🔗 Declaración 🔗

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Pareciera que tan solo en esas cuatro paredes, la paz, tranquilidad y amor crecían y eran completamente reales, sin nada a que temer.

Pareciera todo una historia de fantasía, de aquellas que ellos se contaban en las noches antes de dormir, solo por entretenimiento de Mikasa.

Ambos eran los protagonistas de su historia trágicamente hermosa donde no existía el futuro, solo el cómo las heridas del pasado se cicatrizaban en el presente.

- ¿Salimos? Estoy seguro que mi mamá estará feliz de verte -  dijo abrazándola por los hombros

- ¿No habrá ningún problema? -  preguntó

- No creo, vamos -  la tomó de la mano y la llevó con él hasta la enorme mansión que no visitaba hace meses.

Entraron con sigilo y cuidado por la puerta trasera, una Ackerman, la encargada de la cocina iba entrando. Al ver a dos personas a primer vistazo se asustó pero reconoció a ambos jóvenes.

- Joven Jaeger, señorita Ackerman, por amor a Dios, no hagan eso -  pidió, ambos sonrieron

- Lo siento, es que la puerta de en frente está resguardada -  respondió Eren

- Bueno, al menos no abra la puerta en silencio -  dijo y se dirigió a la estufa para revisar una olla que estaba al fuego

- ¿Qué harás de comer hoy? -  se acercó a ella junto a Mikasa, al estar frente al pequeño fogón abrazó a la azabache por su cintura y recargó su barbilla en el hombro de la chica

- Sopa -  dijo sin más

- Oye, a mi me puedes hablar con confianza -  dijo al notar dicho comportamiento distante

- Con vegetales y carne -  agregó, Eren sonrió

- ¿Te ayudamos? -  preguntó de nuevo

- No se moleste joven Jaeger, Isa me ayudará -  dijo

- Bueeeno, nos vemos -  pasó detrás de ella, besando su cabeza con cariño, la mayor sonrió y siguió en lo suyo. Eren era tan gentil con ellos.

Miró de reojo como abrazaba y besaba la mejilla de Mikasa, lo supo, a pesar de lo trágico de éste mundo, se enamoró de una Ackerman. Eso conmovió su ser.

Llegaron a la sala, encontrando a Carla sentada en el gran sofá, leyendo un libro.

- Hola mamá -  saludó con una sonrisa

- Hola cariño, ya llegas... -  levantó la mirada y sonrió ampliamente  - Mikasa..., hace tiempo que no te veo -   se levantó y fue a ella para abarazarla estando libre de los brazos del castaño.

- Hola, ya pasaron casi seis meses -  contestó ella  - Me da gusto verte -  dijo con una sonrisa

- A mi también, Mikasa, a mi también -  la abrazó con fuerza y entusiasmo, era como ver de nuevo a quien consideraba tan amada como una hija.

- Pensé que traerla te haría felíz -  se acercó Eren, quien se sentó en el sofá y revisó el libro de su madre, curioseando un poco.

- Claro que me hace feliz -  se separó de la azabache y acarició su rostro con delicadeza y cariño  - De hecho, compré algo para ti, esperame -  dijo, llendo a su gran habitación cerca de la sala

Mikasa vio como se iba para luego sentir su cintura rodeada. Sonrió.

- Tu madre me quiere mucho -

El sufrir de un AckermanWhere stories live. Discover now