MC | Sr.Stone (18+) María Cruz ©

Capitulo 39.

Capitulo 39:

Permanezco tumbada, recuperando el aliento, mientras una mezcla de incredulidad y emoción se apodera de mí. Es una locura lo que acabamos de experimentar, aún me resulta difícil asimilarlo. Una sonrisa juguetona se forma en mis labios, revelando la intensidad de mis sensaciones. Tras recuperar la estabilidad en mi cuerpo y regular mi respiración, me levanto con cuidado y recojo mi ropa del suelo.

James señala hacia una puerta oscura cercana a nosotros.

-Allí está el baño, por si deseas utilizarlo. -me indica con voz serena.

-Gracias -respondo, caminando hacia el baño con mi ropa en manos. Una vez dentro, me limpio y observo mi reflejo en el espejo, arreglando mi cabello revuelto con delicadeza. Me pongo la ropa interior y me deslizo dentro de mi vestido, asegurándome de lucir impecable. Aunque solo estoy de camino a casa, no deseo salir de aquí dejando pistas visibles de lo ocurrido. Quiero mantenerlo en secreto.

Salgo del baño y encuentro a James ya vestido, luciendo impecable en su perfecta camisa de botones que se ajusta a la perfección en su elegante pantalón negro. Su presencia es cautivadora, como siempre, pero noto que su cabello está ligeramente despeinado. Mientras habla por teléfono, nuestros ojos se encuentran y le dedico una sonrisa.

Camino con gracia y tomo mi bolso y celular. James finaliza su llamada y me dirijo hacia él.

-¿Ya te vas? -pregunta levantando una de sus cejas.

-Sí, señor Stone. Tengo mucho trabajo por hacer. -respondo con una sonrisa-Además de usted, tengo otros dos clientes a los que debo preparar documentos y brindar servicios de asesoría financiera.

James camina con paso firme hacia mí, su mirada asciende desde mis labios hasta mis ojos.

-Es una pena tener que compartirte, Greyson, por supuesto me refiero como mi asesora financiera... -murmura con voz grave arqueando una de sus cejas.

Me quedo en silencio, admirando sus hermosos ojos. Odio sentirme vulnerable. James toma suavemente mi cintura, acercándome a su cuerpo, y deposita un beso en mis labios al cual respondo con entusiasmo. Finalmente, nos separamos y salgo de su oficina con una gran sonrisa en mi rostro.

Ya en mi auto, me dirijo al club donde trabaja Logan. Elizabeth ya está allí y los veo en la barra, riendo. Logan está detrás del mostrador, trabajando como barman.

Coloco mi bolso sobre la barra y suspiro.

-Un vodka doble, por favor, señor. -bromeo con Logan.

-Preciosa -me saluda Logan, arqueando ambas cejas, y se va a prepararlo.

-¿Dónde has estado? -pregunta Elizabeth, arqueando una ceja.

-Estaba en una reunión con el señor Stone -digo y no puedo evitar sonreír.

-Ah, lo imaginaba, porque tienes una marca en el cuello. -dice riendo a carcajadas.

Abro mis ojos sorprendida.

-¿Qué dices? -digo, abriendo la cámara de mi celular, y es cierto, tengo una leve, casi invisible, marca de chupetón-. Maldición -murmuro, sintiéndome estresada.

-¡Por fin cogieron! -exclama Elizabeth emocionada, aplaudiendo.- Eso merece un puto brindis.

Logan se acerca rápidamente y nos entrega las bebidas, abriendo los ojos sorprendido.

-Espera... -dice Logan confundido-. ¿De que me he perdido? ¿No era ese el cliente con el que no querías trabajar porque lo despreciabas y era un arrogante? ¿Cuándo se convirtió en tu polvo?- arquea sus cejas.

-¡Desde hoy!- contestó haciendo una mueca con mis labios.

-Pensé que no mezclabas los negocios con el placer. -dijo Liz con sarcasmo, y le lancé una mirada desafiante.

-Ay basta que horror, no vuelvas a repetir esa horrorosa oración.- digo acostando mi cabeza sobre la barra.

-Bueno, supongo que las reglas están hechas para ser desafiadas, ¿verdad? -comentó Logan, con una gran sonrisa al igual que Liz.

-¡Eso es completamente sexy joder! La señorita Greyson y el señor Stone, el dúo dinámico. Esto promete ser un viaje interesante. -comentó Liz, levantando su copa en señal de brindis.

-Como dice Logan, las reglas están para desafiarlas supongo... -respondí con una mirada pícara, llevándome el shot a los labios y haciendo una mueca de asco al sentir el ardor que descendía por mi garganta.

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