🔗 Mal presentimiento 🔗

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Una punzada en su pecho, dolió como si una espada lo atravesara, ¿Por qué?

Hange notó eso y decidió preguntar.

- ¿Qué sucede? -  dejó de escribir

- No lo sé, algo punzó en mi pecho -  dijo totalmente extrañado

De inmediato, el rostro de Mikasa se dibujó en su mente. Algo pasaba con ella y no saberlo lo angustiaba.

- Es sobre Mikasa, verdad? -  preguntó la castaña

Levi asintió aún con la mano en el pecho, tratando de descifrar el porqué de ese sentir tan ansiado.

- No te preocupes, seguro que el Jaeger está cuidando de ella -  dijo con simplesa para seguir con lo suyo.

El Jaeger, era cierto, Eren seguro estaba con ella por más tiempo. Él no está y su padre tampoco, era la oportunidad perfecta para él, maldijo internamente al castaño.

No quería ni imaginarse el volver y encontrarse con aquella casa vacía sin rastro de ellos. No sabía si los sentimientos de Mikasa habían cambiado, temía a que sí y eso le dolía el tan solo pensarlo.

- Levi, continúa o no terminaremos a tiempo -  le habló Hange, el azabache asintió, tomó la pluma y continuó con su escritura de aquellos reportes mientras seguía pensando en Mikasa.

Kenny entró a la carpa, estaba bastante serio, Levi lo notó y vio algo. Su mente estaba sumergida en el pasado, tanto por su amigo Uri como por su hermana, Kuchel.

Cruzó la mirada con el azabache, puso la botella de alcohol en la mesa y miró a ambos.

- ¿Ya están por terminar? -  preguntó

Ambos asintieron.

- Bien -  dijo y se fue a lo más profundo de la carpa, poco después entró Erwin, tocaba el turno de guardia de Levi.

Se levantó y salió sin decir nada. Dio varias vueltas a un árbol para luego tratar de calmarse, subió a la rama alta y observó discreto desde la altura cualquier alrededor suyo.

La idea no dejaba de merodear por su cabeza.

La idea de que Mikasa se haya olvidado de él y ahora estuviera en una relación con Eren. Fuera de la trágica historia que se repetía día a día a sí mismo, reforzando su rencor hacia el linaje Jaeger al recordar lo que le ocurrió a sus padres, era algo que no soportaba imaginar. Ser olvidado por la chica que amaba...

Sintió ganas de llorar, ¿En verdad? ¿Tenía tanto miedo al olvido de un amor? Sí, lo tenía.

Se recargó en el tronco de aquél árbol, mirando al cielo y rogando desde lo más profundo de su alma que eso nunca pasara por nada del mundo.

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- ¿Ya habías pensado en proponerme una relación de noviazgo? - preguntó gateando hacia él como tal niña pequeña

Eren sonrió y asintió.

- Sí, desde los 15 años más o menos -   respondió, acariciando su rostro, acomodando su cabello al ya tenerla cerca

- ¿Por qué tardaste tanto? ¿Querías llegar a los 17 para proponermelo correctamente? -  se acercó más, jugando con su deseo y el de Eren por querer besarse.

- No, solo lo mismo de siempre, el miedo de ser descubiertos, así que decidí esperar para ver cómo se desarrollaba todo -  encogió los hombros

Mikasa sonrió.

- ¿Cuándo fue que te enamoraste de mi? -  se acercó aún más, sus respiraciónes comenzaron a mezclarse

El chico tomó la parte central de su espalda y cintura para cargarla un poco y recostarla en el piso, el lugar donde se encontraban.

- Haces demasiadas preguntas -  dijo al estar sobre y frente a ella

Mikasa rió.

- Solo quiero saber -  respondió, acariciando la nuca del castaño

Éste solo sonrió y decidió por besarla primero antes de responder dicha pregunta. Un interrogatorio al que no pondría resistencia alguna.

- Desde que me abrazaste... y me diste un beso...cuando llegué la tercera noche...después de nuestro encuentro -  respondió a milímetros de sus labios, manteniendo sus ojos cerrados.

Mikasa los abrió y observó el rostro de Eren, se veía tan a gusto en ese momento. Después chocó con aquellos iris verdes que le penetraban el alma y el corazón.  Sonrió.

- Te amo -  susurró para volver a acercalo a su boca.

No le importaba repetir el error, si fuera necesario, serían ellos contra el mundo y quien se opusiera a su amor floreciente. No se permitirían perderse el uno al otro, sería una eterna tortura, una herida que jamás podría cerrarse.

- También te amo -  respondió para después continuar sin pausa alguna hasta cansarse.

Quedó recostado en su pecho, escuchando su corazón latir mientras sus manos acariciaban y exploraban su cadera, cintura y abdomen. Era lo que muchas veces imaginaba por las noches antes de dormir, él, siendo consentido y enormemente amado por Mikasa.

Cerró sus ojos, abrazándola con fuerza, sintiendo las suaves manos de ella colocarse al rededor de su cabeza y cuello, obteniendo un beso en su cabeza, quedando dormido en poco tiempo.

El sufrir de un AckermanWhere stories live. Discover now