Capítulo Cincuenta (II)

2K 278 103
                                    

Capítulo Cincuenta (I): No aún, no ahora.
Dione:

─¿Papá? ─No sé si sentirme confundida o feliz por ver a mi padre en la sala.

Es ya bastante raro lo que estuvo pasando hasta hace menos de dos minutos en esta sala. Lucas no hablaba de mí, ¿por qué no pude oír la conversación hasta el final? ¿por qué me cuesta tanto confiar en quien me gusta? Es como si un enorme peso saliera de mis hombros. Con el tema de mi salud ya veré después qué hacer. Lo más importante es entender el motivo que trajo a papá a este sitio. Él siempre está ocupado con sus cosas y ni siquiera por mi cumpleaños me llama a veces.

─¿Interrumpo algo? ─Vuelve a preguntar mi progenitor con una ceja en alto.

Es ahí que me doy cuenta que Lucas todavía me está sujetando la mano. ¡Mierda! Tampoco lo creo tan tonto como para no haberse dado cuenta que me estaba besando con el chico que me gusta. Supongo que lo primero será explicarle lo que me trajo al hospital y luego pasaremos a la parte en la que le cuento que el mayor de los Hall me atrae, aunque siento que no debería ahondar mucho en la parte en la que tuve un ataque por oír mal las cosas.

─No, señor ─espeta el de los ojos centellantes, poniéndose en pie.

Sé que la manera en la que estos dos se conocieron fue gracias a unos golpes que me dio Barbie de los cuales Lucas fue injustamente acusado. Por suerte todo quedó en un mal recuerdo hasta aquella vez en la que evitó que mi padre me moliera a cintazos. Lleva demasiado tiempo protegiéndome como no lo hizo nadie antes por mí. Es algo así como un ángel de la guarda militar.

─Tu cara me suena de algo, muchacho. ─Papá extiende la mano y Lucas se la estrecha con educación cuando hace un intento de salir.

Sería solo cuestión de una oportunidad para aventarme por la ventana ─bueno, si existiera una─ para evitar esta incomodidad. Ni en las peores reuniones con amigas de mi madre me sentí tan aturdida como ahora. El apretón de manos dura dos minutos, luego papá bordea a mi amigo para ir a donde estoy. Coloca ambas manos en sus caderas y me sonríe. Le retribuyo el gesto apenada. No tenía que dejar su puesto para venir a verme, con una llamada habría bastado.

─Dione, iré a buscar a mi hermana, regreso enseguida ─dice Lucas a las espaldas de mi padre.

Le asiento con la cabeza y me guiña un ojo. Si no me intimidara tanto la figura que hay junto a mí, me habría puesto roja como una manzana. ¡Dios! ¡¿Cómo fui de tonta al pensar que Lucas jugaba conmigo?! ¡Hablaba de un cayo! ¡De un infernal cayo! Necesito abrirme un pelín con él, porque ahora puede que lleguemos a ser algo más, aunque no sé hasta qué punto desee avanzar.

Siento la puerta cerrarse en lo que el Hastings de mayor edad en la habitación se acomoda a mi lado en la cama. Esta es la situación más extraña que he pasado desde la operación de mi oreja, al parecer los hospitales no me van a presagiar nunca nada bueno. Puede irse si lo desea, yo estaré bien, ahora no me hallo sola. Tengo a Lucrecia, a Frank y tengo a Lucas.

─¿Es tu novio? ─Directo, típico en mi padre.

A pesar de que me toma con la guardia baja lo único que consigue sacarme es una carcajada nerviosa.

─Cuando lo sepa te lo diré ─espeto, mirando a la puerta.

Todavía tengo que conversar a fondo de este tema con él.

El rostro de mi padre se ensombrece de momento. Yo lo imito, es que debe estar por venir la parte en la que comienza a decirme que no debí hacerlo venir desde su trabajo, que estoy mayor y que puedo pasar por esta clase de cosas solas. Puede irse, yo sé que soy una adulta y que puedo cuidarme sola. Tendré que pedirle a la hermana Sonia que no los llame más para boberías, ellos están muy ocupados.

Estrías para tu belleza  [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora