ERA EVIDENTE

0 0 0
                                    

Era evidente que eso no era lo que Zaymi esperaba que dijera. Me miró fijamente con esos luminosos ojos verdes, con una ex presión confusa en sus hermosas facciones.
Lo de sentir sus emociones parecía una locura, pero tenía sentido.
—¿Qué quieres decir? —preguntó.
Aparté las manos, curvé los dedos sobre mis palmas y casi de inmediato esa necesidad viril se desvaneció.
—Puedo sentir lo que tú sientes —expliqué, aturdida al comprenderlo—. No entiendo cómo, y esta no es la primera vez, pero antes simplemente no reconocía qué era lo que estaba sintiendo.
Se reclinó contra el sofá café.
—Vas a tener que darme más detalles.
—Cada vez que alguien me ha tocado, piel sobre piel, he recibido unos rastros débiles de emociones que no me pertenecían. —Pensé en Stacy y en cuando me había tocado mientras me estaba hablando de Samuel. Había sentido esperanza; una esperanza que no me pertenecía. Después otra vez con Rita, con Zaymi, e incluso cuando iba por la calle y me choqué contra la gente la noche en que había estado
tratando de ver las auras… Abrí mucho los ojos—. ¡Comenzó cuando dejé de ver las
auras! Como inmediatamente después. Carajo.
—hijo del pepino —dijo él, negando ligeramente con la cabeza—. Entonces, ¿podías sentir lo que yo sentía cuando te estaba tocando?
—Ligeramente. Como una ráfaga de emociones; nada demasiado fuerte.
Sus labios se elevaron en una pequeña sonrisa.
—Bueno, entonces me alegro. Porque si hubieras estado sintiendo todo lo que
siento cada vez que nos tocamos… Sería muy vergonzoso, teniendo en cuenta todo lo que he estado sintiendo.
Me reí a pesar de que las mejillas me ardían.
—Sí, supongo que sería incómodo.
—Un poco. —Tragó saliva, y entonces me puso la mano sobre la mejilla—.
¿Cómo te sientes ahora?
—No lo sé. —Era difícil tratar de descifrar entre mis propias emociones enmarañadas y las que podrían venir de él, pero había una que me parecía que podía ser suya. Un hilo constante que se entretejía alrededor de mi inquietud—. ¿Feliz? —susurré, curvando los dedos alrededor de su muñeca. La calidez se incrementó, como si me estuviera tostando al sol del otoño—. Felicidad.
Su sonrisa se extendió y alcanzó sus ojos.
—Sí, eso es correcto.
Traté de entender cómo mi pérdida del talento para ver las almas había activado de algún modo la habilidad de sentir las emociones de los demás. Bajé la mano y comencé a levantarme de su regazo, pero sus manos fueron hasta mis caderas y me dejaron quieta donde estaba. Lo miré levantando una ceja.
La sonrisa de Zaymi rezumaba encanto masculino.
—¿Qué?
—Ya sabes qué.
Se encogió con un hombro.
—Céntrate en lo importante. En todo el tema de las emociones. Sabemos que los sucudo y los íncubos se alimentan de las emociones, ¿verdad? Y a leidy se la consideraba un súcubo en algunos textos. Quizá sea una habilidad que siempre has
tenido que está empezando a aparecer.
En otras palabras, una habilidad demoníaca.
—Oye, ¿y por qué no pueden empezar a manifestarse algunos poderes de los
Guardianes?
—¿Eso importa?
Tamboriles con los dedos en mis caderas.
—Debería. Para ti.
La sonrisa se convirtió en un ceño fruncido.
—No me importa. Sentir las emociones de los demás no es nada malo.
Probablemente podría resultar muy útil.
Suponía que sí, pero era otra cosa más que me hacía muy diferente de Zaymi, y que me hacía sentirme incómoda en mi propia piel. Se me ocurrió una idea mientras mi cuerpo se relajaba y unía las manos entre nosotros.
—¿Crees que el Lili podrá sentir las emociones y ver las almas?
—No lo sé.
Ni siquiera sabía por qué me lo preguntaba. Tal vez fuera porque quería saber lo
similar que era mi propio adn al de esa criatura.
Zaymi se movió, haciendo que me deslizara un par de centímetros hacia delante.
—Sé lo que estás pensando.
—¿Ah, sí?
Asintió con la cabeza.
—Estás pensando en ese aquelarre y en cuándo podrás descubrir más cosas sobre
el Lili.
Como siempre, había dado casi en el clavo.
—Bueno, mis razones son puramente egoístas. Cuanto más sepamos sobre los
Lili, antes podremos encontrarlo.
—¿Y la bruja suprema no estará en el club hasta la luna llena blanca? —preguntó tras
unos momentos—. Todavía faltan dos semanas…, es el seis de diciembre, creo.
Asentí con la cabeza, distraída. Los diablos,el rey demonio, los lagartos, lo/as brujo/as y sus lunas llenas blancas…
—Entonces, ¿te parece bien que vaya?
—En realidad no, pero supongo que encontrarás una forma de ir de todos modos y preferiría apoyarte antes que permanecer en la ignorancia. —Echó la cabeza hacia
atrás, contra los colchones del sofá café, y me observó desde detrás de sus pestañas caídas.
Y supongo que rita está muy emocionado por la idea de ir a ese club contigo. —No sabía qué responder a eso—. Entiendo que los brujos, las brujas no me quieran ahí, sobre todo esa clase de brujos, pero voy a ir contigo está noche; al menos, tan lejos como pueda
—continuó—. Y, por mucho que me mate decir esto, ir ahí con Rita es una buena idea.
—¿Qué? —Lo miré fijamente, sorprendida—. ¿De verdad acabas de decir éso?
—Me gustaría arrancarle la piel de los huesos de una forma muy lenta. Ya sabes, con un pelador de manzanas o algo así. Arrugue la nariz.
—Puff.
Me dirigió una sonrisa rápida.
—Pero, en general, estás a salvo con él.
—Seguí mirándolo fijamente.
—Va a protegerte. Mejor de lo que lo hizo hoy. —La reticencia de su voz era evidente—. Lo que pasa es que no estás a salvo de él.
—Da igual lo que quiera, o lo que creas que quiera; estoy a salvo de él. Créeme.
Me dejó bien claro que no había nada entre nosotros excepto…
—¿Lujuria de tentación?
—Sí —susurré.
—Qué goloso.
Tosi una risita.
—Sí.
—Lo siento mucho —dijo, y después de todo lo que me había confesado, pensé que la
disculpa era posiblemente lo más extraño que me había dicho, pero esa bondad era
inherente en Zaymi.
Me rodeó con los brazos y me acercó a él, pegándome a su pecho. Me novillo contra él, cerré los ojos y escuché su corazón latiendo con un ritmo constante contra mi mejilla. Con sus brazos alrededor de mí, encontré la clase de consuelo que solo era
capaz de encontrar entre sus brazos; que siempre encontraría en su abrazo.
Un aliento tembloroso me atravesó como un estremecimiento. Estaban pasando muchas cosas, y habían pasado muchas cosas en unas pocas semanas, pero en esos momentos silenciosos mi mente flotó hacia todas aquellas cosas maravillosas y
preciosas que había soñado que Zaymi me decía y que ahora eran totalmente reales.
Había cosas más importantes que debería estar tratando de resolver, pero en esos momentos aquello era lo más importante para mí. Aquel giro de los acontecimientos con Zaymi era muy inesperado. La lujuria pura o maldad era una cosa. Preocuparse por algo así profundamente por alguien era otra distinta, pero aquellas
palabras… parecían cargadas de una clase diferente de significado. De la clase que se
hundía en el corazón, derribaba paredes, destruía barreras y allanaba su propio
camino. Mientras Zaymi subía las manos por mi columna, un suspiro se escapó de mis labios entreabiertos.
—¿Estás cómoda? —preguntó, y yo asentí con la cabeza.
Continuó moviendo la mano. Me obligué a abrir los ojos, y mi mirada recorrió los lomos de los libros polvorientos que llenaban los estantes. Todas sus palabras yacían en el pequeño espacio que había entre nosotros. Tenía que decir algo, pero hablar en voz alta de lo que sentía por Zaymi nunca había sido fácil. Ni siquiera había admitido mis sentimientos por él ante Stacy. Mi enamoramiento de casi toda una vida había sido algo que mantenía cerca de mi corazón, ocultándolo lo mejor que podía y protegiéndolo con mentiras. Pero Zaymi se había desnudado por dentro, así que le debía lo mismo.
—Tengo que confesarte algo —susurré.
—¿Hum mm?
Encontrar el coraje seguía sin ser fácil.
—Siempre he soñado que tú… me decías esas cosas, que me querías. —Todo mi ser ardía mucho, pero me obligué a continuar. Pronuncié cada palabra con un susurro
tembloroso—. Te he querido probablemente desde que comprendí la diferencia entre
los chicos y las chicas.
Sus brazos se tensaron a mi alrededor, y cuando habló su voz era áspera.
—Eso parece mucho tiempo.
—Lo es. —Una bola se formó en mi garganta y, por alguna razón, me entraron
ganas de llorar—. Y ha sido muy difícil, ¿sabes? Tratar de no mostrarlo y de no sentir
celos por culpa de Daniela o cualquier otra chica que…
—Nunca ha habido ninguna otra chica, bichito.
Sus palabras tardaron unos pocos segundos en atravesar mi duro cráneo, y cuando
lo hicieron me aparté y levanté la cabeza.
—¿Qué has dicho?
Esta vez fue su rostro el que se ruborizó.
—Nunca he estado con nadie. —La boca me llegó hasta el pecho—. ¿Tienes que
parecer tan sorprendida?
—Lo siento. Es solo que no puedo creer que no hayas… O sea, es que eres tú.
Eres impresionante, y amable, y listo, y perfecto, y las chicas te comen con la mirada
por dondequiera que vayas.
Sonrió.
—No he dicho que la oportunidad nunca se me presentara. Tan solo no he actuado nunca basándome en ella.
—¿Por qué?
Los ojos de Zaymi se encontraron con los míos.
—¿La verdad? —Asentí con la cabeza—. En realidad, al principio no sabía por
qué no cuando…, bueno, cuando podría haberlo hecho. Era como si nunca me
hubiera interesado lo bastante como para seguir adelante hasta el final. No fue hasta
el último año que me di cuenta de la razón. —Hizo una pausa, y mi corazón volvió a
aumentar la velocidad—. Era por ti.
—¿Por mí?
—Sí. —Tomó unos mechones de mi cabello y los retorció alrededor de dos de sus
dedos—. Llegaba hasta cierto punto y lo único en lo que podía pensar era en ti, y eso
me parecía mal. Ya sabes, continuar con otra persona cuando me imaginaba estando
contigo.
Ay, Dios mío…
El corazón me explotó en una pila pegajosa de Zaymi, y partes de mi cuerpo se
emocionaron por completo por el hecho de que hubiera estado imaginándome a mí, pensando en mí de esa forma desde hacía mucho más tiempo del que podía haber imaginado.
Zaymi colocó sobre mi hombro los mechones de pelo con los que había estado jugueteando y dejó que se desenredaran con lentitud.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer al respecto?
Mi mente se volvió sucia del todo y comenzó a juguetear felizmente con la idea
de cómo podríamos rectificar nuestros problemas de virginidad, pero dudaba que
fuera eso a lo que se refería. Después de limpiar las cosas más sucias de mi cerebro,
abrí la boca, pero él me puso un dedo sobre los labios.
—No tienes que responder todavía —dijo—. Sé que esto es difícil. Nada entre
nosotros va a ser fácil, y sé que tienes muchos miedos. No quiero presionarte ni forzar a nada, porque sé… —Hizo una pausa y asintió con la cabeza como si se estuviera obligando a decir algo—. Sé que él todavía te importa. Rita.
Me aparté.
—Yo…
—Lo sé —dijo con tono solemne—. No es algo que me guste decir en voz alta, ni
pensar siquiera, pero lo sé. Compartiste… compartiste muchas cosas con él, y él
estuvo ahí cuando yo no.
Sabía que estaba pensando en la noche en que Peter me atacó, cuando había tratado
de llamar a Zaymi y él no me había respondido porque estaba enfadado, y porque
estaba con Daniela. Todavía no se había perdonado por ello.
—Zaymi, lo de aquella noche no fue culpa tuya.
—Debería haber respondido al teléfono, pero esa no es la cuestión. Él ha estado ahí para ti y te ha aceptado tal como eres. Otra cosa que yo no siempre he hecho demasiado bien. —Me pasó un dedo por la mandíbula y después bajó la mano—.
En cualquier caso, sé que todavía tienes sentimientos hacia él, pero tan solo digo que
podemos darle una oportunidad a esto.., que podemos darnos una oportunidad.
Mi corazón transmitió y después se aceleró. Zaymi tenía razón. Por mucho que
odia admitirlo, todavía tenía sentimientos hacia rit, pero… pero estaba Zaymi, y
también estaba nuestro historial juntos. Estaban todos esos años idolatrándolo y
soñando con él. Estaba todo lo que acababa de decirme.
Y también estaba todo lo que sentía por él. Cómo deseaba cada día que llegara el
momento de verlo. Cómo me hacía sonreír con las miradas más simples y cómo anhelaba el contacto más breve, o ser capaz de besarlo. Siempre había habido algo entre nosotros; tan solo era que siempre había creído que era solo por mi parte.
Sonrió un poco.
—Así que creo que deberíamos tomárselo con calma.
—¿Con calma?
¿Más calma que desnudar mi pecho y sentarme en su regazo?
—Sí, como tener una cita o algo así. ¿Qué te parece eso?
Mi primer impulso fue decir que no. Había demasiado riesgo… y si era sincera
conmigo mismo, estaba asustada, aterrorizada de conseguir por fin algo que siempre había querido. ¿Y si no funcionaba por cualquiera de los millones de razones por las
que no podría funcionar? ¿Y si acababa en decepción y destruía nuestra amistad? ¿Y
si Zaymi perdía el alma por mi culpa?
Había demasiados riesgos, pero mientras el corazón me daba un vuelco me di cuenta de que, mitad demonio o no, la vida estaba llena de riesgos, y estaba cansada de no vivirla; de no intentarlo.
Una cita no podía ser nada tan malo, ¿verdad? Lo miré fijamente mientras mis
labios se extendían en una amplia sonrisa.
—¿Qué te parece ir al cine?
Zaymi se quedó levantado la mañana siguiente después de volver de cazar y me llevó al instituto. Para el clan, aquello no parecía fuera de lugar, y lo más probable era que nicol estuviera encantado de liberarse de la tarea.
Las cosas eran normales entre nosotros.
Se metía conmigo.
Hacía que me ruborizar.
Hizo que me entraran ganas de pegarle en algún momento del trayecto.
Y cuando llegué al instituto, su forma de inclinarse hacia mí y darme un dulce beso en la mejilla me hizo desear poder darle un buen beso de despedida.
No estaba segura de cuál era nuestra relación. ¿Estábamos saliendo? ¿Éramos
novios? No habíamos establecido nada parecido, y probablemente fuera lo mejor por

AMOR POR CONTRATOSNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ