CREER

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—No lo puedo creer que de verdad estés haciendo esto. —Ana se inclinó sobre ella con un suspiro.
Si era sincera, a una parte de ella también le costaba creer que había renunciado a un trabajo estable para aceptar un empleo como maestra a domicilio en otro país, que ni siquiera estaba en la misma línea horario que la suya. Había sido una decisión tan impropia de ella, que sus padres pensaron que estaba sufriendo una crisis de la media edad… con once años de experiencia.
En realidad esa decisión había nacido después de beber una botella entera de vino de tequila ella sola, acompañada de una sensación de desesperación, de una ardiente y casi absorbente necesidad de hacer algo, cualquier cosa, que implicara un cambio en su vida mejor. Después, prácticamente se olvidó de la solicitud que había enviado a la agencia, por lo que no se esperaba en absoluto la llamada que había recibido hacía dos semana. Había un trabajo en Nueva York, a domicilio, y le ofrecían un salario que la había sacado los ojos y muda de asombro absoluto.
La primera reacción que tuvo fue rechazar la oferta, pero al final no escuchó esa absurda voz en su interior que la mantuvo despierta hasta muchas altas horas de la noche y que hacía que cada paso que daba en su vida fuera demasiado comedido y que nunca se arriesgará a nada. Así que, después de firmar dos tonelada de papeles, incluidas un montón de cláusulas de
confidencialidad y no divulgación que la agencia le aseguró que eran comunes en determinadas situaciones, hoy había llegado el día en el que había tenido que decir adiós a la residencia merida en la que llevaba trabajando los últimos cuatro años. Lo que significaba que hoy también era el último día de normalidad para ella, porque había hecho lo impensable.
Bueno, al menos para la lucia que llevaba tanto tiempo viviendo con miedo.
No con miedo a nada en particular, sino a todo lo que había fuera. Había tenido miedo a dejar su casa para ir a la Universidad carrera, a terminar sus estudios y aceptar su primer trabajo de verdad. Tenía miedo a volar en otros países, estados, a conducir por la autopista. Le había asustado tener esa primera cita años atrás; una decisión que terminó convirtiéndo en una de las peores que había tomado en la vida.
Y le había aterrorizado dejar a la persona que la había ido socavando día a día.
Tener miedo no significaba que no se esforzara por intentar superarlo,
pero al hacerlo, solía analizarlo todo y pensar demasiado cada decisión que

AMOR POR CONTRATOSWhere stories live. Discover now