Capítulo cincuenta y seis:

1.5K 202 29
                                    

Capítulo cincuenta y seis: El Mar Mediterráneo.
Dione:
¡Yo no sé en qué estaba pensando cuando permití que todo el contenido se me acumulara para dos semanas antes de los exámenes finales!

¡Es que esto de ser una persona “normal” consume demasiado tiempo! ¡Me olvidé por completo de que no tengo todas mis asignaturas convalidadas y llevo Física a finales!

Solo me separa de la libertad una prueba que me es demasiado tediosa. Por suerte Laura me dio un repaso que me ayudará con las preguntas uno y dos del examen, pero con el resto no lo sé. La última es la que me mantiene más tensa porque siempre olvido o la fórmula o colocarle los vectores o redondear el resultado. En cualquier caso, me sigue preocupando como el primer día esa asignatura.

La cabeza me duele demasiado al igual que mi cuello, pero no puedo claudicar ahora. Conseguí —gracias a Lucas— un justificante falso y me ausenté hoy del colegio para quedarme en casa todo el día estudiando. Mi hermana me llamó a la hora de las comidas para que no me saltara ninguna y casi tuve un sobresalto al ver que ya eran las nueve de la noche. Estos días son un estrés tremendo, ni siquiera tengo tiempo de echarme una lloradita.

Masajeo mi nuca comprobando que los resultados de mi ejercicio están en consonancia a los que tenía el profesor en su temario y respiro. Este es el quinto ejercicio que me da bien del objetivo para el tema tres del examen. Intentaré cerrar esta materia de la mejor forma posible para por fin olvidarme de que existe la Física y sus derivados.

Siento dos toques en mi puerta que consiguen que separe la vista de mi Tablet. Una diminuta sonrisa se me dibuja en la cara cuando siento los golpes. Sabía que iba a venir, no hay una noche en la que no se pase por aquí a verme o me ayude a distraerme un poco de todo lo que me atormenta. Él es el mejor catalizador para mis problemas. Como mi examen es una semana antes que el suyo le prometí que yo ayudaría a estudiar las materias que le cuestan.

Durante estos días las cosas nos han salido mejor de lo que yo esperaba. Luego del beso seguimos como si nada, aunque al menos nos despedíamos boca contra boca apretujados en la puerta de la casa. Siempre detenía mis crecientes deseos de seguir. Quiero demostrarle a Lucas que confío lo suficiente en él como para irme a la cama con el chico que me gusta, pero una vez se lo mencioné y me dijo que ese no era el motivo por el que debía querer sino porque realmente así lo deseaba.

Y sí lo deseo.
Imagino que la experiencia se sentirá igual a si entrara un taladro dentro de mí, a si me perforaran una costilla o si estuviera dando a luz a un tigre, pero creo que es normal. Mi primera vez fue espantosa, no entiendo qué le van de lindo al sexo, sin embargo, algo en mí parece que no se retorció lo suficiente de dolor y quiere que yo pase otra vez por la experiencia. Busqué información en internet y leí que la vaselina era útil para casos como el mío así que hace unos días compré un pote que guardo en el baño.

Algún día las cosas entre Lucas y yo pasarán a las ligas mayores y será ahí que lo precise.

Abro la puerta tras levantarme de la mesa de la cocina y sonrío al verlo con dos cafés en su mano. No son de Starbucks porque dice que allí el café sabe a —y cito textualmente— agua de culo. No lo siento así del todo, pero cada quien con sus gustos.

—Sabía que estarías despierta todavía a estas horas —murmura, dándome un casto beso sobre los labios después—. Ten, es para ti.

Me tiende un café y lo dejo pasar sonriente. Amo que me venga a ver, que me bese, que se preocupe por mí.

—Dione, todavía tienes dos semanas para el examen de Física —comenta, cuando le hago ademán de que se ponga cómodo—. ¿No crees que exageras un poco quedándote despierta el viernes hasta la una de la madrugada?

Estrías para tu belleza  [✓] Where stories live. Discover now