🔗 Encuentro 🔗

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En todo ese drama y tragedia, los tres Jaeger ingresaban a un bosque, seguramente ahí se escondían algunos Ackerman.

Eren se separó de ellos.

— ¿A dónde vas? —

— Quiero buscar uno por mi cuenta —

— Bien...muy bien, yo acompañaré a Zeke —

Eren asintió y se fue, no sin antes recibir una navaja, por si acaso.

Se alejó lo más que pudo, jugaba con algunas rocas y hojas de árboles que caían.

Encontraba insectos y los observaba un rato, luego los tocaba con un dedo para que corriéran.

Miraba hacia todos lados pero entonces, escuchó algo moverse por unos arbustos.

Sacó aquella navaja y se acercó poco a poco, cuando atravesó eso con suficiente cautela, se encontró con una niña, era como de su edad.

Se quedó quieto y ella dió dos pasos hacia atrás.

— ¿Qué haces aquí sola? —

La niña no contestó, se sentía intimidada por lo que Eren tenía en la mano.

— ¿Eres una Ackerman? —

Mikasa asintió y agachó la cabeza, sentía que ya no podía seguir con vida.

De inmediato, soltó la navaja que tenía y se acercó cauteloso a ella.

Mikasa volvió a retroceder.

— No me tengas miedo, no te haré nada, en serio, quiero ayudarte —

La pequeña lo dudó mucho, ¿cómo podía confiar en él?  Se sentía en peligro pero ya no tenía a nadie que la defendiera.

— Te llevaré a un lugar seguro, te voy a esconder —

Extendió una de sus manos.

La azabache lo miró con miedo, pero sentía una gran honestidad en él, un niño de su misma edad.

Tomó su mano y comenzó a guiarla hasta una casa cerca de ahí.

Eren conocía casi todo del bosque y lo que lo rodea, pero claro que sus padres no lo saben, porque no sería conveniente.

Caminaron por unos cuantos minutos, ella se mantenía en silencio y solo lo miraba con angustia, pues aún no sabía si estaba bien lo que hacía.

Caminaron por unos cuantos minutos, ella se mantenía en silencio y solo lo miraba con angustia, pues aún no sabía si estaba bien lo que hacía

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— No hablas mucho ¿Verdad? —

No contestó, solo bajó la mirada.

Llegaron a la casa y entraron, era algo grande pero estaba bien, estaba cerca de una villa no muy poblada que estaba cerca de la ciudad.

Abrieron la puerta y entraron, encendió la luz que sorprendentemente aún servía.

— Te puedes quedar aquí, la mayoría de los muebles están en buen estado y la cama tiene cobijas, ¿Está bien? —

Mikasa asintió.

Eren ya se marchaba pero recordó algo.

— Por cierto, oye...—

La niña volteó a verlo; él se acercó con algo en las manos, su miedo había vuelto.

Eren tomó una de sus blancas y suaves manos, donde colocó uno de los cuchillos de madera que tenía, el que había llevado.

— Úsalo si alguien intenta hacerte daño, solo corta una vez pero es muy eficiente, créeme ¿De acuerdo? —

Mikasa asintió y lo miró a los ojos, su lindo color resaltaba mucho.

— Te traeré comida todos los días pero, sería en la madrugada ¿Está bien? —

— Sí —

Contestó, Eren sonrió, logró tener una respuesta de ella.

Tenía una voz linda.

Acarició su cabeza con cariño, revolviendo algunos cabellos azabache para después marcharse.

— Hasta mañana, ten cuidado —

— Sí —

Volvió a decir.

Cerró la puerta y se encaminó de vuelta a un lugar cerca de su padre y su hermano.

Se encontró con una oruga, la tomó y la colocó en su cabeza para después ser encontrado por Grisha.

— Ah, con que aquí estabas —

Suspiró aliviado

— ¿Encontraste algo? —

Eren señaló su cabeza como respuesta.

Grisha miró el insecto con extrañeza y luego sonrió.

— Regresemos a casa —

— ¿Ustedes encontraron algo? —

— Sí, ya tenemos nuevos sirvientes —

Ese comentario hizo que a Eren le hirviera la sangre...su desprecio crecía cada vez más.

El sufrir de un AckermanWhere stories live. Discover now