Capítulo 66

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El avance de Juliana la guiaba a más allá de la alameda en la que solía correr todos los días. Ahora sus pasos dirigían su camino hasta el hospital general del distrito. Julia entró a las instalaciones para visitar a un paciente en especial, se trataba de un muchacho en pésimas condiciones al grado de estar conectado a un respirador y tener el aspecto de un vagabundo. —Hola Lucio, lamento no haber venido antes. No hay excusa que justifica el no haber venido a verte, pero han pasado tantas cosas que me fue imposible visitarte. —La mujer tomó asiento sobre la misma cama de Lucio, lastimosamente este último no podía responderle. —Estoy muy arrepentida por todo, y es por mi culpa que estés así. —Julia sostuvo con sumo cuidado la mano casi esquelética de Lucio mientras sus lágrimas caían hasta resbalar por sus dedos. —Tienes que despertar, necesito oír que me perdonas... Sé que soy egoísta por pedirte eso, pero de verdad estoy intentando ser una mejor persona. Ojalá que pronto puedas abrir los ojos y estaré felíz de ayudarte. —Los ojos de Juliana se habían vuelto dos cristales rotos por los lagrimales que la agobiaban; y mientras buscaba limpiarse aquellas gotas que bajaban por sus mejillas, llegó una enfermera a infórmale que la visita debía concluir. —Sabe algo, es muy bello cuando las personas vienen a visitar a sus amigos y familiares. Eso ayuda mucho a los pacientes para que no se sientan solos; los llena de fuerza para seguir avanzando. —Las palabras de la enfermera fueron un reconforte para la boxeadora quien le dió la razón pues aunque no conociera a Lucio en realidad; ese chico era una pieza de su pasado y sí le daba la espalda entonces le estaría dando la espalda a su Yo del pasado. —"Tiene razón, no voy a abandonarte Lucio. Sin importar el odio y la maldad del pasado yo no te dejaré solo así como el mundo me dejó sola. Te esperaré aquí cuando decidas despertar."

Mientras tanto, en un gimnasio de boxeo permanecía entrenando con insistencia una mujer que lanzaba golpe tras golpe sobre las manoplas de su entrenador intentando mantener el ritmo y la velocidad de sus movimientos. —Lo haces bien, Bella. Pero tienes que moverte más rápido si quieres tener una posibilidad contra Julia. —Decía el entrenador de la boxeadora mientras detenía el entrenamiento para darle un respiro a su alumna. —Juliana Mondi es una boxeadora bastante completa. Fuerza, rapidez, golpes explosivos y gran resistencia; lo tiene todo... Para tener una oportunidad de ganar el título entonces debes presionar más y fortalecer el Dempsey Roll para no darle oportunidad a que tome distancia. —Volviendo a abrocharse los guantes, Isabella apretó los dientes y continúo practicando con su mejor técnica buscando la manera de evolucionar el Dempsey Roll. —"No me queda mucho tiempo como boxeadora profesional, me estoy haciendo vieja y no planeo retirarme sin antes haber conseguido el título de campeona. Juliana Mondi; no es nada personal, pero voy ganar la pelea"

—Volviste temprano, estás bien Julia? —Con prontitud Alejandra se acercó a la mujer cuando se percató de sus llorosos ojos. —Estoy bien, dónde está el jefe? —Pese al intento de evitar la preocupación que Ale demostraba tener, la amiga mayor no la dejaría ocultar su dolor. —Él salió, pero ven aquí; dime qué te pasa? Una no llora así por nada. Vamos a sentarnos si quieres para que charlemos.

Una vez que Julia le contó su relación con ese chico Lucio y tras atar cabos sobre la identidad del muchacho hospitalizado. Alejandra parecía comprender al fin cuál era la obsesión casi enfermiza que alguna vez Julia tuvo por enfrentarse a Rachel. —Entonces es verdad que eras una criminal antes de conocer al entrenador? —Julia asintió con mucha vergüenza. —Tu atacaste a ese chico Lucio cuando eras una matona y la verdadera razón por la que terminaste llena de heridas en la calle fue porque peleaste con tu antiguo jefe por intentar salvar a ese muchacho... Entendí bien? —Una vez más, Julia respondía sin decir palabra alguna y está vez agachando más el cuerpo. —Mírame Julia, levanta la cara y veme a los ojos. —La sequedad en las palabras de Alejandra llenaron de miedo a la boxeadora quien se negaba a hacerle caso a su amiga mayor. Ale repitió la orden un par de veces más sin tener éxito en hacer voltear Julia; sin más remedio, la mujer tomó a Julia por los hombros obligándola a que la mirase con sus ojos que para este punto eran dos cascadas gigantescas.

—No agaches la cabeza, Julia. Tú ya no eres esa mujer mala que hizo todas esas cosas horribles cuando eras una criminal. Ahora eres una buena persona y que hayas arriesgado tu vida para salvar a ese chico demuestra que tienes un gran corazón. —Dijo Alejandra sin soltar los hombros de la mujer. —P-Pero fue mi culpa que terminara en el hospital para empezar. ¿Y qué pasa si ya no despierta? Será mi culpa, mi deber tenía que ser quedarme a cuidarlo en el hospital y en lugar de hacerlo me fuí a México por un deseo egoísta. —Ni toda la fuerza que sus puños pudieran tener eran capaces de curar el roto espíritu de la boxeadora, solo encontró un breve consuelo en los brazos de Alejandra y mientras se recostaba en su regazo llorando por saber que su mundo antigüo seguía atormentando su nueva vida la llenaba de angustia y sufrimiento. Lentamente Ale fue levantándose dejando caer a Julia sobre la banca en la que se encontraban, la jóven mujer levantó la cabeza buscando refugio en su amiga siendo sorprendida por una bofetada que la dejó perpleja. —Escucha lo que dices, te lo voy a decir solo una vez así que escucha bien: Deja de lamentarte, sí no lo haces jamás podrás seguir adelante y todo por lo que has peleado será en vano, y si ese chico decide no perdonarte entonces deberás aceptarlo y hacerte cargo de los errores de tú pasado.

Bestias AgresivasWhere stories live. Discover now