Los días pasaban en tensión, ya era mediadios de semana y los nervios angustiantes crecían.
Mikasa casi ya no dormía por lo mismo.
Parecía que sus días felices terminaban, y todo por la ingenuidad de Mikasa al oir el tocar de la puerta aquella vez. Se sentía culpable, el miedo se apoderaba de ella cuando Eren salía, se sentía tan vulnerable.
- Volví - entró, cerrando la puerta
La azabache se asustó un poco pero al verlo se levantó y corrió hacia él, abrazándolo. Él la correspondió, notó su temblar en su cuerpo, su corazón acelerado y su respiración agitada.
- Estás muy alterada - dijo, manteniendo su cabeza contra su pecho
- Tengo miedo, no sé cuando pueda volver - respondía entre cortada su voz por el mismo miedo y angustia
- No va a volver, créeme - la separó, colocando sus manos en sus hombros, miró sus ojos plata, temblorosos, llenos de miedo, como cuando era niña; los primeros días siempre tenía la mirada temblorosa, asustada, así se veía, causándole nostalgia.
Tomó su mentón y se acercó para besarla, calmando ese sentimiento angustiante.
- Tranquila, estarás bien - susurró al separarse
- Sé que estas tensa y angustiada, y sé que tal vez no estés muy de acuerdo con esto pero a mi me funcionó una vez - dijo alejándose de ella, yendo hacia la mesa.
Sobre ésta, había una bolsa, de la cual, sacó dos botellas de vodka. La mirada de Mikasa se agrandó.
- ¿Vamos a tomar? - preguntó con un tono de voz relativamente calmado
- Sí, yo ya lo he probado y no sé, hizo que me olvidara de lo que me pasaba en ese momento, además, estamos a punto de cumplir la mayoría de edad, no creo que tenga algo de malo - sacó dos vasos de la alacena
- Entonces ya has tomado antes - dijo algo asombrada, ignorando un poco lo último dicho
- Sí, pero no lo suficiente como para amanecer con dolores de cabeza, nauseas y esas cosas - encogió los hombros, sirviendo los dos vasos.
Le entregó uno a llaga azabache y el otro se lo quedó él.
- Comienza de poco a poco, si no te gusta..., al menos lo intentaste - sonrió, brindando confianza
Mikasa dio un trago al vaso, se sintió muy fuerte, así que cerró los ojos. Al dejarlo pasar un momento le gustó la sensación.
Ambos comenzaron a beber sin problema alguno ni resentimiento mientras ahora se encontraban sentados en el sofá.
- Oye, ¿qué estabas soñando antes de despertar? - preguntó
- ¿Por qué? - respondió
- Curiosidad -
Mikasa rió, cediendo lentamente a la ebriedad del tercer vaso.
- Que estábamos en un altar, tomados de las manos, a punto de besarnos después del "Sí, acepto" y del "Los proclamo" - dijo
Eren la quedó viendo y sonrió, besando su cabeza, sirvió su cuarto vaso.
- ¿Nada más? - preguntó
- De lo que recuerdo, sí, nada más, ¿Por qué? - tomó otro trago
Eren rió.
- Porque diste varios gemidos antes de despertar - tomó él
Mikasa casi escupe lo que tenía en la boca pero se contuvo, sonrojada, tragó el alcohol.
Después de eso ambos rieron.
- Pues no...jaja, no lo recuerdo jajaja - dijo
- Jajajaja, te escuchabas tan a gusto - dijo
- Cállate jajaja - lo empujó un poco hacia un lado
Las risas se calmaron.
- A mi también me gustaría casarme contigo, Mikasa - dijo
Ambos se quedaron serios, ya que a pesar de la influencia del alcohol, aún estaban algo conscientes y sabían que en la situación actual era complicado darle un buen desarrollo a ese destino que soñaban.
- Si logramos huir juntos, como queremos, por favor, cásate conmigo, Mikasa - pidió
La azabache se sonrojó pero asintió.
- Claro que sí, Eren - contestó
Casi al instante, sus labios fueron abrumados por los del chico, quien comenzaba a besarla con necesidad de tenerla como nunca antes.
Mikasa cedió, el alcohol había hecho su trabajo.
Ambos comenzaron a ceder a tal deseo que los carcomía por dentro, ese sentimiento de angustia de que si no pasaba ahora, ya no iba a suceder después si es que todo salía mal.
Los besos tan lentos y suaves, acompañados de las caricias algo indecentes, deseosas, formaban el momento perfecto de poco a poco. Emitiendo paso a paso los jadeos, suspiros y gemidos de parte de los dos, sus miradas se mantenían fijas al estar separados, pero igualmente se notaban enormemente enamorados.
Mikasa rodeó el cuello de Eren y lo acercó a ella para besarlo de nuevo, sintiendo una conexión mágica y poderosa que se sentía imponente ante cualquier situación de riesgo o peligro. Ambos reconocieron su lugar en este mundo, el chico de poder y la joven maldita. Ese detalle, ese pequeño detalle hizo la conexión más fuerte y el amor floreció tan de repente que se sintió una maravilla, un éxtasis que recorrió el cuerpo de ambos como un hormigueo.
- Te amo, Jaeger - susurró Mikasa, extasiada con aquellos dulces besos que recibía en el pecho.
Eren subió lentamente por su hombro hasta su cuello, donde detuvo momentáneamente sus labios.
- Te amo, Ackerman - respondió muy cerca de su oído, susurrando aquellas palabras tan significativas, suaves que hicieron erizar y arquear la espalda de la azabache, acelerando más su palpitar, su deseo, expresandolo en varios gemidos y besos más.
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El sufrir de un Ackerman
FanfictionUn mundo moderno, principalmente a finales del siglo XIX donde a pesar de todo, la horrible tradición continua por los Jaeger. Mikasa, una de los pocos Ackerman que quedaban en todo el mundo, conoce a alguien más, quien aporta el nombre de Levi y de...