Un mundo moderno, principalmente a finales del siglo XIX donde a pesar de todo, la horrible tradición continua por los Jaeger.
Mikasa, una de los pocos Ackerman que quedaban en todo el mundo, conoce a alguien más, quien aporta el nombre de Levi y de...
- No, te ama - dijo, besando suavemente su cuello, Mikasa sonrió y lo dejó continuar, sus besos eran tan confortables.
- Pero no tanto como yo te amo a ti - dijo a su oído para luego besar su lóbulo
- Eres muy tierno y cursi - rió la azabache
- Estoy enamorado, supongo que es normal, ¿No crees? - volteó el cuerpo de la chica
Mikasa lo abrazó por los hombros y pegaron sus frentes, quedando muy cerca.
- Sí, tal vez - se acercó para besarlo, lo que consiguió. Se imaginaron a ellos en el mismo lugar donde estaban, la mansión Jaeger mientas ellos se besaban y escuchaban a sus hijos jugar por todos lados. Se separaron y abrieron sus ojos, desvaneciendo dicha ilusión.
Carla sonrió a tales actos de los que era testigo, pero igual se entristeció, corrían mucho riesgo al estar en una relación. Salió del todo y llegó con ellos, quienes se mantuvieron abrazados a pesar de su presencia.
- Mira, es para ti, seguro te quedará muy bien - sonrió
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Mikasa abrió ligeramente su boca, dicha prenda estaba demasiado bella.
- ¿Te gusta? - preguntó entusiasta
- ¡¡Sí!! Está bellísimo, gracias! - se acercó y la abrazó con fuerza, como otro agradecimiento a demás de sus palabras y su enorme sonrisa.
Pasaron casi todo el día en la mansión, visitaron el pequeño "castillo" de barro y piedra, donde él dibujaba y creaba tanto historias como utensilios básicos.
- Aquí hiciste el cuchillo de madera, no? - preguntó
- Sí, era todo mi lugar privado donde podíamos estar solo mi mente y yo - acarició la pequeña mesa algo enpolvada.
- Aún entras aquí, verdad? - se acercó a donde él estaba, apoyando su mano en tal mesa, encontrando unos dibujos pasados y recientes
- Sí, dibujo e imagino un futuro en donde todo el mundo está en mi libre y correcto poder - suspiró
Mikasa tomó un dibujo, encontrando el rostro de una niña. Era muy linda, resaltaba el coloreado verde perfecto de sus ojos.
- ¿Quién es ella? - levantó la hoja del dibujo
- Ahh, jaja, pues...una imagen clara de... - no sabía como decirlo
- ¿De quién? - preguntó admirada por su semblante e iris de tal niña - ¿Quisiste tener una hermana? - concluyó
- No, es de... nuestra hija - contestó
La mirada de Mikasa se expandió, mirando fijamente a Eren con quien compartía un leve sonrojo.
- ¿Nuestra...hija? - volvió a mirar el dibujo
- Sí, un día, a los 14 me imaginé si tú y yo tuviéramos una hija o hijo pero, las mujeres son muy hermosas así que pense en el cómo sería...si nuestra hija tuviera tu rostro, tu cabello y mis...ojos y...eso salió - bajó la mirada, avergonzado
Mikasa se sonrojó más de lo que ya estaba. Eren se acercó y tomó una de sus manos, acaricariciándola lentamente para después disimular un pocosu sonrojo y sostenerle la mirada.
- Quisiera que algún día... tuviéramos una familia - confesó, la sorpresa de Mikasa era tal que no lograba articular palabra alguna - ¿A ti te gustaría? - preguntó
Mikasa suspiró y miró hacia otro lado, pensando. Sonrió.
- Claro que...me gustaría pero..., ¿No crees que es muy pronto? - se excusó
- Sí, claro, solo es un vistazo o expectativa del futuro, no te digo que quiero formar una familia contigo justo ahora, no, es más para el futuro - justificó, aún avergonzado
Ambos sintieron un cosquilleo algo estrangulante en sus estómagos por dicho pensamiento de un "tal vez"
- Vamos - dijo para terminar el momento incómodo y tenso, tomó su mano, llevándola con él.
Entraron a la habitación de él, sin decir nada, se sentían avergonzados por la declaración.
- ¿Cuánto tiempo estaremos aquí? - preguntó ella, sentándose en la orilla de la gran cama
- Pensaba que podrías quedarte hasta la mañana del día siguiente - respondió aliviado por romper esa tensión, se acercaba donde ella para luego sentarse a su lado - Pero si quieres, podemos volver cuando quieras -
- No, no, está bien, si en verdad ni tu hermano o padre vuelven mañana, está bien - sonrió
Eren copió su gesto, levantó lentamente su mano y la colocó en el mentón de la azabache, quien dulcificó su mirada, mostrándose totalmente enamorada. Se acercaron lo suficiente para unirse en un dulce beso.
- ¿Recuerdas...las historias.... - hablaba mientras continuaban, Eren se detuvo para dejarla hablar - ¿Las historias que contábamos de niños? - preguntó
El chico sonrió y asintió.
- Esas historias, tan absurdas, fantásticas y enormemente largas - rió - Seguro te aburrían y por eso te dormías - acarició su mejilla, Mikasa negó.
- No, siempre me entretuvieron, pero cuando me sentía cansada, cerraba mis ojos y comenzaba a soñar con lo que me contabas - tomó su mano, se acercó y lo abrazó por el cuello - Pero sin duda..., la que más amé era la historia donde aceptabas ser el príncipe que me salvaría y me llevaría lejos de éste lugar - sonrió, mirando sus ojos
Eren se levantó, cargándola y recostándola al centro de la cama.
- Bien, sigamos soñando con eso, ¿qué tipo de Palacio te gustaría tener? -
Mikasa rió pero respondió, dando así una nueva oportunidad de imaginar una historia fantástica y perfecta.
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