🔗 Por un tiempo 🔗

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En la mañana, Mikasa despertó sola, como de costumbre, el día anterior fue algo difícil, realmente no pensó que el comportamiento de Levi fuera tan brusco con Eren. En la mesa del comedor encontró una nota. 

Levi quería verla para hablar de algo. Salió de la casa y se adentró un poco en el bosque para encontrarlo sentado bajo la copa de un árbol, se acercó e igual se sentó a su lado con una sonrisa, la cual se borró al ver su rostro tan serio.

- ¿Qué tienes? -  preguntó preocupada

- Mikas, tengo que irme -

- ¿Qué? ¿A donde? -  sus labios se curvaron un poco hacia abajo

- Un pueblo a unos cuantas millas de aquí -

- ¿Cuántas exactamente? -  preguntó insistente, Levi dudó si decirle o no, para él le bastaba con que lo supiera y mirara su rostro triste. Suspiró

- Mil -  contestó, los ojos plata de la chica se cristalizaron

- ¿Por cuanto tiempo? -  derramó las primeras dos lágrimas, manteniendo su tono de voz roto

- No lo sé, calculamos aproximadamente cuatro meses, si es que la situación no empeora - 

Sin decir nada más, Mikasa rodeó el torso de Levi, abrazándolo con fuerza y tristeza por alejarse, en la garganta del azabache se formó un nudo muy difícilmente de tragar, correspondió su abrazo y sobó su cabeza.

- Lo siento -  dijo

- Ten mucho cuidado y por favor, vuelve -  lo miró con sus ojos rotos, tal gesto conmovió al chico, lo que lo hizo pensar, podría ser su oportunidad para llevarla consigo y que se olvidara por completo del Jaeger, miró de nuevo sus ojos..., no, no haría nada en contra de la voluntad de Mikasa.

- No te preocupes, te prometo que volveré -  besó su mejilla, a una distancia crítica de su boca, Mikasa le sonrió para luego verlo irse y adentrarse en la frondosidad del bosque.

- Te quiero -  susurró al ya encontrarse a solas.

Eren llegó más tarde de lo normal, pero de nuevo, algo se sintió mal al simplemente entrar a la casa; llegar y ser recibido por un abrazo y un beso se hizo costumbre, por lo cual aprendió a identificar que cuando eso no pasaba algo estaba mal.

Subió al segundo piso y encontró a Mikasa, sentada sobre la cama, abrazando sus piernas, sollozando. Se acercó lentamente.

- Mikasa... ¿qué tienes? -  preguntó

Al escucharlo, se levantó y fue directamente a abrazarlo para buscar consuelo.

- Levi..., se fue por un largo tiempo... muy lejos -  respondió

- ¿Por qué? -  la abrazó

- No lo sé, pero me da miedo que no vuelva, yo lo quiero mucho -  dijo, eso...no le gustó, ese "lo quiero mucho" le provocó una incomodidad pero no sabía porqué, su madre le hablaba desde muy temprano y ahora actualmente sobre lo que era el amor y el enamorarse pero... de Mikasa? Se consideraban como hermanos, sería extraño.

- No te preocupes, volverá -  dijo con voz más rígida

- Al menos te tengo a ti; me da miedo quedarme sola -  susurró

- No estarás sola si te quedas conmigo -  dijo sin pensar, el corazón de ambos latió al mismo tiempo, en una sincronía tan impresionante que aseguraban escuchar un fuerte latido que no les pertenecía, se sonrojaron y se aferraron más el uno del otro.

- Seguro que tienes razón -  dijo ya más tranquila

- Ven, comamos algo -  le sonrió, Mikasa copió esa acción y lo siguió a la planta baja para distraerse. 

La mente del castaño procesaba y filtraba cada pequeño detalle de la sensación que se presentó en su pecho al escuchar las palabras de Mikasa y al mantenerla tomada de la mano, ¿podría ser? Enamorarse de ella..., no, eso repetiría la trágica historia del pasado, pero...es casi imposible no sentir eso. ¿Debería decir o hacer algo? No lo sabía...

Probablemente deba platicarlo con su madre.

El sufrir de un AckermanWhere stories live. Discover now