Capítulo 12

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La temporada de lluvia estaba por llegar a la ciudad. Finas gotas de agua bañaban las calles en medio de un cielo grisáceo y Rachel Williams practicaba sus movimientos de boxeo en el patio del viejo gimnasio corroído por el paso del tiempo.

—"Mmh, algo no anda bien." —Pensó el entrenador Simón Carbajal quien contemplaba con detenimiento cada momento en que Rachel lanzaba un golpe. Sus ojos no mentían cuando sospechaba que algo estaba mal esa mujer. —"Algo cambió en ella." —Se dijo a si mismo para dirigirse a su alumna deteniéndola de su entrenamiento. —Lo siento mucho, Rachel. Te dije que si demostrabas tener talento volvía a ser tu mentor pero, pareciera que olvidaste tú estilo violento de boxeo. Ya no eres la misma. —Estas palabras tan crudas del hombre dejaron sorprendida a la mujer que no entendía esa afirmación tan desastrosa. —¿De qué hablas viejo? Hace un par de días tuve una pelea y pude usar mis antiguos movimientos con facilidad...

—Y lo pusiste mantener por mucho tiempo? No, apuesto a que solo pudiste usarlo cuando estuviste contra las cuerdas. —Esta interrupción del entrenador hizo a Rachel recordar su enfrentamiento contra Mark dándose cuenta que Simón tenía razón, ya no tenía ese instinto que la hacía usar su estilo hostil y tosco. —Míralo por ti misma. —El hombre arrojó su celular a Rachel con un vídeo de uno sus combates cuando la pujilista estaba en su época dorada. Sus movimientos eran fluidos y naturales como los de un lobo que caza en la nieve. De hecho, su apodo de La Bestia fue dado por su habilidad de masacrar a sus oponentes con su forma agresiva e impredecible de atacar. —Durante tú tiempo como campeona te hiciste la fama de ser una prodigio, pero la falta de entrenamiento te quitó ese talento. Dime, aún así quieres volver a ser una boxeadora?  —Ante esto, Rachel se sentía como si estuviera delante de un abismo que estaba a punto de devorarla, sólo pudo tensar los puños e intentar aceptar de poco a poco su nueva realidad: ella ya no era La Bestia.

El entrenamiento de ese día terminó con una Rachel desanimada y exhausta que deambulaba bajo la llovizna en aumento deteniéndose en un pub. No, está mujer no se pondría a beber solo porque se sentía decaída, ese no era su estilo. Así que subió la gorra de su chaqueta nueva y siguió su camino.

El aguacero se soltó de repente haciendo parar a la mujer en un pequeño bar local bastante sencillo a la espera que la lluvia se detuviera. De primeras el lugar tenía una atmósfera pesada pese a que solo había un cliente sentado al fondo del sitio que no dejaba ver su rostro. —B-Buen día, qué le ofresco? —Saludó una mesera de rostro pálido y llena de miedo que despertaba la intriga de Rachel. —¿Está todo bien...? —La pregunta se contestó sola cuando veía el pánico en el rostro de la chica que le acercaba una servilleta con un mensaje corto pero claro. "Llama a la policía." Un silencio sepulcral, adornado únicamente por las gotas de lluvia golpeando la calle, y un débil sonido de trueno dió pasó a que el cliente misterioso realizara un gesto para llamar a la mesera.

En seguida, la misma chica fue corriendo a la cocina volviendo con una copa de helado de fresa con una cereza tan roja que parecía una rubí. —¿Y ésto? —Preguntó la mujer sorprendida y pidiendo una explicación. —El señor se lo manda especialmente. —Respondió la mesera para volver a la parte trasera del lugar dejando solos a los dos clientes. —Nunca fui fanático de la lluvia, y tú? —Esa voz. Era familiar para Rachel lo que dibujó una sonrisa culpable en sus mejillas.

—¿Helado de fresa? Que cliché. —La sonrisa juguetona de Rachel no dejaba espacio a dudas, el otro cliente era el mismo Dorian Mark. —Creí que sería un lindo detalle, al menos lo intenté. —Dijo el criminal quitándose el abrigo y tomando asiento delante de la mujer, su mano fue hacia el helado tomando la cereza listo para comerla; al instante sacó el tallo del fruto de su boca, había formado un nudo perfecto lo que no causó expresión alguna en Rachel. —¿Quieres probar que eres un buen besador? Eso ya lo comprobé. Y ahora me espías?

Mark sonreía por ver a esta persona que lograba cautivarlo. —Me das demasiado crédito, sólo me sentía melancólico y este bar tiene buenos recuerdos míos, es todo. No te gustaría ir a caminar? —Dorian se levantó extendiendo la palma de su mano a la espera de una respuesta. —Yo tampoco estoy de ánimo, iré contigo siempre y cuando no se repita una pelea que me deje inconsciente. —Ambas manos se tocaron de una forma inusual pues, Rachel conocía el secreto de la arrolladora fuerza de Mark y este último sostenía con delicadeza la mano de la mujer, como si fuera la primera vez que tomaba la mano de una mujer. —¿Y a dónde vamos? —Ambos salieron del bar hacia una lluvia más calmada. Rachel no quería admitirlo delante de nadie pero, su mente no paraba de pensar en lo hermoso que sería visitar la pequeña playa que estaba en la costa del distrito. —Iremos a dónde tú quieras, preciosa... —Las palabras de Mark fueron interrumpidas por un grito desgarrador que le llamaba al otro lado de la calle. —¡¿Cómo... Pudiste hacerme esto?!

—¡Jefe, lo hice! Encontré al bastardo, y me pagas saliendo con esa perra? —Juliana Mondi, una chica que perdió a su familia debido a la violencia del Distrito 13 y fue acogida por Dorian Mark desarrollando una obsesión por el criminal que la volvía una persona muy peligrosa. Y tal era el caso que sus puños chorreaban sangre ajena mientras su cabeza era un remolino de emociones. —¿Tú otra vez? —Rachel veía con sorpresa a esa chica a la que humilló cuando golpeaba a Lucio.

Julia cruzó la calle hecha una furia con toda la intención de masacrar a esa mujer que tenía la osadía de salir con el hombre que ella creía era suyo. —Te voy a matar perra...

Bestias AgresivasOù les histoires vivent. Découvrez maintenant