🔗 Secreto 🔗

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Llegaron a casa, algo temprano a lo acostumbrado pero al fin y al cabo consiguieron lo que buscaban...o al menos dos de ellos.

¿Cómo les fue? — 

Preguntó Carla algo preocupada viendo llegar a los tres hombres

— ¡Mira mamá! ¡Encontré una oruga! — 

Mencionó el menor con un gran entusiasmo.

Su madre sonrió con ternura para luego mirar al mayor y su marido.

¡Mira mamá! Mi primer Ackerman —

Mencionó Zeke con orgullo mientras su padre lo miraba igual.

Tanto a Carla como a Eren se les borró la sonrisa, sin embargo, la mujer fingió una y lo felicitó.

Comenzaron una plática sobre el avance de la cacería Ackerman, a lo que el menor decidió irse a su habitación.

Cerró la puerta con llave y se recostó en su cama, dejando que el insecto caminara por su rostro.

— Es cansado y molesto que sólo les importe eso — 

Comenzó a hablar solo

— ¿De qué sirve tener sirvientes? Solo te hacen más inútil — 

Reprochó

— Ellos sólo quieren ser felices y...libres — 

Tomó a la verde oruga y la miró con atención.

Su mente remontó aquella tarde donde se encontró con aquella niña, era verdad tenía que cuidarla, quería comenzar un cambio y ella..., no, ambos eran la clave.  Sonrió.

— La visitarémos ésta noche, ¿Qué dices? —  

Preguntó al bicho como si fuera a responder

Rió de ello y solo esperó la noche.

La cena familiar fue interrumpida por la repentina acción de Eren al irse de la mesa sin decir nada y sin acabar su comida. Su madre se encargó de ir tras él.

Al entrar a su cuarto, lo vió de espaldas, observaba como el insecto caminaba por su mano.

- ¿Eren..., estas bien? - 

Preguntó sentándose en la orilla de su cama

- Madre, tú..., ¿Estás de acuerdo con eso? - 

Preguntó sin rodeos

Al escuchar la palabra "Madre" sabía que el pequeño estaba molesto en general, y con respecto a la pregunta...sólo bajó la mirada.

- No, claro que no pero....así son las reglas - 

Respondió

Eren frunció el ceño.

- Qué reglas tan tontas - 

Dijo

- Eren, sabes que no puedes hablar así, se trata de tu apellido, nuestro apellido -  agregó

El chico volteó, con una mirada enojada.

- ¡Un apellido repugnante, retorcido y enfermo de poder que incluso te hace fingir a ti! -  alzó la voz, justificando su punto de vista
- Ojalá ¡nunca hubiera nacido en esta familia, con este maldito apellido! -

El sufrir de un AckermanWhere stories live. Discover now