"Trono de sangre" (1957): Una profecía auto-realizada. 5/5⭐

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 "Macbeth" es una tragedia que se presta mucho a las adaptaciones libres, dado que la historia es universal, eterna. Está narrada en la Escocia medieval, pero podría ocurrir en cualquier parte, en cualquier tiempo. Por eso, es la primera opción de muchos directores con más ambiciones que presupuesto. Kurosawa adaptó la Historia al Japón medieval y cambió los nombres de los personajes por nombres japoneses que tienen cierto aire de familia con los nombres anglosajones originales (Malcolm se convirtió en Miki, por ejemplo). Esto fue una necesidad práctica y el cambio menos importante. 


 El cambio principal es que "Trono de sangre" no es una tragedia, sino una película épica. Entendiendo estos géneros en el sentido que les daba Schopenhauer (uno de los filósofos más admirados por Kurosawa). Schopenhauer decía que la voluntad se manifiesta de modo más fuerte en los caracteres más definidos. En la comedia no hay héroes, hay rasgos humanos genéricos. La tragedia está enfocada en la persona del héroe. La épica, en cambio, trasciende al héroe: el héroe épico es un instrumento del destino. Por eso, observa Schopenhauer, las comedias suelen tener como título un adjetivo, las tragedias, un nombre propio y las epopeyas, el nombre de una ciudad o una dinastía (digamos: "El avaro", "Hamlet" y "La Ilíada"). 

 "Trono de sangre" sigue de modo bastante fiel a la tragedia de Shakespeare, pero con algunos cambios sutiles que le dan un tono completamente diferente. Por ejemplo: No hay brujas, sino fantasmas. No hay, por tanto, duda alguna de que estamos ante un hecho sobrenatural. Cuando finalmente todos los nobles toman las armas contra el usurpador, esto se siente como algo más que un mero conflicto humano: Es una especie de justicia divina que cae sobre el héroe, de modo tan fatal como había caído en sus manos el trono. Una de las "teorías de fans" más antiguas que existen es la que dice que las brujas de Macbeth no tienen ningún poder: Fue la misma profecía la que causó que el propio Macbeth se encargase de "cumplirla". Quizás. Pero recordemos una vez más a Schopenhauer: "Un hombre puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quiere". Incluso si existe el libre albedrío, los actos humanos son tan fatales como si no existiese. Era el destino de Macbeth usurpar el trono, tanto si ese destino lo creó él mismo como si no. 

 Un detalle curioso: Vi esta película por primera vez en VHS y, en la escena donde el actor Toshiro Mifune huye de una lluvia de flechas, dije: "Wow! ¡Qué buenos efectos especiales! ¿Cómo habrán hecho esto en 1957?" Años después me enteré de que ...bueno ...No son efectos especiales. Kurosawa contrató a 20 arqueros de nivel olímpico para disparar sus flechas a ciertos puntos pre-establecidos, mientras el actor se movía siguiendo unas líneas amarillas pintadas en el piso, en donde debería estar seguro. Sin dudas uno de los stunts más DEMENCIALES de la Historia del cine.

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