Capítulo 49

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—Le recordamos a los pasajeros mantener consigo su equipaje en todo momento para evitar su pérdida. Bienvenidos a la ciudad de Los Angeles, esperamos que tengan una estadía placentera. —Los altavoces del aeropuerto Internacional estadounidense daban la bienvenida a una mujer cansada por el viaje que arribó al país para un evento deportivo muy importante. Caminando a paso firme no tardó en ser abordada por cientos de periodistas y reporteros que fueron rápidamente separados por la seguridad del evento que recogía a la dama.
—Señorita Williams, cómo se siente respecto a la pelea por el título?
—¿Es verdad que peleará aquí antes de dejar el cinturón nacional vacante?
—¿Qué opina de las malas acusaciones sobre su última pelea dónde se habla de fraudes y sobornos?
—¿Tiene algunas palabras para su rival, la campeona Yadira?
Rachel no respondió a nadie, solo se limitó a tomar un taxi hasta el hotel donde tan rápido como entró a la habitación lanzó su maleta para perderla de vista y tumbarse en la cama recordando las indicaciones de su entrenador.
Estos días descansa; te conseguiré una pelea de exhibición en Louisiana eso atraerá a la audiencia y podrá servirte como sparring. —Al menos tendría la pelea que tanto buscaba antes de ir a retar a La Loba. Sacó su celular y marcó con cierto apuro el número de su amor.

—¿Hola? Rachel, cómo te fue en el viaje? —La voz cálida de Dorian Mark se sentía como un escaparate para todo el estrés que la mujer estaba viviendo en ese momento. —Horrible, al menos podré pelear en este país... Te extraño amor, ¿Por qué no vienes conmigo? —Un débil puchero le sacó una carcajada al novio que tuvo que volver a explicarle la situación a su amada Rachel. —Ya te lo dije, tengo que seguir buscando al infeliz que este cazando a mis vendedores de drogas salí con algunos muchachos y te juro que hoy lo encontraremos, pero te prometo estar en Norteamérica el día de tu pelea amor. Haré una reservación en el hotel mas grande del país y celebraremos tu victoria. —Un par de sonrisas retorcidas, casi demoniacas se moldeaba en los rostros de la pareja maldita. —Bueno, voy a tomar un baño y dormiré el resto del día. Te amo Mark.

La mujer se deslizó por la cama cayendo de sentón sobre el suelo, su mente divagaba sin encontrar un pensamiento en concreto. Solo repasando dentro de su cabeza cada uno de sus oponentes; decenas de boxeadoras talentosas cuyos nombres ella no iba a recordar besaron sus pies incluso antes de su retiro cuando aún mantenía en secreto a su identidad, Liza Sáenz quien fue humillada delante de los llorosos ojos tristes de su hijo, Bella Quintero que tuvo la osadía de ir subestimar a La Bestia recibiendo como castigo, una paliza indescriptible y por último Jessica Martinez, con ella no hubo un límite pues La Bestia la trató como un juguete con el que se divirtió hasta quedar satisfecha por el daño causado. —Un largo camino recorrido, y pronto estará completo cuando haga que la boxeadora más fuerte tema por su vida y luche aferrándose a ella... Y pensar que esto comenzó por esa extraña luz, ¿Qué habrá Sido de ese chico?

—¡Lucio! Esto no es posible, ese maldito te atrapó. Te voy a sacar. —Un rostro de pánico y terror fue plasmado sobre las facciones de Juliana Mondi al ver las celdas putrefactas que Mark escondía en el subterráneo de su oficina y allí encontrar en un estado crítico la vida de Lucio, ese chico al que alguna vez masacró y que sin embargo ahora fue rebajado a ser la mascota de Dorian.

Un par de horas antes.

La noche cubrió con su manto al distrito maligno y Julia había salido de cacería contra todos los empleados de Mark. Ya no necesitaba  robar el dinero de su antiguo jefe sin embargo, ahora quería acabar con toda la red de venta de drogas que tanto atormentaba a su ciudad. En uno de sus tantos enfrentamientos con sucios drogadictos uno de ellos alcanzó a escapar, Juliana lo persiguió sin éxito terminando por llegar hasta la vieja fábrica donde solía trabajar para el monstruo del Distrito 13. —Dicen que uno siempre vuelve al lugar donde fue felíz; pero que estupidez. —En un arranque de enojo, la boxeadora entró a la bodega notando el sitio desolado. —"¿Vacío? No tiene sentido, este lugar normalmente está repleto de trabajadores... ¿Será que ya mandé a todos al hospital?" —Julia rió por ese comentario y se adentró aún más en el lugar inundando su mente de recuerdos.

—Mi niña, puedes venir conmigo siempre que hagas lo que yo diga.
—¡Bien hecho, Julia!
—Deja de llorar y haz lo que te digo.
—Ponte de rodillas; ya sabes que hacer, mi niña.
—Eres muy buena haciendo esto...
—Que buena mascota eres, ahora trágalo todo y deja de llorar.

Algunas arcadas casi hacen vomitar a la chica quien contuvo las ganas y siguió adelante llegando a la oficina principal que también estaba vacía. De nueva cuenta la tormenta de recuerdos intensivos azotaban a su puerta; incluso le parecía escuchar sus propios gritos ahogados provenientes de la oficina. —"Hasta el arma de Mark desapareció, ¿Qué está pasando?" —Ya estaba notando que acudir a ese lugar había resultado ser una terrible idea así que solo planeaba revisar las celdas escondidas en la fábrica y volver a casa sin pensar que estaba a punto de presenciar una imágen perturbadora.

—¡Lucio! Esto no es posible, ese maldito te atrapó. Te voy a sacar.  —Un rostro de pánico y terror fue plasmado sobre las facciones de Juliana Mondi al ver las celdas putrefactas que Mark escondía en el subterráneo de su oficina y allí encontrar en un estado crítico la vida de Lucio, ese chico al que alguna vez masacró y que sin embargo ahora fue rebajado a ser la mascota de Dorian. La chica corrió con desespero para intentar abrir las puertas mientras entraba en más ira al grado de arrancar los occidados barrotes para entrar a la celda. —¡NO! Vete, él se va a enojar... No quiero que lo haga... Yo debo quedarme.

—¡Esa es la actitud!

Bestias AgresivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora