Segundas partes que fueron buenas.

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Por regla general, una secuela es un modo descarado de exprimir el éxito de una película filmando otra película con menor presupuesto, actores y directores menos conocidos, un guion rebuscado y una publicidad que básicamente dice: "Si te gustó esa película, hicimos otra que tiene el mismo título". Las secuelas de Disney son incluso PLANIFICADAMENTE malas, para que básicamente nadie recuerde que existieron y no arrojen sombra sobre la verdadera película: Lo que haría caer la venta de los juguetes y otros subproductos asociados a la película. Pero, muy de tarde en tarde, ocurre el milagro de que una secuela no cumple con la regla de que "Segundas partes nunca fueron buenas", siendo incluso superior a la película original. Desde luego, no se puede explicar el éxito de esas películas donde la mayoría fracasa con alguna clase de receta, pero se pueden señalar varias características atípicas que las diferencian de la mayoría de las secuelas:


 (1) Las referencias, homenajes apelaciones a la nostalgia por la película original son escasas o inexistentes. Por esto es que, la mayoría de las segundas partes que son buenas, fueron filmadas no mucho después que la original, cuando esta todavía no se había incorporado a la cultura pop como un "clásico". La secuela se filmó por ello sin idolatría ni iconoclasia. Las pocas excepciones a esta regla lograron mantener una saludable distancia mental con el clásico. "Sólo relajate y filmá tu propia película", fue el sabio consejo que le dio Kubrick al director de "2010: el año en que hicimos contacto". 

 (2) Son de otro género, tienen otro protagonista y/o tratan otro tema. Si no, el público va a sentir que está viendo otra vez la misma película: y, para eso, veía otra vez la misma película. El cambio de género es IMPRESCIDIBLE en el caso del horror: la secuela de una película de terror NUNCA debe ser otra película de terror. Acción, fantasía sobrenatural, fantasía bélica o lo que sea: la primera película terminó con el espectador comprendiendo al monstruo y, quizás, con el monstruo siendo derrotado en el desenlace. Por lo tanto, el público le ha perdido el miedo. La secuela no debe intentar asustarlo de nuevo. 

 Si la secuela repite el protagonista, no se le debe olvidar que este ya no es el mismo que en la primera película. Al final del viaje del héroe, este "retorna al mundo familiar, pero ha cambiado", y la secuela se tiene que anoticiar de esos cambios. Dos errores muy frecuentes en las secuelas:

 (a) El héroe es el mismo que AL INICIO de la primera película, y no que al final. La secuela deshace los cambios para volver a contarnos la misma historia otra vez ("Hotel Transilvania", "La Era del Hielo", largos etcéteras).

 (b) El héroe ha cambiado, pero no por lo que le ocurrió en la primera película, sino por algo que le ocurrió después y que los espectadores no vimos (El Luke Skywalker de Disney, por poner el ejemplo más conocido). Esto crea una disonancia en el espectador, porque este no reconoce al tipo que está viendo en pantalla y, sin embargo, la película le dice que es el mismo personaje que ya ha visto antes. 

 Respecto a los temas, la secuela debe ampliar, contradecir o cambiar lo dicho por la primera: nunca volver a decir lo mismo.

 Las tres "volver al futuro" tratan de viajes en el tiempo, pero cada una lo hace a su modo: La 1 trata de un adolescente que viaja al pasado y conoce a sus padres cuando tenían su misma edad. La 2 trata de líneas temporales alterativas y, en la 3, la máquina del tiempo está rota la mayor parte de la película y el tema es la dificultad para adaptarse en el viejo oeste de dos hombres modernos. "Los juegos del hambre 2" suena, en principio, como "Titanic 2" o "La pasión de Cristo 2": desde el vamos es una causa perdida. Los protagonistas de la primera ahora son celebridades en su sociedad distópica, el torneo terminó y, en una sociedad estática como esa, el único cambio posible es una rebelión. Parecería que la única opción era volver a contar la misma historia con otros protagonistas hasta que el público se hartase. La solución fue cambiar por completo el foco de la historia: ¿Qué tal si hay una rebelión gestándose y el torneo es una distracción orquestada por el régimen? De este modo, todo lo que era inevitable que se repitiera en la secuela pasó a ser un mero CONTEXTO en que transcurre la trama. El torneo se repite. Nos presentan a los participantes y las reglas. Al público esto no le importa. Pero acá viene lo genial: a los personajes de la película tampoco les importa nada de eso.

 Hay, por supuesto, excepciones a todas estas reglas. "Terminator 2", desde todo punto de vista, no debería funcionar y, sin embargo, funciona. 

Podemos resumir todo lo dicho en 8 palabras: Una buena secuela debe ser una buena película.

 El problema con la inmensa mayoría de las secuelas es que son, antes que ninguna otra cosa, la película "2". Por eso de modo casi invariable son malas.

2001 películas de cineWhere stories live. Discover now