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Mientras Soojin lloraba, Hao fue quien se levantó para ir a su habitación y calmarla, ya que él había decidido encargarse de ella durante las mañanas. Fue cuando estuvo frente a la cuna que notó a la bebé tomando leche de su biberón, sin llanto que lo recibiera.

Confundido miró a la niña, pensando en que si había dejado el biberón en su cuna por la noche antes de hacerla dormir. Aunque dudó un poco, ya que él recordaba dejar el envase limpio minutos antes de acostarse.

─ Wookie, te dije que la asustarías. ─un grito por parte de Hao se hizo presente. Giró asustado viendo como Yujin lo miraba desde una esquina, sacudiendo uno de los peluches de su hermanita.

─ ¿Qué haces aquí tan temprano? ¡¿Por qué no dijiste nada cuando entré?! ─tratando de calmar a su corazón latiendo con fuerza, se acercó al menor y lo miró curioso. No se había enfadado, solo estaba asustado.

─ Wookie quería ver a Soojin y cargarla. ─mencionó Yujin entregándole el peluche que mantenía en sus manos.

─ Bien... ─Hao suspiró, pensando en qué decir.─ Así que Wookie quería cargarla...¿dónde está ahora?

─ Atravesó la pared cuando gritaste. Está un poco asustado. ─murmuró preocupado. Hao solo quiso reír.

─ Si él es quién atraviesa las paredes, yo debería ser el asustado. ─comentó más para sí mismo, aunque sabía el que pequeño lo escuchó con claridad.─ Será mejor que te arregles para que Matthew te lleve a la escuela.

Yujin asintió, corriendo para llegar a su habitación con prisa, dejando al mayor junto a su hermana. Hao miró a Soojin y comenzó a reír al reconocer el característico aroma que deseaba no existiera.

─ Si Wookie quiere cargarte otra vez, muéstrale tu pañal, bonita.

La calma volvió a hacerse presente; la bebé descansaba en su cuna, Yujin se alistaba para la escuela y Ricky permanecía en su pequeña habitación. Hao estaba bien, podría acostumbrarse a su nueva vida.

Sin embargo, un sin fin de alarmas por parte de Matthew acabaron con la paz. Hao sabía que el chico tenía el sueño pesado, pero creía que era una exageración el poner más de diez alarmas y no poder despertarse con ninguna.

Debido a las paredes delgadas, Hao podía escuchar absolutamente todo lo que ocurría en otras habitaciones. Desde los quejidos de Hanbin con las alarmas de Matthew y los murmullos de Yujin en su habitación, hasta su hermano hablando por teléfono con su novio.

Para Hao, hablar del novio de Ricky era algo que prefería evitar. No es que le molestara que su hermano tuviera un novio; lo que le causaba conflicto era el hecho de que el joven y su familia no eran personas en quienes confiar. En todo ese tiempo que Hao vivió junto a su tía y su hermano en su antigua calle, pudo confirmar aquellos rumores que los vecinos decían de los Kim.

La familia de Gyuvin era conocida por hacer escándalos cada que podían, dándole un mal aspecto al barrio, según sus vecinos. Pero eso no era lo que más le molestaba a Hao, él ignoraba ello; su problema era que conocía lo suficiente a su hermanito y sabía que obedecer no era su mayor virtud.

Tenía miedo de que el chico y su familia hicieran cosas extrañas -o ilegales- e involucraran a su hermano en ello, o que Ricky lo hiciera por cuenta propia solo para contradecir a Hao; ellos dos no tenían una buena relación como hermanos y Ricky no se empeñaba por cambiarlo en lo absoluto.

𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐇𝐎𝐌𝐄 𖧵 𝐙𝐁𝟏Where stories live. Discover now