COPOS

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Caían copos desde las gruesas nubes que había en el cielo, y una fina capa de nieve

cubría los tejados de los edificios. El crepúsculo estaba invadiendo la ciudad con

lentitud, y abajo las farolas se estaban encendiendo, junto con las luces blancas de

Navidad que habían colgado entre los árboles.

Mientras permanecía cerca del saliente mirando hacia abajo, observando a los

humanos caminar con prisa o detenerse para pedir un taxi, pensé que si pudiera

capturar aquel momento con una cámara de fotos casi parecería la tarjeta de

felicitación navideña perfecta.

Había algo tranquilizador en el hecho de que millones de personas continuaran

adelante con sus vidas, completamente inconscientes de esa oscuridad real que

amenazaba su ciudad. Después de tanto tiempo, lo comprendía al fin: por qué los

Alfas exigían que los humanos no tuvieran ni idea de la existencia de los demonios.

Tenía que ver con más que el deseo de tener fe en un poder superior. También era una

cuestión de protección, al permitir a los humanos vivir sus vidas cada día, porque, si

supieran la verdad, el mundo cambiaría de forma irrevocable y quedaría dañado aún

más de lo que estaba por la forma descuidada en que los humanos trataban a otros

humanos.

Una calidez mantuvo a raya el frío cuando Roth se colocó detrás de mí. Me rodeó

la cintura con el brazo y apoyó la barbilla por encima de mi cabeza. No había ninguna

rigidez en su abrazo, ni en mi reacción ante él. Aunque aquello era nuevo para

ambos, aquella sinceridad sobre nuestros sentimientos, no había nada de la extrañeza

que imaginaba que tenían muchas parejas.

No estábamos en el mismo edificio que antes. Ahora nos encontrábamos cerca del

distrito federal, esperando a los miembros de mi clan. Por hábito, le había mandado

un mensaje corto a Zayne, diciéndole que no confiaran en Elijah, y que si lo veían, no

era el Guardián que conocían. Habían pasado unos minutos antes de que respondiera,

demostrando que no había estado dormido envuelto en piedra, tal como habría estado

normalmente a esas horas. Había solicitado una reunión, así que estábamos

esperando. Los nervios formaron una maraña en la boca de mi estómago. Iba a ver a

Zayne otra vez, y eso ya sería muy duro, pero lo peor era que suponía que también

vería a otros miembros del clan. Tal vez incluso a Abbot, así que me sentía como una

bola de temor y ansiedad.

Roth no estaba demasiado emocionado con todo este asunto, lo cual explicaba por

qué Bambi se hallaba una vez más enroscada alrededor de mi cintura y Cayman

también se encontraba allí, junto con Edward. Estaban de pie en las esquinas del

edificio, como dos centinelas.

Dos centinelas muy bien vestidos.

Los dos llevaban pantalones oscuros, una camisa blanca y zapatos de cuero

AMOR POR CONTRATOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora