Eren Jaeger - SnK

209 33 9
                                    

Anhelo de ocaso

—Eren, (T/N), solicitaron un reemplazo para dar clases a los nuevos reclutas, así que ya informé que irán ustedes —dijo Hange.

Los aludidos se lanzaron una breve mirada. Hange, como nueva comandante del Cuerpo de Exploración, los había llamado a media tarde a su oficina. Había pilas de libros y hojas sobre el escritorio, que revisaba compulsivamente y murmuraba mientras les daba sus nuevas órdenes de forma entrecortada.

—Preparé transporte para que salgan antes de que anochezca y puedan asistir a la primera clase.

—Entendido, comandante —dijo (T/N) mientras Eren solo asentía—. Nos retiramos.

La chica agradeció cuando Eren la dejó pasar primero. Caminaron los primeros metros en un silencio aplastante, aquel que, con cada día, empezaba a ser lo normal entre ellos, hasta que ella no lo resistió más y dijo:

—¿Deberíamos pedirle consejo a Armin? Él ha ido en ocasiones anteriores. De hecho, me sorprende que no lo envíen de nuevo.

—Está enfermo. —Eren se guardó las manos en los bolsillos.

—Es una pena, porque con lo entusiasmado que estaba cuando regresó de impartir su primera clase...

—Voy a ir a mi habitación para alistar las cosas. Tú deberías hacer lo mismo —espetó Eren.

—... De acuerdo. Nos vemos, Eren.

La chica fue incapaz de dar otro paso a su lado. No comprendía qué había cambiado en Eren después de retomar Shiganshina. Antes bromeaban y existía entre ambos una camaradería envidiable, su manos siempre buscaban excusas para rozarse, sus miradas eran capaces de hablar por ellos y siempre velaban por el bienestar del otro, al punto en el que se sometían al mismo entrenamiento para tener la certeza de que estaban a la altura. Al menos no era la única que se había percatado del cambio radical y la misma interrogante afloraba en los pocos compañeros que aún les quedaban.

Habían pasado por muchas cosas juntos, desde su entrenamiento como cadetes hasta enfrentarse a los titanes cambiantes. En Eren había encontrado un buen amigo que la había ayudado a no perder de vista sus objetivos ni dejarse consumir por la desesperación. Siempre la había ayudado y ahora, que la necesitaba más que nunca, no sabía qué podía hacer por él. Solo sabía que se les estaba escapando y no tardaría en esfumarse, como las huellas en la arena a la orilla del mar.

Suspiró y prefirió regresar a su habitación para seguir su consejo. Habían sobrevivido un sinfín de adversidades y quería creer que, lo que fuera que lo estuviera perturbando, también podría superarlo.

Preparó una mochila con lo suficiente para viajar y después tomó una ducha rápida. Si iban a salir al ocaso, lo mejor sería comer algo porque no llegarían para la cena. No se sorprendió al hallar a Sasha en la cocina, queriendo robarse los pastelillos que había preparado Nicolo por la mañana; aunque a (T/N) siempre le daba la impresión de que Nicolo dejaba la comida sin supervisión adrede.

—Tú no me has visto —dijo Sasha con las mejillas repletas.

—Ni tú a mí. —Le dio un ligero apretón en el hombro para que luego Sasha le agradeciera con un breve abrazo y se fuera corriendo.

Como Eren tampoco estaba comiendo con el mismo apetito de antaño, decidió preparar un sándwich extra para él y guardárselo. Suspiró de nuevo, desde que habían capturado una embarcación de Marley y estaban construyendo el ferrocarril, sentía que todos se habían distanciado. Cada uno iba por su lado, descubriendo lo que les interesaba de ese nuevo mundo de posibilidades. Eran pocos los que quedaban en el Cuerpo de Exploración, así que los cuarteles se sentían aún más vacíos.

Lazos inexorables || Multifandom x ReaderWhere stories live. Discover now