CONSENTRACION

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  inquietud se había metido bajo su piel y se había extendido por sus venas
como la maldita hiedra que se había apoderado de la fachada de la casa.
Había empezado a sentir esa incomodidad mucho antes de que todo se pusiera del revés.
Ella deslizó su otra mano debajo de la camisa mientras apretaba su agarre
alrededor de su sexo.
—Voy a tener que esforzarme para ganarme esta verga, ¿verdad?
Lucian casi se rio.
¡Joder!
Teniendo en cuenta el rumbo de sus pensamientos, iba a tener que
esforzarse mucho. Dejó el vaso en la barra, echó la cabeza hacia atrás y cerró
los ojos, intentando que su mente estuviera en paz. Por suerte, la mujer estaba
callada mientras lo estimulaba con la mano.
Necesitaba eso más que nunca. Un orgasmo sin preocupaciones. Y ella…
¿Clare? ¿Clara? Estaba bastante seguro de que empezaba por «C»… Bueno,
daba igual, ella sabía lo que estaba haciendo. Su miembro se iba endureciendo
cada vez más, pero su cabeza… Sí, su cabeza no estaba centrada en eso.
¿Pero desde cuándo necesitaba que su cabeza estuviera centrada en eso?
Cambió de posición para darle más margen de maniobra y tanteó con la
mano hasta alcanzar la botella de alcohol de varios miles de dólares. Esa noche
quería perderse en el alcohol, sentir que estaba vivo de verdad. Lo que
tampoco era muy diferente del resto de las noches, pero hoy le hacía más
falta, porque mañana tenía que encargarse de algo muy importante.
Aunque ahora no tenía por qué pensar en eso. Lo único que necesitaba en
ese momento era sentir esa mano, esa boca y tal vez…
El sonido apenas perceptible de unos pasos en la planta de arriba hizo que
abriera los ojos de golpe. Ladeó la cabeza, pensando que su imaginación le
estaba jugando una mala pasada, pero ahí estaban. No le cabía la menor duda
de que eran pasos.
¿Pero qué cojones? Bajó la mano y agarró la muñeca de la mujer para
detenerla; algo que a ella no le hizo ninguna gracia, porque empezó a
masturbarle con más ahínco. Así que tuvo que apretar un poco más para
inmovilizarla.
—¿Lucia? —preguntó con tono confundido.
No respondió. Estaba demasiado ocupado intentando prestar atención a
cualquier sonido. Era imposible que hubiera oído aquello. Las habitaciones de
arriba estaban vacías. Allí no podía haber nadie moviéndose.

AMOR POR CONTRATOSWhere stories live. Discover now