Capítulo 62

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—Me encanta pelear con rivales fuertes, porque todos me recuerdan a él... Oh Mark. —En la mente de la boxeadora Miller las remembranzas de una vida pasada eran un desfile para ella. Corría un tiempo pasado, uno en el que el Distrito 13 aún no conocía el terror de verse doblegado a los caprichos de Dorian Mark; durante ese tiempo existió una pandilla de asaltantes y ladrones que respondían a la única orden de una mujer tan fuerte que fácilmente podría hacerse con el control de la ciudad si es que lo deseara. Amanda Miller era dicha mujer que comandaba a los criminales del antiguo distrito, una chica de tan sólo 19 años en ese momento y que pese a su edad temprana ya tenía una gran reputación entre ladrones.

Pero como todo en la vida, su estatus y prestigio también eran pasajeros ante la llegada de un monstruo más grande que ella que le demostró una cruda verdad: Amanda Miller era solo un gran pez dentro de un estanque pequeño en comparación del gran tiburón blanco que había arribado a la ciudad para establecer un nuevo orden criminal. La noche en que su pequeño imperio vio su final fue cuando Amanda conoció la derrota por las metálicas manos de Dorian Mark así como su arma tan particular. Y pese a los esfuerzos que Miller puso para sobreponerse sobre el nuevo criminal, terminó por ser insuficiente ante la fuerza sobrehumana que acarreaba este hombre. —¡Tú eres increíble, eres muy fuerte! Me ganaste sin apenas esfuerzo... Hagámoslo de nuevo. —En el suelo la chica exigía volver a pelear contra el vencedor, sin embargo el nuevo criminal no tenía interés alguno en la basura que era incapaz de estar a la altura o si quiera de ofrecer un desafío interesante para él. —Eres repugnante, tu sucia sangre esta lejos de estar a mi nivel... Es una pena que estés chiflada, con más experiencia hubiera considerado hacerte una de mis matonas; tengo en mente un reino de drogas en el que yo estoy en la cima y sigo buscando a una reina.

A partir de ese día, Amanda Miller abandonó esa vida en las calles dedicando los años posteriores de su vida a evolucionar como peleadora hasta ser encontrada por Eric Anderson, un infame entrenador de boxeo conocido por explotar a sus pujilistas quitándoles hasta el último centavo y expidiendo a los boxeadores a peleas para las que no estaban listos. —¡Sigue peleando! Esa mocosa no tiene nada que hacer contra ti. ¡Adelante, Amanda! —Regresando a la pelea, Julia dominaba el primer asalto con sus golpes dinamita que destruían la guardia de Miller poniéndola en apuros constantemente. La diferencia en cuanto al nivel de técnicas era bastante abrumadora; y para el final del primer asalto el puntaje favorecía enormemente a Juliana. —Lo estás haciendo muy bien, sigue así y podrás llevarte la victoria. —Simón y Alejandra veían la apoteósica figura de la boxeadora y ellos, al igual que el público entero estaban sorprendidos por la fuerza con la que Julia había regresado al ring.  —¡Me lleva el diablo! No imaginé que esa mocosa pudiera recuperarse siquiera, y ahora hasta está en el mejor momento de su carrera. ¿Qué clase de recuperación tuvo esta chica? —El entrenador Anderson limpiaba el sudor de su peleadora con enojo mientras se preguntaba cuál era el secreto de la boxeadora a vencer.

—Bienvenida a nuestro hogar, debes tener algo especial para que mí hija te invite a quedarte mientras te recuperas. Quiero ver si lo vales en realidad. —Luego del arribo a la ciudad de Guadalajara en compañía de Rosario Reyes, Juliana Mondi fue llevada a la casa de su rival dónde empezaría su rehabilitación en compañía de su entrenadores y padres. —No le hagas caso a mi mamá, pasa. Te llevaré a tú recamara para que descanses. —Rosa acompañó a la boxeadora hasta una habitación preciosa dónde una cama de cómoda apariencia y sábanas blancas la esperaban. —Te dejó para que descanses y puedas desempacar; yo volveré más tarde. Si necesitas algo, háblame. —Juliana asintió mientras se recostaba en la cama para girar sus ojos a la ventana abierta, específicamente veía la cortina color crema sacudirse por el viento de la noche pensando en como fue que esa era su situación. —"El clima es bastante cálido incluso de noche; es muy diferente de casa. No puedo dejar de pensar en la pelea de La Bestia y en como deberían estarla pasando Alejandra y el viejo, me pregunto si también estarán preocupados por mí... Aunque sea solo un poquito."

Pasados unos minutos, Rosario y su madre volvieron a la habitación que Julia estaría ocupando por un tiempo. —Julia, es hora de empezar con tu rehabilitación. Lista? —La sorpresa era clara en la chica pues no esperaba que esa situación se diera en su primer noche en el país extranjero. —Espera, ahora? —Cuestionó consternada la boxeadora levantándose de la cama. —Así es, niña; voy a revisar tus músculos para saber en qué condición física te encuentras y ver qué tipo de rehabilitación vas a necesitar. —Maria de Reyes empezó a caminar con lentitud alrededor de la nueva amiga de su hija y con sus ojos repasando una y otra vez el cuerpo de Julia para proceder a sostener los brazos de la chica entre sus manos; luego pasó a palpar las piernas de Julia, consiguiendo un sobresalto de esta última, para terminar revisando brevemente los hombros y espalda de Juliana y volver a sentarla en el borde de la cama. —Me sorprende enserio que fueras capaz de ganarle a mi hija...

—Basta mamá.

—Silencio, Rosa. Cómo iba diciendo, tu cuerpo está en pésimas condiciones y no lo digo por el hecho de que hayas sido atacada o porque hubieras estado en el hospital; sino que tus músculos están muy rígidos y sobre todo los has sometido a mucho estrés. —Las dos muchachas escuchaban con detenimiento la explicación de la entrenadora Maria. —En la pelea en que humillaste a mi hija...

—¡Ya párale mamá! ¿Qué te traes conmigo?

—Que te calles Rosarita, prosigo. Recomiendo masajes para liberar la tensión de tus músculos, y por lo que Rosa me contó de las heridas de tu mandíbula y del resto de tu cuerpo tendremos que especializar tu entrenamiento en que te vuelvas una boxeadora explosiva.

Bestias AgresivasHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin