Kenzo Tenma - Monster

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Cotidianidad

La escuchó entrar al pequeño estudio porque siempre dejaba caer la mochila en el descanso de la entrada y luego suspiraba, si había tenido una guardia pesada, mientras se quitaba los zapatos.

Al principio, lo extrañó compartir la rutina con alguien de nuevo, desde Eva, pero pronto empezó a reconocer sus sonidos, su voz cantando, la ligera risa, pequeñeces que extrañaría si algún día desapareciera. Sin embargo, solo quería disfrutar del instante, no quería volver a preocuparse por un futuro catastrófico e incierto, así que fue a saludarla con una taza café en la mano.

—Hola, Kenzo —dijo con una sonrisa.

—Buenos días, ¿cómo te fue?

—¿Sabes? —Agradeció la taza de café y se bebió de un trago todo, sin importarle que le escoció un poco la garganta—. Cuando dije que quería estudiar psiquiatría o neurología o cualquier cosa que no fuera quirúrgica era para ahorrarme muchas cosas asquerosas y sangrientas.

Tenma desvió la mirada, azorado, cuando ella empezó a desabotonarse la blusa, pese a que siempre llevaba una camiseta debajo. Ella encontró el gesto adorable, así que no se detuvo.

—Una de esas cosas eran los partos.

—¿Qué? ¿Tuviste que atender uno? —Tenma alzó las cejas, sorprendido—. ¿Pero qué hacías por el centro obstétrico?

—Es que a mí las cosas me pasan por comedida, por ser una buena samaritana —dramatizó y se alegró cuando él le obsequió una leve sonrisa divertida—. Yo estaba de paso porque me pidieron una valoración psiquiátrica para una puérpera con ideación suicida... Y yo voy y veo a esta señora en la camilla con el bebé a medio camino y no pude dejarlo ahí.

—¿Y nació bien?

—Por suerte estaba pasando un interno de pediatría para que atendiera al niño.

—¿Y la señora?

—La atendí yo, por supuesto que está bien.

—Porque la atendiste tú, me preocupo —bromeó, y rio entre dientes cuando ella fingió golpearlo en las costillas.

—Como era multípara, no hubo desgarros y, gracias al cielo, no hizo hipotonía.

—Me alegra que hayas podido reaccionar a tiempo.

—La señora se acordará de cómo estaba recitando los movimientos fetales. —Rio mientras se alejaba de Kenzo cuando intentó besarla en la mejilla—. Aún no me baño.

—Sabes que eso no me molesta.

—A mí sí —repuso, sonriéndole mientras él cedía—. Voy a bañarme y desayunamos juntos, ¿sí?

A Tenma lo fascinaba cómo podía mantener el buen humor a pesar de las ojeras marcadas bajo sus ojos. No sabía si se debía a que era más joven que él o era cuestión de su actitud ligera, como los primeros rayos del sol al amanecer. En secreto, la comparaba con el sol, porque había llegado a animar sus días cuando creía que se sumiría en una bruma calma, pero infinita, después de haber salvado a Johan una vez más.

Calentó los huevos revueltos con tocino que había preparado con antelación y colocó el pan a tostarse, disfrutando del tarareo que se escuchaba sobre el ruido del agua cayendo en la bañera. Temía acostumbrarse a eso, pero lo asimilaba de a poco, conjurando una sonrisa en sus labios sin siquiera percatarse.

Cuando ella salió del baño, envuelta en vapor, lucía aún más cansada, como si de repente el peso de las horas de trabajo le hubieran caído sobre los hombros. Aun así, por él, porque ella era así, intentó mantener el mejor humor posible, hablándole de los detalles más jugosos de la jornada.

—Quiero ser doctora grande como tú —se quejó—. Ya no haces guardias de veinticuatro horas...

—Sí las hago —repuso con una ligera sonrisa.

—Solo porque quieres, no porque te obliguen ni estés pagando aún tus estudios del posgrado.

—Lo hice en su momento. Han pasado más de diez años de esa época, y aún me acuerdo de lo exigente que es, por eso voy y ayudo en cuanto puedo.

—Eres un ángel.

—No lo soy —musitó y se metió un último bocado de comida en la boca—. Tú lo eres.

Tenma se sintió satisfecho cuando descubrió el sonrojo tiñéndose en sus mejillas. Le gustaba lo expresivo que era su rostro y también lo honesto. Con cuidado, metió las manos por debajo de la mesa para tomar sus piernas y colocarlas sobre su regazo mientras ella le lanzaba miradas de dubitación.

—Haces esto por mí cuando salgo de cirugías extensas, estaba pensando que lo justo era que yo hiciera lo mismo —explicó Tenma mientras ponía ambas manos a trabajar con firmeza en la planta del pie derecho de su novia—. Dices que voy a ayudar porque soy bueno, pero tú también dejas la comodidad del ala de psiquiatría para ir a echar una mano.

—Es que los de emergencia siempre pasan ocupados y no les enseñan nada a los internos, yo solo... —Contuvo un jadeo y se sonrojó cuando Kenzo le lanzó una sonrisa—. Solo voy a asegurarme de que no cometan ningún error.

—¿Se siente bien aquí?

—Sí, me alivia el dolor y...

—No sabía que eras sensible aquí.

—No lo digas así —reclamó, avergonzada—. Además, ayer, estaba ayudando a un médico nuevo a lidiar con un ataque de pánico de un señor porque creía que se estaba infartando. Y había una interna que estaba preguntándome un montón de cosas y cómo la veía tan interesada, obviamente respondí cada una de sus preguntas como pude... Eso se siente muy bien.

—Me alegra. —Le sonrió, disfrutando de cómo se relajaba cada vez más entre sus manos.

—Te hubiera ido muy bien como masajista.

—Puede que me lo tome en serio y decida practicar en ti.

—No me molestaría ser tu sujeto de pruebas —susurró, repentinamente adormecida—. Me has quitado todo el estrés.

—¿Quieres ir a dormir?

—Sí, ¿pero podrías quedarte un rato conmigo? Antes de que tengas que ir a trabajar.

—Vamos. —La vio que hizo amago de recoger los platos, pero él negó—. Yo me encargo después. Vamos a que descanses.

Tenma rio entre dientes, su corazón acelerándose, cuando ella rodeó su torso con ambos brazos, dificultándoles el camino, pero lograron llegar hasta la cama. Ella se apresuró a buscar su sitio del lado de la pared mientras sonreía cuando Tenma se tendió a su lado y pasó un brazo por su cintura.

Permanecieron así por varios minutos, mientras ella lo llenaba de los detalles del tiempo sin verse. Tenma acariciaba su cabello con cuidado, tiempo después de que ella se quedó dormida y dejó de murmurar. No pensó que volvería a establecer una relación así de íntima con alguien de nuevo, no creía que alguien vería que aún había valor en él, que podía reír y esperar por el mañana porque, como le había dicho a Dieter, sería mejor. Después de todo lo que había ocurrido, Tenma pensó que había olvidado cómo amar, pero ella le demostraba con cada respiro que no era cierto, que, con cada día, podía aprender a enamorarse un poco más de la cotidianidad junto a alguien.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Es que yo amo a Tenma. No necesito decir más. Yo lo veo y me inspira a  ser como él.

Cuando se atiende un parto, es impresionante cómo el bebé va rotando para salir. Creo que es lo único que me impactó de ginecología, pero es una experiencia que no quiero revivir nunca más en mi vida jaja En el último parto que atendí salí bañada en sangre y líquido amniótico...

Anécdotas aparte, descansen mucho.

¡Tengan un espléndido lunes! >.<

Lazos inexorables || Multifandom x ReaderWhere stories live. Discover now