Capitulo 28.

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Capitulo 28:

-Creo que debería irme. -digo en respuesta, observando la tensión palpable entre James y su padre.

-Por supuesto. -responde Richard, dirigiendo una mirada seria a James.

-Gracias por todo, señorita Greyson. Nos mantendremos en comunicación -dice James, pero noto cierta frialdad en su tono, como si no fuera la misma persona de hace unos minutos.

Recojo mis pertenencias, me despido del señor Hicks y salgo de la empresa. Al subir al auto, me doy cuenta de que no tengo mi celular, lo he olvidado en la oficina del señor Stone.

¡Maldición!

Cierro los ojos y respiro profundamente. No voy a regresar ahora e interrumpir lo que sea que esté sucediendo entre ellos. Decido esperar unos largos minutos en mi auto. Después de esperar unos quince minutos en el auto, bajo del vehículo y entro nuevamente a Stone Holdings. Informo a las recepcionistas sobre mi celular extraviado, luego subo al piso de James con cautela, tratando de no interrumpir, el señor Hicks ya no está en la recepción, de hecho no hay nadie aquí arriba.

Camino con suavidad hasta el final del pasillo, me detengo frente a las doble puertas cerrando mis ojos avergonzada, doy dos golpes en ella, pero no recibo respuesta del otro lado. Golpeo nuevamente y noto que la puerta está entreabierta. Con cuidado, entro en la oficina y encuentro a James mirando hacia la ciudad. Ha dejado de usar su saco y la oficina está en un completo desorden, con documentos y el ordenador esparcidos por el suelo. Cierro los ojos, maldiciéndome por entrar sin permiso.

Siempre metiendo las narices donde no me llaman.

Observo fragmentos de vidrio en el suelo y una mancha de líquido en la pared.

-Lo siento por entrar sin su autorización señor Stone.- Intento disculparme y excusarme por mi intromisión, pero no recibo ninguna respuesta por parte de James. Se voltea hacia mí, con las mejillas enrojecidas de ira, sosteniendo en su mano un vaso de whisky vacío. Sus mangas están arremangadas hasta los codos, revelando un impresionante tatuaje de una serpiente enroscada desde su muñeca hasta su codo. No lleva corbata y su apariencia, al igual que la oficina, es un completo desastre. Intento localizar mi celular, que se encuentra sobre una de las sillas.

¿Porque se me hace que he visto ese tatuaje antes?.

-¿Se encuentra bien, señor Stone? -me atrevo a preguntar, preocupada por su estado. Pero no dice nada se queda en silencio observándome con la mirada perdida.- Lo dejaré solo.- digo mientras me dispongo a girarme, pero sus palabras me detienen en seco.

-No se vaya, quédese.- me pide con una voz grave. En ese instante, siento un cosquilleo indescriptible en el estómago y mi pulso se acelera.

Me giro y asiento, camino hacia a su caótico escritorio.

-¿Cómo hace usted para escapar de sus problemas?- pregunta, mirándome directamente a los ojos. -Supongo que tiene problemas también, quizás no tan graves como los míos o quizás si.- murmura.

Sonrío y niego con la cabeza. -No podría ni imaginar la cantidad de problemas que tengo, aunque parezca lo contrario.- respondo con ironía y una sonrisa en mis labios.

-Y ¿cómo hace para lidiar con ellos?- pregunta con curiosidad.

Suspiro y miro hacia el cielo a través de los ventanales, negando con la cabeza.

-Huyo de ellos como una cobarde.- admito, abriéndome por primera vez con el, pues soy una persona muy reservada, la única persona que sabe parte de mi vida personal es Elizabeth y me costo abrirme con ella.

MC | Sr.Stone (18+) María Cruz  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora