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"Macbeth" (2015). Una joya tirada en el barro. 5/5 ⭐

Cuando alguien filma una historia que ha sido llevada a la pantalla (literalmente) cientos de veces, la primera pregunta que debe hacerse es: ¿Para qué? ¿Para qué otra más?

"Macbeth", de Justin Kurzel, responde a esta pregunta del modo más obvio y, sin embargo, sorprendente: No intenta ser la adaptación más fiel posible, ni ser original por ser original y ya, ser original por capricho. Mucho menos intenta llamar la atención con elecciones de casting absurdas. Busca simplemente ser una buena película.

Nada más y nada menos.

Visualmente, está a la altura de "Trono de sangre", de Kurosawa, y hasta la supera. En otros aspectos es más floja. Las actuaciones son correctas y nada más. Los cambios de ritmo son un tanto abruptos y el guion a veces es un poco confuso. El texto original de Shakespeare es respetado a rajatabla en algunas escenas, pero no en otras, donde parece de a ratos un episodio de "Game of Thrones". Lo cual es una elección extraña, por decir lo mínimo.

Los elementos originales a veces son sutiles y otros son más importantes en la trama. Mayormente me parecieron aciertos. Las brujas no son tres, sino cuatro: una de las cuales es una niña (lo cual las vuelve mucho más cripi). Casi todos los personajes masculinos tienen cicatrices o pequeñas heridas y moretones de una batalla reciente. Esos detalles sutiles aportan mucho al clima general. Hay toda una sub-trama con un soldado adolescente que Macbeth vio morir en batalla, que no existe en absoluto en la obra de teatro y que amplia de modo interesante la psicología, ya de por sí compleja, del personaje. La última secuencia donde aparece Lady Macbeth es también muy distinta que en la obra. Sin llegar a caer simpática, uno siente piedad por ella.

 "Macbeth" (2015) es una joya que pasó desapercibida. Un buen ejemplo de qué ser un fracaso comercial no implica necesariamente ser una mala película.