutamente nada en esos segundos al verse asustado por lo que sus ojos veían, se acercó hasta Hanbin aferrándose a su brazo, señalando el lugar con exasperación.─ Esto es aterrador, ¿quién querría estar aquí abajo?

─ Solo está mal iluminada. ─explicó tratando de sonreír.─ Podríamos pintarla y encontrar algo útil que hacer con ella, así no dará miedo.

─ Hanbin, mi celular se volvió loco con este jodido número. ─interrumpió Ricky, señalando el cuarto marcado y su pantalla al mismo tiempo, igual de exasperado que su hermano mayor.─ No puede ser solo la iluminación, como dices.

𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐇𝐎𝐌𝐄 𖧵 𝐙𝐁𝟏Where stories live. Discover now