Capítulo 8

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Quejidos varios y gemidos de dolor parecían salir de un viejo callejón del Distrito 13. Una chica reposaba en el piso rodeada de un enorme charco de su propia sangre mientras hacía el esfuerzo sobrehumano de ponerse en pie; a su vez, había un hombre que tenía que sostenerse de las paredes manchadas de sangre para no caer al suelo.

Aunque ambos habían intercambiado la misma cantidad de golpes, Rachel tenía mayores signos de violencia en toda la cara pues su rostro daba la impresión de que fue atacado por barras de acero. Por su parte, Dorian respiraba con mucha dificultad, esa mujer le había causado graves lesiones en todos sus órganos gracias a sus brutales embestidas que se habían vuelto sus puños. —Por la forma de cómo me golpeaste, debo asumir que fuiste boxeadora hace tiempo. Eres muy buena. —Mark fue a paso lento sobre la ex pujilista hasta tenerla frente a él.

—Hace mucho tiempo que no peleaba con nadie. —Dijo la mujer entre dolor intentando ponerse de pie pese a todo el daño acumulado. —Que cosas, hoy va a ser una noche divertida. Gracias. —Rachel se levantó cuando dijo tales cosas que dejaron sorprendido al criminal. La noche ahora sería la espectadora del resurgir de La Bestia al tiempo que una nueva sonrisa se volvía a plasmar sobre el rostro de Mark. —De verdad que estás loca, mujer. Yo siento exactamente lo mismo.

Rachel Williams y Dorian Mark, se habían incorporado uno delante del otro a la espera de reanudar su pelea. Ahora ambos combatientes dieron un paso adelante para iniciar un intercambio de golpes. El criminal lanzaba jab's feroces y con una precisión tan impresionante que no dejaba oportunidad para esquivarlos, esto dificultaba el movimiento de la ex pujilista que recibía los puñetazos de frente y les respondía con hostiles contraataques. Pero, había algo diferente en este nuevo contacto de movimientos: Las sonrisas de Dorian y Rachel eran muy distintas a las que poseían en un inicio, eran sonrisas de paz y felicidad aunque ninguno lo fuera a aceptar.

—¿Eso es todo? —La cansada voz de Rachel se tornó retadora mientras su guardía chocaba con la de su adversario.
—Bajé el ritmo a propósito para que puedas seguirme el paso, preciosa. —De mismo modo, Mark contestó con socarronería mientras presionaba su cuerpo sobre la mujer para hacerla retroceder. El balance entre los dos se rompió cuando Rachel agachó su tallo para conectar un gancho al cuerpo contra el hombre, que le obligó a tensar la mandíbula y fortalecer su defensa lo que fue bien aprovechado por la ex boxeadora que se movía hacia todos los puntos ciegos de un herido Mark, ella estaba lista para arremeter con ordas de golpes inesperados.

En medio del remolino de impactos, Dorian sonreía al defender con éxito los impredecibles movimientos de la mujer; de hecho, daba la impresión de que ambos estaban bailando en una especie de danza inexplicable para el resto del mundo, pero que ellos si podían comprender a la perfección. Fue cuestión de pasos para que fuera el hombre quien tomara la iniciativa del baile y empezará a arrinconar a la mujer del hoody cada vez más rápido. Para cuando el cansancio de los dos había alcanzado su límite, Rachel y Mark lanzaron respectivamente un golpe directo sin fuerza que terminó por volverse una caricia más que un ataque.

Los cuerpos cayeron en un sonido seco contra el suelo. La noche se había tomado tan pacífica en un distrito tan caótico, cosa extraña ya que el único sonido que parecía salir de aquel callejón oscuro eran los quejidos de un par de criaturas que parecían trascender al resto de humanos.
—Me llamo Mark, por cierto. —Dijo entre suspiros mientras se arrastraba por el suelo hasta recostarse a un lado de la chica caída. —Lamento haberte clavado una botella en el vientre, pero creo que ya estamos a mano. —La mano de Mark acariciaba el rostro magullado de Rachel mientras ella respiraba de forma pesada y vacía; ya no tenía fuerzas para alejarse de ese sujeto. —Tus manos... No son normales. —Se dignó a decir la mujer mientras tomaba la mano del crimimal entre las suyas. Los dedos de Rachel surcaban las manos del criminal notando muchas irregularidades en ella. La expresión de Mark era distinta a la inicia, pues, asintió a las sospechas de Rachel.

—No, no lo son. Cuando era un niño tuve un accidente de auto en el que mis manos y parte de mis antebrazos quedaron destrozados, así que para poder "arreglarme" mí padre pagó mucho dinero para introducir barras metálicas en donde antes tenía huesos. —Ese era el secreto detras de la enorme fuerza en los puños de Dorian Mark, esa era la razón de como ascendió en el bajo mundo hasta ser el rey de su imperio criminal. Rachel se giró un poco, pese al dolor de su vientre, para quedar cara a cara con Mark. Ambos en el suelo y heridos se observaban fijamente sin sooltar sus manos.
—Estás borracho y drogado, verdad? —Preguntó la mujer sin apartar la vista del sórdido sujeto a lo que este le respondió con una sonrisa de nuevo espeluznante. —¡Al diablo, ven aquí!

Rachel levantó un poco más su cuerpo para subirse sobre el abdomen del criminal ensangrentado y empezar a besarlo. Este acto fue bien respondido por Mark quien sujetó con gusto las caderas de la mujer mientras sus manos recorrían su espalda y muslos con mucha emoción. —Me llamo Rachel, por cierto. —Dijo ella entre risas para continuar besándose con Mark.
—Rachel, te gustaría volver a hacer esto otro día? Eres una bestia peleando. —Por un segundo los besos pararon a la espera de la misiva de Rachel. —Por supuesto, ahora cállate y sígueme besando. Pero no voy a trabajar de tu matona eh.

El sol salía sobre el Distrito 13 en un repugnante callejón que parecía haber sido el escenario de un encuentro monstruoso. Lo extraño era el rastro de aquel feroz combate: era un viejo hoody verde que estaba arrugado en suelo lleno de manchas de sudor, sangre y algo más.

Bestias AgresivasWhere stories live. Discover now