🔗 Sola en el rumbo 🔗

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Era un día tranquilo, feliz sin ninguna duda, la familia Ackerman la pasaba bien.

A los padres saber que la pequeña Mikasa era feliz les bastaba para no preocuparse.

La tarde la pasaban juntos para que después Johanne lavara los platos, Mikasa jugara y el padre viera un rato el televisor.

Aveces Mikasa se cansaba de jugar, se recostaba en el suelo y luego iba a ver que hacía su madre o su padre, haciendo preguntas de niños de 9 años.

— ¿Por qué lavas los platos mamá? —

— Para que estén limpios —

— ¿Y por qué? —

— Para que sea más agradable comer en ellos —

— Aaa.. ¿Con qué los lavas? —

— Con jabón y agua —

— ¿Y se limpian bien? —

— Sí —

— ¿Y cómo se secan? —

Increíblemente Johanne tenía una gran paciencia para responder todas las preguntas de la hermosa niña, su querida hija.

Sin embargo, la felicidad acabaría pronto.

Un tocar de la puerta llamó la atención de toda la familia, de inmediato el padre apagó el televisor y se reunió con las mujeres de la casa.

— ¿Nos habrán encontrado? —

Pregunto Johanne, preocupada y abrazando a Mikasa.

— No lo sé —

Se dirigió con completo cuidado a la puerta y la abrió.

Uno de los suyos estaba sangrando por la cabeza y alterado comenzó a gritar.

— ¡¡Nos han encontrado!! ¡¡Estamos perdidos de nuevo!! ¡¡Huye!! ¡¡Huye ahora que puedes!! —

El padre cerró la puerta y la atracó con una silla.

— ¡¡Vayan a la puerta trasera, cierrenla y abran la ventana que da al bosque!! —

Johanne cargó a la niña e hizo lo que le dijo su esposo, tenían que irse.

— Mamá...— 

Sollozo la niña, la mujer la sentó sobre la mesa de cocina y la calmó.

— No llores...estaremos bien, solo es un pequeño susto —

Un disparo resonó por todo el lugar, habían matado al Ackerman que les advirtió del peligro.

Dos minutos después comenzaron a golpear la puerta de la casa donde se encontraban.

— Salgan ya!! —

Gritó el padre desde la sala de estar, sentándose en la silla para crear más peso y no permitir abrir la puerta, sin embargo, lo estaban logrando.

— Ya está abierta —

Johanne se dirigió a la sala, donde los Jaegeristas habían logrado sacar al hombre del asiento.

Ella lo ayudó a levantarse y se dirigió hacia la cocina para poder escapar.

Mikasa comenzó a llorar de nuevo por lo que Johanne soltó al hombre para calmar a la niña y que no hiciera ruido.

En ese momento uno de ellos logró entrar al lugar y de inmediato disparó al padre que se encontraba al inicio de la puerta de la cocina, Mikasa gritó.

Johanne cerró la puerta, siendo antes vista por los Jaeger.

Atracó la puerta con un mueble y le habló a Mikasa.

— Tranquila... ¿Sí? Tranquila, todo estará bien, ven vamos a salir —

— Pero....papá...—

A la mujer se le escaparon algunas lágrimas.

— Estaremos bien...estarás bien —

El mueble comenzó a moverse con brusquedad, iba a caer.

Mikasa salió por la ventana y esperó a su madre, sin embargo tiraron el mueble; Johanne apenas y sacó la mitad de su cuerpo.

— ¡¡Corre!! ¡¡Corre todo lo que puedas y piérdete en el bosque!! —

— Pero...mamá —

— ¡¡Mikasa HUYE!! —

Sin más que hacer, la niña corrió y al voltear atrás su madre lloraba para después desaparecer, siendo metida de nuevo a aquél lugar.

Siguió corriendo, sus lágrimas caían, su familia ya no estaba y ahora no sabía que hacer, era una Ackerman, siempre lo supo y tenía miedo, tenían miedo de morir.

Corrió hasta que ya no pudo ver la ventana de donde salió para después ser sobresaltada por un balazo que provino del mismo lugar.

Se escondió detrás de un árbol y arbustos para después tapar su boca y llorar en silencio, estaba sola, vulnerable.

El sufrir de un AckermanWhere stories live. Discover now