𝟑𝟎

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Hao intentó poner de pie a Soojin, observando como esta iba directo al suelo a los segundos, ni siquiera con el esfuerzo de intentarlo. Volvió a ponerla sobre sus dos regordetas piernas, sosteniéndola firme y levantándose en el acto para soltarla y correr a la otra esquina de la habitación.

Tenía la esperanza de que Soojin lo siguiera dando sus primeros pasos, pero en el momento en que se giró para ver a la bebé, esta ya estaba gateando en dirección a la puerta por novena vez en esa hora.

Suspiró exasperado, regresando con pasos rápidos para cargar a la pequeña y regresarla al lugar donde estaba. Repitió el mismo proceso, con la vaga esperanza de que esta vez si ocurriera un resultado diferente, pero la bebé no tardó en gatear cuando tocó el suelo, alejándose de Hao con rapidez.

Tres veces más haciendo lo mismo, insistiendo para que la menor comenzara a caminar; sin embargo, sus intentos eran respondidos de forma negativa, siendo ignorado y hasta manoteado. No debía rendirse, pero estaba cerca de hacerlo.

─ ¡Soojin, tienes que caminar! ─exclamó levantando a la bebé, dando su último esfuerzo.─ Ya vas a cumplir un año, deberías caminar por tu cuenta.

─ Toma sus manos y hazla caminar entre tus piernas. ─la voz de Jiwoong lo obligó a quitar cualquier expresión de su rostro, tomando a Soojin en sus brazos y salir de inmediato de la habitación, sin darse la molestia de ocultar su desagrado.─ Podrías intentarlo.

Pero se detuvo unos segundos a su lado, con oa bebé balbuceando e intentando tomar el cabello de Jiwoong entre sus pequeños puños. Y suspiró cansado, actuar de esa manera era agotador cuando lo que en verdad quería era hacerlo marchar de la vida de Hanbin. Era imposible de ocultar, incluso si fingía indiferencia, esos pequeños destellos de descontento salían de él.

─ No te odio. ─dijo sin saber porqué lo decía.─ Pero yo no soy como Hanbin. No puedo solo ignorar lo que hiciste y seguir como si nada hubiera pasado.

Hao notó como Jiwoong exhalaba, haciendo aquella mueca triste que se asemejaba a la que Hanbin siempre dibujaba en su rostro cuando aceptaba que hizo algo mal.

─ Sé que no vas a olvidar lo que hice, yo tampoco podría hacerlo. ─Hao sabía que debían hablar del tema, aunque su mente le dijera que dejara todo y huyera del lugar.─ No puedo regresar el tiempo, ni el dinero, pero quiero intentar no volver a cometer los mismos errores.

─ ¿Cómo lo harás? Si regresaste a Hanbin solo porque tiene una casa nueva y espaciosa.

─ No lo hice por eso. ─comentó con extrema seriedad, tanta que Hao solo se dispuso a observarlo expectante.─ Hice mal en alejarme, pero no volví por interés; yo ni siquiera estaba enterado de su madre o su hogar. ─suspiró por unos largos segundos antes de volver a hablar.─ Lo contacté otra vez porque quería salir rápido del lugar en donde estaba, era mi única opción para seguir con vida.

Hao suspiró, incapaz de tomar la confesión de Jiwoong como algo real. Tomar el dinero de tu amigo, alejar a todas las personas con las que se relacionaba, tratarlo como una mierda cuando no estabas sobrio, después alejarte sin aviso ni llamada por largo tiempo para aparecer como si nada hubiera sucedido...¿cómo perdonarlo fácilmente?

Despues de calmar el repentino llanto de Soojin, se esforzó por comprender la situación de Jiwoong, pero algo dentro de él seguía negándose a siquiera intentarlo, reclamándole una y otra vez que no olvidara lo sucedido.

─ Espero que hayas vivido en el infierno para aceptar venir hasta acá. ─respondió con autentico odio, perdiendo contra aquella parte racional de su ser, caminando hasta la puerta y arrepintiéndose de inmediato de sus propias palabras. Él jamás le diría algo así a alguien, pero no supo controlar a su mente, ni a su corazón.

─ No te preocupes por ello. ─murmuró casi inaudible.─ Yo viví ahí.

"Y lo mereces."

A pesar de que ambos escucharon aquel comentario, ninguno se dignó a acusar al otro de decirlo. Solo fue un susurro al vacío que resonó entre ambos junto al silencio.

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El dolor se extendió por su pierna, tan pesado y agudo en algunas zonas, impregnándose en su piel sin cuidado para escalar hasta su cadera. Incluso inconsciente, hizo una mueca y se removió entre las sábanas, con los ojos apretados y la mandíbula tensa.

Hanbin no estaba pasando un mal sueño, aquello parecia tan real y lastimero que dudó en que si estaba dormido o no. Sin embargo, era imposible para él elevar sus parpados, salir de esa pesadilla o incluso gritar.

Puntos agudos subieron por su torso para detenerse en su cadera, sintiendo con claridad el peso sobre la parte inferior de su cuerpo. En un punto fue incapaz de moverse, quedando completamente quieto sobre las sábanas blancas. ¿Era una parálisis del sueño? Buscaba una respuesta en la poca consciencia que le quedaba, naufragando en las sensaciones lúgubres del dolor.

Estaba sudando, jadeando, pero de su garganta no lograba salir ni una simple súplica. El aire comenzó a escasear en sus pulmones, limitando la poca fuerza que le quedaba en sus constantes intentos por moverse, dejándolo indefenso al final.

Fue de un segundo a otro cuando abrió los ojos de golpe, impulsándose hacia el frente y quedando sentado sobre su cama, con el pecho subiendo y bajando con ferocidad, con el rostro rojo y empapado en sudor. Llevó ambas manos para retirar su cabello humedecido, dándose cuenta del constante temblor en ellas.

Buscó entre su habitación vacía alguna explicación del incómodo momento, encontrándose solo con la ventana cerrada al igual que la puerta, mientras que la luz del dia comenzaba a colarse junto a su gran soledad.

Con un movimiento brusco examinó su brazo, notando una clara marca morada en él, hinchada e intimidante. Aún no había comprendido la forma cuando apartó las sábanas lanzándolas al suelo, sintiendo un escalofrío de inmediato.

Su respiración se alteró de inmediato, con el rostro aterrado y las manos temblando de forma exagerada. Cerró los ojos esperando estar en medio de una pesadilla, pero al abrirlos, solo se encontró con la misma imagen tétrica.

Una mezcla entre rojo, azul y un amarillo verdoso pintaban en diversas formas difuminadas sobre su piel. Sus piernas estaban hinchadas, pareciendo incluso podridas bajo su mirada impactada. Una vista dolorosa de lo que sería un cadáver en plena descomposición.

No era solo la vista grotesca de su cuerpo lo que le perturbó, fueron las claras marcas que perforaban levemente su cuerpo y de las que aún guardaban sangre seca.

─ Por favor, que sea un sueño. ─se repitió una y otra vez mientras cerraba sus ojos.─ Que sea un sueño, que sea un sueño.

Su corazón latía fuerte, casi audible bajo su respiración agitada, con el terrible miedo de darse cuenta de que eso era la realidad y no parte de su rara imaginación. Sus párpados se elevaron y por fin exhalo todo el aire que contenía en su pecho: los moretones ya no estaban ahí. Su piel seguía viéndose igual que el día anterior.

Suspiró y llevó ambas manos hasta su rostro, juntando sus rodillas a su pecho, y justo su celular sonó justo a un lado. Lanzó un quejido para después inclinarse y poder observar la pantalla, notando un único mensaje que lo dejó en blanco.

Intentaré cuidarte :(

Era del numero de Ricky.

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𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐇𝐎𝐌𝐄 𖧵 𝐙𝐁𝟏Where stories live. Discover now