Capítulo Cuarenta y seis:

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Capítulo Cuarenta y seis: Cuestión de respeto.

Dione:

Los turnos de clase antes se volvían torturante porque la hora de la salida era la preferida por Barbie para hacerme sufrir. Con la llegada de Jairo a esta escuela eso cambió, nadie se metía conmigo y todo el mundo ─menos mi bullying personal, claro─ ignoraba mi existencia.  Posterior al chico que me rompió el corazón, llegó Lucas con quien comencé a compartir asiento en los turnos. Con él se pasaba de maravilla y era entretenido atender.

Si se me caía el boli-lápiz él me lo recogía luego lo agitaba delante de mis ojos para hacerme reír y yo le agradecía con una tímida carcajada que no fuera escuchada por la profesora. Todas sus cosas comenzaron a ocupar un lugar fundamental en mi vida, sobre todo por el hecho de que jamás imaginé que Lucas Hall, el fornido militar que se tiró a media escuela de chicas, y yo desarrollaríamos una amistad que terminó en sentimientos de mi parte que no debería tener.

Hace tres días que corro pasillo arriba cuando se terminan mis clases y me encierro en mi habitación con tal de no ver al que una vez fue mi amigo. Por más intentos que hace de que hable con él, por más mensajes que me escribe al WhatsApp, por más veces que me etiquete en Wattpad, jamás volveré a tener un roce con él hasta que estos sentimientos se me pasen.

Lo peor de todo son las noches, cuando debo dormir con la ventana cerrada con un candado que me facilitó el padre Felipe para que Lucas no pueda entrar. Me la paso soñando que estoy con él, no siempre hablando, y para cuando abro los ojos tengo una cascada entre mis piernas que hace que deba tocarme para que se me pase el calentón. Ya no sé a qué santo le voy a pedir que me lo saque de la cabeza y tampoco sé con qué excusa lo alejaré de mí.

La hermana Sonia ─que sabe todo porque se lo conté, obviando las partes +18─ me dijo que no estaba tomando la mejor de las decisiones, pero a este punto ya no sé lo que es correcto y lo que no. Por suerte a partir de mañana hay puente y no tendré que venir al salón hasta el lunes ni, por tanto, salir de mi cuarto.  Lucrecia trató de pedirme una explicación el otro día, pero por suerte apareció un chico con una pierna fracturada debido a una caída en los entrenamientos militares y pude escabullirme.

─Recordarles, chicos, que el trabajo lo quiero sobre esta mesa el lunes ─comenta la hermana María en su clase de Filosofía.

Ya casi no recuerdo cómo era la vida antes de que tanta gente irrumpiera en la mía. Recobraré mi estabilidad emocional pronto. A mi lado está sentada una chica que vino a dormir y al fondo del aula está él. Con sus penetrantes ojos atravesándome, me di cuenta cuando me volví para buscar un libro y me dedicó una sonrisa que desarmó cada parte de mi cuerpo. Fingí ignorarlo, pero es obvio que se dio cuenta.

El timbre resuena en el aula y la mayoría se levantan rápido porque este es el último turno. Yo soy la primera que se pone en pie con la mochila y las cosas. Sin ser muy cortes empujo a la chica que estaba sentada a mi lado y me abro paso obviando a los demás. Lucas va a tratar de hablar conmigo como las veces anteriores y no lo pienso permitir.

Lo que pasó con Jairo aún está muy fresco, no sé en qué clase de puta me convertí para estar en el medio de dos peligrosos. No pensé que el último año de preparatoria se volvería un capítulo de supervivientes y que yo tendría que estar en medio de dos tóxicos orgásmicos.

Salgo por la puerta viendo que los pasillos van concurridos. La gente está feliz porque hoy termina el suplicio de la semana.  Doblo al ala derecha, donde hace días me dieron una paliza que casi me mató. Por suerte tengo buena cicatrización y ya casi todos los golpes cerraron. El único que me sigue molestando un poco es el de mi costado que tendrá una estancia más larga de molestia. Sé que muchos irán al pueblo por las fiestas desde hoy, aunque la actividad fundamental sea mañana. Yo prefiero encerrarme en mi habitación para no estar tentada por la comida.

Estrías para tu belleza  [✓] Where stories live. Discover now