Capítulo Cuarenta y tres:

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Capítulo Cuarenta y tres: La lluvia de estrellas.

Lucas:

Es increíble hasta dónde puede llegar el interés en esta escuela. Yo me maravillo de lo ruines que son las monjas y los sargentos solo porque los padres de Barbie tienen dinero y poder. Solo la van a expulsar una semana por haber incitado a los golpes contra Dione. ¡Ella no estimuló, ella pegó! A los otros dos la expulsión será de tres semanas y a mí de dos días gracias a mis contactos y relaciones. Casi maté al sargento Harrison cuando me comunicaron la decisión del consejo, pero él me pidió que no empeorara las cosas y que mi función era estar al lado de Dione.

Lucrecia la pudo curar después de que hablé con Dione. Obvio me hicieron salir de la sala.

Mi hermana le dio un sedante a la chica Hastings y yo la llevé a su habitación. No me fui hasta que se quedó rendida profundamente. Fue ahí que me decidí a traer a su madre a la escuela para que la vea. Sé que no soporto a esa mujer del demonio, sin embargo, la magullada solo pedía hablar con ella cinco minutos. Ella intentó marcarle a su madre, pero fue en vano. Yo prometí que la comunicaría con esa bruja.

En estos instantes de tensión es que valoro que mi hermana esté cerca. Fui con la hermana Sonia para pedirle que por favor llamara a Selena Hastings para que viniera a ver a su hija. Su respuesta me hizo enmudecer.

«─Ya la llamé, Lucas»

«─Perfecto. ¿A qué hora paso por ella al aeropuerto?»

«─A ninguna, ella dijo que estaba muy ocupada con la campaña de primavera, que Dione era demasiado dramática. Me pidió de favor que no la molestara más para nimiedades, de hecho, me dejó claro que ni siquiera podrá venir a la graduación de su hija».

¡¿Qué clase de madre es capaz de pensar que una paliza mortal es una pequeñez?!

Solo una muy desalmada. Quedé tan obnubilado con esa respuesta que acabé por sentarme en el portal para no tomar mi auto y manejar hasta Hastings Co. y acabar con esa vieja de mierda. No tengo idea del pasado de la familia de la rubia preciosa que hay en la escuela, pero estoy convencido que hay alguien quién sí hizo averiguaciones mucho más allá de un teléfono hackeado y me brindará la información que le pida.

Entro a mi pieza de la Academia logrando que tanto mi hermana como Frank se alcen de la cama. Están vestidos y en mi colchón. No hay manera de que estén haciendo ninguna guarrada, además de que la hermana María necesita ver a Lu por un dolor que tiene en la espalda.

─Por favor, no comiences a gritar, solo estaba tratando de dormir un rato ─espeta mi hermana apenas libero un resoplido.

─Ya superé que te casaste ─susurro, desabotonando mi camiseta. Para ser final de enero tengo el calor de agosto. Las emociones de las últimas veinticuatro horas me atormentan─. La hermana María quiere hablarte y yo tengo que charlar con Frank.

─Lucas, ya te dije que Lu y yo no vamos a tener hijos hasta que me gradúe, no necesito otra explicación tuya sobre el uso del preservativo ─interviene mi amigo, liberando a su chica para que ella pase por mi lado negando con la cabeza.

Ese fue uno de los escenarios más vergonzosos de mi vida. Tener que hablar con Frank sobre los anticonceptivos y los métodos de castración que conocía está considerado mi mayor bochorno, pero valió la pena porque mi hermana no puede echar su vida por la borda para ser madre.

Frank se sienta en la cama y se me queda viendo con los ojos llenos de curiosidad. Gracias a él fue que no maté al desgraciado de Abel. Ese ya tiene ahora de lo que preocuparse. Barbie de seguro lo contagió con el virus del SIDA porque él no tiene cara de ser de los que se detienen a meditar las cosas ni mucho menos de ponerse condón.

Estrías para tu belleza  [✓] Where stories live. Discover now