Capitulo 11.

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Capitulo 12:

Después de realizar una parada rápida en el supermercado y adquirir una botella de vino junto con sushi previamente preparado, regreso a mi apartamento. Allí encontraré un ambiente propicio para trabajar sin distracciones, algo que no podría hacer en la oficina. Me quito los tacones, pero decido mantener mi vestimenta actual, no tengo tiempo para cambiarme. Tomo mi laptop y todos los archivos necesarios y me sumerjo de inmediato en la tarea que me espera.

Con cuidado y meticulosidad, reviso cada uno de los archivos, organizando la información de acuerdo a los puntos estratégicos destacados por James Stone. Mi objetivo es elaborar un plan detallado y claro para abordar cada aspecto solicitado, presentando datos sólidos y argumentos convincentes.

El tiempo parece volar mientras trabajo incansablemente, manteniendo mi enfoque en cumplir con el plazo establecido. Mi determinación y pasión por mi labor se reflejan en cada decisión que tomo. Sé que esta propuesta de financiamiento es fundamental para el éxito de nuestra empresa y para mi propio crecimiento profesional.

A medida que avanzo en la elaboración de los documentos, mi confianza se fortalece. Cada palabra y cada número son cuidadosamente seleccionados para transmitir la viabilidad y el potencial de nuestro proyecto. Mi objetivo es captar la atención de James Stone y demostrarle que soy una profesional competente y comprometida.

El proceso requiere concentración y dedicación, pero estoy dispuesta a sacrificar horas de sueño y comodidad para alcanzar la excelencia. Mi compromiso con la calidad y la entrega puntual es inquebrantable.

A medida que la noche avanza, el apartamento se convierte en un santuario de trabajo. La única luz que brilla es la proveniente de mi laptop, mientras navego entre gráficos, cifras y descripciones detalladas. No me permito distraerme ni por un instante, consciente de que cada minuto cuenta.

Continuaba revisando meticulosamente cada detalle para asegurarme de que todo estuviera perfecto. En medio de esta concentración, mi teléfono sonó, mostrando un número desconocido que no tenía registrado. En ese momento, no disponía de tiempo para contestar llamadas, así que decidí ignorarla. Sin embargo, la persistencia de la persona al otro lado hizo que mi fastidio aumentara. Una tercera llamada del mismo número entró y, con cierta resignación, decidí contestar.

-¿Hola? -dije con cierta duda en mi voz.

-¿Tamara Greyson? -preguntó la voz en el otro extremo.

-Sí, soy yo. ¿Con quién hablo? -respondí, aún incierta de quién podría ser.

-Señorita Greyson, sé que es tarde, pero la señorita Leen me ha proporcionado su número y me ha dicho que podía contactarla -reconocí la voz de James Stone y mis ojos se abrieron sorprendidos.

-Señor Stone, buenas noches. Por supuesto, ¿todo está bien? ¿Necesitaba algo? -pregunté, adoptando un tono más profesional y tranquilo.

-¿Tiene los archivos listos? -preguntó directamente.

-Sí, en realidad sí los tengo listos -respondí con sinceridad-. Estaba a punto de enviarlos por correo electrónico.

-No, ese es el detalle. Necesito que me los entregue personalmente. No pueden ser enviados por correo electrónico.

Su declaración me tomó por sorpresa. Entregar los archivos personalmente en este momento de la noche era una petición inesperada y desafiante. Sin embargo, sabía que no podía permitirme rechazar la solicitud de James Stone.

-Entendido, señor Stone. ¿Dónde y cuándo desea que nos encontremos para la entrega? -pregunté, asumiendo el compromiso de cumplir con su solicitud.

Al otro lado de la línea, escuché un silencio que me desconcertó.

-No habría necesidad de un punto de encuentro, ya que me encuentro justo frente a su edificio. La señorita Leen me proporcionó la dirección, pero no el número de su apartamento -dijo James Stone, y abrí los ojos de par en par soltando un grito que estoy segura de que él pudo escuchar.

-¡Maldita sea, Elizabeth, te mataré! -murmuré, creyendo que había silenciado la llamada, pero entonces escuché cómo el señor Stone aclaraba su garganta.

-¡Aún sigo aquí! -advirtió el señor Stone, y me maldecí internamente. Corrí hacia la ventana de mi apartamento intentando ver hacia abajo, pero había demasiados autos bloqueando la vista.

-Es el apartamento cuatrocientos veintiuno en el tercer piso, señor Stone -contesté finalmente, cerrando los ojos y negando con la cabeza.

-Perfecto, estaré allí en unos minutos, señorita Greyson -dijo del otro lado.

-Daré aviso para que le permitan subir, señor Stone. -finalmente corté la llamada y me levanté, intentando arreglar el lugar. Gracias a Dios, soy bastante organizada. Me miré en el espejo: tenía el cabello recogido en una coleta alta y desordenada, y aún llevaba la misma ropa de oficina que usé esta mañana.- Maldición. -susurré soltando mi cabello y arreglándolo rápidamente. Con un poco de polvo compacto, intenté cubrir mis ojeras y sonreí.

Minutos más tarde, escuché dos golpes suaves en la puerta. ¿Cómo era posible que una sola persona lograra ponerme tan nerviosa? Caminé hacia la puerta, cerré los ojos e inhalé y exhalé profundamente. Finalmente, abrí la puerta con una sonrisa.

-¡Buenas noches, señor Stone! -dije de inmediato. Sus ojos verdes me examinaron de arriba abajo sin disimulo alguno, haciendo que mis mejillas se ruborizaran.

-¡Buenas noches, señorita Greyson! Disculpe la visita inesperada, pero necesito esos documentos lo antes posible. -respondió, arqueando una ceja, lo que lo hacía lucir increíblemente sensual e irresistible.

Llevaba el mismo atuendo de esta tarde, pero sin saco con la corbata negra aflojada y los primeros dos botones desabrochados, revelando el comienzo de un tatuaje. Al menos no me sentía tan mal de llevar la misma ropa.

-¿Desea pasar? -pregunté, haciendo un gesto de cortesía.

Inconscientemente, mordí mi labio inferior y luego lo relamí, lo cual hizo que James desviara su mirada hacia mis labios, aunque solo por un instante.

Él asintió en silencio y entró. Cerré la puerta y caminé hacia la cocina.

-¿Desea algo para beber? ¿Una cerveza? ¿Whisky? ¿Agua? -pregunté sin saber siquiera si tenía cerveza o whisky.

-No, estoy bien así, ¡gracias! -dijo, y suspiré aliviada, agradeciendo al universo ya que no tenía ninguna de las opciones que le ofrecí.

Caminé hasta mi laptop, imprimí los documentos y los reuní en una carpeta. Luego se los entregué, mientras él permanecía de pie en el balcón, admirando la leve vista que se podía apreciar desde allí.

Al contemplar su imponente y serena figura, me percaté del cautivador magnetismo que emanaba su presencia. Sus ojos verdes guardaban misteriosas narrativas y su porte elegante irradiaba confianza y seguridad. Resultaba difícil no sentirme atraída hacia él, pero me recordé a mí misma la importancia de mantener la profesionalidad en todo momento. Además, sabía que hombres como él rara vez estaban solteros, aunque su dedo careciera de un anillo matrimonial.

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MC | Sr.Stone (18+) María Cruz  ©Where stories live. Discover now