Capítulo 2

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Patadas y golpes desmedidos eran azotados contra el cuerpo de un chico que rogaba por ser dejado en paz.
—Sabías que esto iba a pasar, imbécil. Te lo buscaste por negarle algo al jefe. —Comentó la lideradora de los golpeadores mientras clavaba su bota contra el craneo del jovencito. El sonido seco de su cabeza estrellándose contra la tierra hizo que una muchacha que veía a poca distancia se concentrara más en ese suceso.

—¡Julia, creo que ya lo mataste! —Dijo temeroso uno de los seguidores de la tal Julia. —Bueno, él se lo buscó, el tipo debía mucho dinero. Ahora busquen en dónde lanzar el cuerpo... ¡Hey tú! ¿Qué tanto nos estas mirando, perra? —Gritó la agresora con mucha furia al notar a una joven mujer que se hallaba de pie a escasos metros del conflicto. El enojo pasó a segundo plano cuando le dio un vistazo más tranquilo a la espía; sólo aparentaba ser una vagabunda que estaba en el lugar equivocado, soltó una carcajada mientras se acercaba hasta la mujer para rodearla con su brazo de forma brusca. —Escucha bien, si no te vas ahora mismo. Te voy a matar a ti también. —La risa se dispersó para darle paso a que una pequeña navaja se posara sobre la gargante de la chica para intentar asustarla.

No estarás sola, Rachel. Algún día nos volveremos a ver. —El recuerdo de una voz fantasmal sonaba en la mente de Rachel, todo su ser estaba desconectado del mundo. Cuando volvió en sí, una chica con actitud agresiva estaba a su lado sosteniendo una navaja cerca de su cuello. —Otra vez. —Dijo casi como un susurro lo que despertó más la curiosidad de la atacante fastidiosa. —¿Qué dijiste, perra? ¿Vas a rogarme para que te deje en paz? —Las risas volvían y esta vez de todo el grupo de matones.

—Otra vez, quiero ver esa luz otra vez. —La expresión de Rachel por fin había cambiado; su rostro reflejaba un enorme deseo, como si hubiera encontrado aquello que le daría sentido a su vida. —¿Y ahora de qué diablos hablas? No me salgas con estupideces... —Todos se quedaron en silencio. Rachel, la chica del hoody gastado se había liberado y logrado conectar un golpe directo al rostro de su retenedora, derribandola.
—¿Ju-Julia? ¿Estás bien? —Sonaron los titubeos de los seguidores que se acercaban a su lider caída. Entre confusiones y enojo, Julia se incorporó con la intención clara de acabar con esa mujer que se atrevió a humillarla. —Así que sabes pelear, bien. Yo pensaba ser suave contigo pero... —Ni siquiera pudo terminar su amenaza sin que un rápido puñetazo le dejara perforada la nariz y se la volviera una cascada de sangre.
—¡¿Q-Quién eres tú?! —Gritaron los seguidores de Julia que salieron corriendo contra la misteriosa mujer del la capucha.

Durante un tiempo, en los escasos gimnasios de toda la ciudad y del país; se había esparcido como la pólvora el rumor de un peleador fuera de lo común; se decía que contaba con un estilo de pelea único, una forma de boxeo hostil basada en la violencia pura y el salvajismo. "Tosco y sucio " esa era como todos lo describían. En algún momento ese misterioso boxeador dejó los reflectores al perder su título de campeón sin que nadie siquiera supiera de quien se trataba; solo conociendo su apodo sobre el ring: La Bestia.

Al instante en que el primer matón se acercó a Rachel. La chica ya estaba sobre él golpeándolo con una potencia casi sobrehumana que le destrozó la mandíbula. Cada que alguien se acercaba a ella era recibido por una cantidad bestial de movimientos tan poco comunes que no sabían como eran golpeados realmente. La lluvia de sangre sobre la tierra era la firma de La Bestia, sus nudillos chorreaban sangre ajena como si de rios se tratasen y el crujido de los huesos rotos se tornaba en el único sonido en kilómetros.

Julia, una criminal medianamente conocida en el bajo mundo. Acababa de despertar en el suelo para darse cuenta que todos sus subordinados yacían en el suelo inconcientes por la brutal paliza y la única persona de pie era esa chica que ahora suponía no era una persona normal. —¡¿Quién diablos eres, perra?! —Gritó Julia mientras se levantaba sosteniendo su navaja en dirección a Rachel.

A paso lento, Rachel se puso delante de Julia para a contestar de forma clara pero firme. —Ya no soy nadie en realidad. —Sin mediar mas palabras; Rachel golpeo el abdomen de la que hasta hacia minutos era su atacante. Julia cayó al suelo sin aire mirando a los ojos de la chica de pie. Pero, algo estaba mal; la mirada de Rachel era melancólica por el azote de un recuerdo amargo.

—¿Estás bien? —Preguntó la joven que se inclinaba para ver al chico por el que este problema había empezado en primer lugar. Verlo ahí en el suelo le hizo ver que él no era la luz que estaba buscando. Entre quejas de dolor, la presa de los matones miraba desde el suelo a su salvadora. —L-Lo siento, todo es mi culpa... Si no huía de ellos no se que habría pasado. Es mi culpa. —Sólo balbucear era lo que sabía hacer aquel muchacho; por un momento Rachel se cuestionó si haberlo ayudado era en verdad lo correcto. —Parece que estás bien, yo ya me voy. —Dijo Rachel de forma seca al dar media vuelta y marchándose del lugar. Ese ya no era un sitio tranquilo para pasar la noche así que se tragaría su orgullo y volvería a la fiesta con su amiga Ale para pedirle las llaves de su apartamento e ir a dormir allá.

—P-Por favor espera... —Alcanzó a escuchar la joven que miro por encima del hombro al muchachito que intentaba levantarse muy a pesar de estar tan herido. Estaba expectante a sus movimientos; como un gato que juega con su ratón. Rachel aún no lo sabía, pero esperaba en lo más profundo de su ser que él fuera lo que tanto estaba buscando.

Bestias AgresivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora