Estrías para tu belleza [✓]

Capítulo Cuarenta y cuatro:

Capítulo Cuarenta y cuatro: Más que un pelín.

Lucas:

Un fin de semana en la escuela no había sido tan aburrido desde tiempos inmemoriales. Para comenzar, Frank consiguió un trabajo en el pueblo que lo mantendrá ocupado durante dos días ya que el padre Felipe quiere hacer unas reparaciones en la iglesia y le pidió expresamente a él que lo ayudara. Yo le enseñé a Frank lo que sabe de carpintería o al menos lo básico ya que solo logró dominar la técnica con su habilidad. De no ser un buen microbiólogo no se va a morir de hambre si se dedica al noble oficio de moldear la madera. Mi hermana le preparó comida para estar seis años fuera, le dije que no podía dejarlo engordar por estar casado, pero ella me dijo que luego quemaría la grasa. Por la mirada que me puso tuve que contenerme para no capar a su marido.

Lucrecia tuvo un examen de último momento hoy sábado en la universidad y se fue para allá. Me dijo que lo llevaba muy bien, de verdad no sé en qué tiempo estudia porque siempre la veo trabajando o cuidando de mí. Si soy sincero no sé qué hago tratando de graduarme porque esto de estudiar es un lío. A veces puedo sentir hasta los engranajes de mi cabeza moverse con tanto contenido. Tampoco sabía que la historia de la humanidad tuviera tantas guerras, batallas y que incluso nosotros estuvimos en guerra con los franceses. Fue interesante la historia del pueblo y lo que era antes de convertirse en lo que es hoy. Lo que sí me sigue pareciendo una asignatura innecesaria es Religión. Sé que asisto a un colegio religioso, ¡pero por Dios!, la iglesia tiene más pasado que yo y eso ya es mucho decir.

Le dije a mi hermana que iría a buscarla al examen para invitarla a un batido de helado, se negó porque quiso pasar a ver a Frank. Son esposos y están en esa etapa del matrimonio donde no pueden vivir el uno sin el otro. Él se comprometió a llevarla hasta la parada del autobús y quedarse ahí hasta que pasara el bus y ella pudiera venir. Por lo menos sé que está bien.

Este último tiempo con quién sí he hecho demasiadas buenas migas es con Dione Hastings. Las tutorías son algo que disfruto en totalidad, esa chica sabe cómo hacerme comprender las cosas y lo mejor es que la amistad que creamos nos permite ser sinceros el uno con el otro. Recién me contó que ya casi no piensa en Jairo, que lo ve como algo muy lejano. Eso me dio tanta alegría que la besé la frente. Juro que pensé que se iba a enojar conmigo, pero solo se ruborizó. Se ve preciosa cuando tienes las mejillas como dos manzanitas. De veinticuatro horas que tiene el día, doce las paso con ella hablando, riéndome y siendo feliz.

Fuimos ayer a Black Bridge y, aunque no se adapta al ambiente que reina en ese lugar, la vi un poco más cómoda. Estuvo hablando con Nicole y con otras chicas. Fue glorioso verla reírse sin una estela de tristeza detrás. Nos quedamos ahí hasta casi las 00:00 y regresamos con una conversación sobre música y arte muy animada. Tengo que reconocer que he dejado de hacer muchas cosas para pasar tiempo con ella como jugar al futbol con mis compañeros de escuadrón y ahora me ducho hasta dos veces al día para que no me sienta mal olor porque me dijo que no soportaba que alguien estuviera sucio.

La última vez que tuve una pelea, no fue porque yo le dije que eso iba a ser muy traumático. No le gusta la sangre ni tampoco los golpes, prefiero que se quede cómoda en su cama sin pensar en tragedias a que vea cómo le pego a otros para pagar la universidad de mi hermana. Regresé por la madrugada y casi tuve un infarto cuando la vi sentada en el portal temblando de frío. Apenas me bajé del auto corrió a abrazarme. Me revisó cada una de las partes de mi cabeza y cuando vio que no tenía nada soltó un largo suspiro lleno de paz. Todavía recuerdo nuestra conversación.

«─Tiene que haber una manera menos tóxica para pagarle la escuela a Lu»

«─Créeme que la he buscado, pero todo lo que podría darme buena pasta requiere habilidades que no poseo, azulosa»